Margaretha Sattler

La persecución en contra de los anabautistas les llevó a reunirse para concordar los puntos esenciales de su fe, los cuales habría que defender ante los embates hostiles que les llegaban de distintos flancos

28 DE MAYO DE 2016 · 22:10

Una mujer anabautista es conducida a su ejecución,
Una mujer anabautista es conducida a su ejecución

Existen muy pocos y fragmentarios datos sobre su vida, hay más acerca de su muerte. Para saber más sobre ella es necesario suplir la escasa información con la existente sobre su esposo, el líder anabautista Michael Sattler.

La persecución en contra de los anabautistas les llevó a reunirse para concordar los puntos esenciales de su fe, los cuales habría que defender ante los embates hostiles que les llegaban de distintos flancos. Los núcleos anabautistas de Suiza y el sureste de Alemania, bajo el liderazgo de Michael Sattler, acordaron reunirse en Schleitheim, que actualmente se localiza en la frontera suizo-germana, al noroeste de Schaffhausen.

La reunión fue citada y desarrollada secretamente. Se conoció de su realización mediante comunicaciones verbales, ya que los convocantes sabían que sus perseguidores andaban tras ellos. Pocas semanas antes había tenido lugar la ejecución, por ahogamiento, de uno de los primeros líderes de los “Hermanos suizos”, Félix Mantz. Por lo tanto había que andarse con cuidado y dar pasos sigilosos para asistir a la reunión en la que se discutiría el rumbo del movimiento.

Antes de referirnos a la reunión de Schleitheim, y la Confesión resultante en ella, debemos ocuparnos del personaje que encabezó los esfuerzos por darle identidad y cohesión a las células anabautistas. Se trata de Michaell Sattler, nacido alrededor de 1490, en Stauffen, cerca de Friburgo, en Alemania. Estudia en la Universidad de Friburgo, y después alcanza el puesto de prior en el monasterio benedictino de San Pedro, en el Bosque Negro al noroeste de Friburgo.

Dominaba el latín, hebreo y griego. Su estudio de las epístolas paulinas le lleva a comparar la fe neotestamentaria con la realidad decadente de la vida monacal. A lo anterior debemos agregar que Sattler, con seguridad, tenía algún conocimiento de la convulsión teológica y social desatada por el enfrentamiento de Martín Lutero con la Iglesia católica romana.

No se tienen datos de su “camino hacia la fe evangélica”, como dice John Howard Yoder. Pero sí conocemos que abandona el monasterio el 12 de mayo de 1525, el mismo día que la revuelta desatada por los campesinos toma el lugar. Se refugia en casa de un campesino anabautista de Oberglatt (poblado cercano a la frontera suiza), donde aprende el oficio de tejedor.

Después de abandonar el monasterio, sin que podamos precisar fecha alguna, contrae matrimonio con Margaretha. Ella había dejado los hábitos en la orden de las beguinas, para iniciar su involucramiento en las células anabautistas. Las beguinas eran mujeres piadosas que llevaban vida en común, para cultivarse espiritualmente y servir a los enfermos. “Una de las características fundamentales de estas mujeres [era su formación cultural. Las beguinas, leían, escribían, y enseñaban a otras mujeres a leer y a escribir, en una época en la que sólo los hombres tenían acceso a los libros y al conocimiento”.  

Es muy probable que Michael Sattler haya sido bautizado por Wilhelm Reublin, integrante del núcleo de Zúrich liderado por Conrado Grebel y Félix Mantz. Hay evidencias de que Reublin, como pastor en Wytikon (cerca de Zúrich), fue el primero en predicar contra el bautismo de infantes, lo hizo tiempo antes de los bautizos del 21 de enero de 1525 efectuados en casa de Mantz.

Contribuye en la formación anabautista de Sattler que tuvo contacto cercano con Grebel, Mantz y Blaurock. De los tres personajes nos hemos ocupado en los anteriores artículos de esta serie.

Ya de lleno comprometido con la causa anabautista encontramos a Sattler enseñando y predicando en el verano de 1526, en los mismo poblados suizos donde antes los campesinos se habían alzado en armas. Se traslada a Estrasburgo, y en la cercana ciudad de Lahr ejerce la enseñanza y bautiza a los creyentes. Tiene conversaciones con los teólogos y líderes de la Reforma de Estrasburgo, Martín Bucero y Wofgang Capito, y solicita que sean liberados los anabautistas presos.

En carta dirigida a Bucero y Capito, Sattler defiende la idea de los dos reinos, por un lado el del señorío de Cristo (al que están sujetos quienes le siguen como Salvador y Señor); y por el otro el del dominio de Satán, el mundo que sigue valores distintos a los del Cordero (texto de la misiva en John Howard Yoder, The Legacy of Michael Sattler, Herald Press, Scottdale, 1973).

Michael y Margaretha Sattler por propia voluntad salen de Estrasburgo y, por invitación de Wilhelm Reublin, se dedican a ministrar al norte de Rottenburgo, en Horb, Alemania. Además de predicar, organizar las células anabautistas en casas; el matrimonio Sattler se dedica de lleno a instruir a los adherentes de las comunidades anabautistas que se reunían en secreto.

Michael invierte tiempo en escribir materiales para la edificación y discipulado de los nuevos creyentes e integrantes que deben continuar reuniéndose en hogares, campos lejanos de los poblados, caminos y otros sitios libres de la vigilancia de las autoridades religiosas y políticas.

Tras el asesinato de Félix Mantz en los primeros días de 1527, es claro que los perseguidos deben hacer algo para darle cierta seguridad a la continuidad de su movimiento. Es entonces cuando Sattler anima a la organización de una asamblea en Schleitheim, a la que llegan enviados de distintos círculos anabautistas suizos y del sur de Alemania. A la reunión asisten Michael y Margaretha Sattler, y el resultado de los acuerdos es un documento fechado el 24 de febrero, conocido después como la Confesión de Schleitheim.

La misma, así lo establece John H. Yoder, “debe reconocerse como el momento cuando esta hermandad visible y diferente alcanzó la mayoría de edad y asumió una responsabilidad de largo alcance en cuanto a su orden y fe”. No es un documento acabado en cuanto a teología y doctrina se refiere, sino un “punto de cristalización” (como sostiene Arnold Snyder, en Anabaptist History and Theology. An Introduction, Pandora Press, Ontario, 1995) acerca de las comunidades de fe y su diferenciación del mundo

También, como escribe J. Denny Weaver (Becoming Anabaptist. The Origin and Significance of Sixteenth-Century Anabaptism, Herald Press, Scottdale, 2005), los siete artículos de la Confesión representan “la primera articulación de la Iglesia libre, la idea de una Iglesia de creyentes independiente de la Iglesia establecida y de las autoridades civiles”.

Al retornar de la Asamblea de Schleitheim, Michael Sattler, su esposa Margaretha y otros hermanos y hermanas de la comunidad de creyentes de Horb son apresados por autoridades católicas. El grupo es llevado a juicio, y el centro de la atención de los acusadores es Sattler.

El caso, por su desenlace trágico, es documentado por testigos presenciales que escriben crónicas, mismas que alcanzan una importante difusión en los círculos anabautistas. Pocas semanas después de la ejecución de Michael Sattler, en mayo de 1527, ya circula en forma de folleto la defensa que hace Sattler de la causa anabautista y el relato de su muerte.

La narración que incluye John Howard Yoder, en su imprescindible obra Textos escogidos de la Reforma radical (Editorial La Aurora, Buenos Aires, 1976), es una de las que circulan clandestinamente entre los núcleos anabautistas a partir de julio de 1527. El documento representa, comenta Yoder, “un amplio género literario muy importante para la totalidad del movimiento de la Reforma radical: la martirología.

La autoconciencia del movimiento fue surgiendo no en torno a la personalidad de poderosos y eruditos predicadores, escritores u organizadores, sino por la inspiración que producía el recuerdo de sus desaparecidos dirigentes. El valeroso testimonio de éstos ante los jueces y su confianza al enfrentar las máximas penalidades, produjeron un impresionante impacto”.

La obra cimera sobre el martirologio anabautista es la compilada por T. J. Van Braght, El espejo de los mártires, originalmente escrita en holandés y publicada en 1660, por lo que en el 2010 cumplió tres siglos y medio, y el hecho fue conmemorado en distintos lugares. La obra, en su versión inglesa, de la cual poseo un ejemplar, casi alcanza las mil doscientas páginas y su formato es grande, tipo obra de consulta.

En El espejo de los mártires se hace un recorrido histórico de los mártires cristianos sacrificados desde los tiempos de la Iglesia primitiva hasta el año de la publicación de la obra, 1660. Ocupa buena parte del libro el recuento de los anabautistas perseguidos y ejecutados por las iglesias territoriales, protestantes y católicas, entre 1524 y 1660. El Espejo contiene los cargos que levantaron los acusadores contra Sattler, la defensa de éste, la sentencia a muerte y una carta de Sattler a la congregación que el pastoreaba en Horb.

Los cargos contra Sattler fueron nueve, y de la lectura de ellos se concluye que quienes los levantaron tenían una imagen muy esquemática del anabautismo, así como prejuicios que distorsionaron su percepción.

He aquí las acusaciones: 1) Que él y sus adeptos han actuado en contra del mandato imperial. 2) Que ha enseñado, sostenido y creído que el cuerpo y la sangre de Cristo no están en el Sacramento. 3) Que ha enseñado y creído que el bautismo de infantes no es provechoso para la salvación. 4) Ha desechado el Sacramento de la extremaunción. 5) Ha ignorado a la madre de Dios y a los Santos. 6) Ha iniciado una nueva e inaudita manera de celebrar la Santa Comunión, poniendo vino en pan en una fuente y comiéndolos. 8) Ha abandonado la orden y tomado una esposa. 9) Ha dicho que si los turcos invadieran el país no habría que ofrecerles resistencia y que, si las guerras fuesen justas, preferiría marchar contra los cristianos, [antes que] contra los turcos; lo cual es muy grave, pues antes que a nosotros prefiere al mayor enemigo de nuestra fe.

Es necesario señalar que Sattler estaba en manos de las autoridades austriacas, las que tenían el dominio y la jurisdicción sobre Rottenburgo. El católico rey Fernando de Austria había decretado que el mejor antídoto contra los anabautistas era administrarles el “tercer bautismo”, es decir ahogarles. El mismo rey, al enterarse del juicio a Sattler, comentó que lo mejor sería ahogarlo de inmediato.

A partir del 15 de mayo de 1527 tiene lugar el juicio contra Sattler, su esposa y los demás anabautistas presos junto con él y ella. Al serle presentados los cargos en su contra, Sattler pide se le conceda presentar su defensa. Antes de hacer la misma, él se reúne con sus hermanos y hermanas en la fe para consultarles y ser animado. Las palabras de Margaretha tuvieron especial significado en ese momento crucial.

Michael Sattler responde uno por uno a los cargos. Pero es claro que tiene totalmente en contra al sistema político, eclesial y judicial que le señala de hereje y enemigo de la corona austriaca. A cada acusación le antepone un caudal de citas bíblicas. Les exhorta a dirimir la controversia con Las Escrituras como base, y que si con ese fundamento le convencen acto seguido él estaría dispuesto a retractarse. Pide que se establezca un verdadero diálogo.

Ante la solicitud de Sattler “los jueces rieron y juntaron las cabezas”, por su parte el secretario del ayuntamiento de Ensisheim dijo: “Sí, monje infame, desesperado perverso, ¿quieres acaso que disputemos contigo? ¡El verdugo disputará contigo, créemelo!”. Era claro que no consideraban a Sattler como un interlocutor válido y a su altura, sino un reo de antemano condenado a muerte.

Mientras estuvo encarcelado, Michael Sattler encontró la forma de escribir y hacer llegar una misiva a la comunidad anabautista de Horb. En ella les deja saber la sentencia que le aguarda, y les anima a perseverar en el camino de Cristo: “No permitan que nadie les quite el fundamento que está establecido en el texto de las Sagradas Escrituras y que está sellado con la sangre de Cristo y muchos testigos de Jesús […]

Sin duda, los hermanos les han informado que algunos de nosotros estamos en prisión; después de que capturaron a los hermanos en Horb, fuimos trasladados posteriormente a Bindsdorf. En ese momento nuestros enemigos nos acusaron de varias cosas y hasta nos han amenazado primero con la horca y luego con la hoguera y la espada. En semejante situación extrema, me sometí completamente a la voluntad del Señor, y me preparé, junto con todos mis hermanos y mi esposa, a morir por causa de su testimonio […] Por lo tanto consideré necesario animarlos con esta exhortación para que nos sigan en la carrera de Dios, para que puedan consolarse con ella y que no desmayen ante la disciplina del Señor. En pocas palabras, amados hermanos y hermanas, esta carta será una carta de despedida a todos ustedes que aman a Dios en verdad y le siguen […] Guárdense de los falsos hermanos; por cuanto el Señor probablemente me llamará a sí mismo, así que tengan cuidado. Espero por mi Dios. Oren sin cesar por todos los presos. Dios sea con cada uno de vosotros. Amén”.

Michael Sattler es sentenciado a muerte el 18 de mayo de 1527, dos días después se da cumplimiento a la orden. Lo torturaron cruelmente antes de amarrarlo a una escalera y ser lanzado a la hoguera. Le cercenaron un pedazo de lengua, su cuerpo fue desgarrado dos veces con tenazas al rojo vivo. Después le ataron a una carreta y de nueva cuenta, por cinco ocasiones, los verdugos lo laceraron con las tenazas. Hasta el último momento en que pudo hablar, la multitud le escuchó encomendarse a la gracia de Dios.

Margaretha supo los detalles de la atroz muerte de su esposo. Sabía lo que le esperaba a ella. Algunos se retractaron para no ser condenados a muerte. Margaretha se mantuvo firme en sus creencias. Otros cuatro varones anabautistas fueron decapitados. Margaretha Sattler debió enfrentar la pena de muerte mediante ahogamiento en el río Neckar, dos días después de la ejecución de Michael (Arnold C. Snyder, Life and Thougth of Michael Sattler, McMaster University, Canada, 1981, p. 165).

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Kairós y Cronos - Margaretha Sattler