El dragón odia a la mujer y al niño, pero Dios los guarda

La mentira y la muerte: eso define la esencia de los diabólico. Miente para poder matar, y mata para imponer sus mentiras. Su reino es un reino de falsedad y violencia.

08 DE MAYO DE 2016 · 10:00

,madre hijo, refugiados tren

El dragón odia a las mujeres y a los niños, pero Dios los protege [15]

¿Cómo podemos reconocer la presencia y actividad de Satanás en la historia? Jesús, en una polémica con los líderes judíos, caracterizó al diablo con toda claridad: "Desde el principio éste es un asesino y no se mantiene en la verdad, porque no hay verdad en él" (Jn 8:44).

La mentira y la muerte: eso define la esencia de los diabólico. Miente para poder matar, y mata para imponer sus mentiras. Su reino es un reino de falsedad y violencia.

El objeto preferido de la furia asesina del diablo, como en este pasaje, son los niños y sus madres. El infanticidio diabólico es un tema frecuente al través de la Biblia, uno de los hilos paradigmáticos que dan unidad a su mensaje.

  • Al nacer Moisés, Faraón organiza el asesinato multitudinario de niños, arrancados cruelmente de los brazos de sus madres (Ex 2:1-10).
  • La sombra demoníaca detrás de todo infanticidio era el sacrificio de los niños a Moloc (Lv 18:21; 20:2-5; 1 R 11:7,33).
  • El Señor también pidió a Abraham sacrificar a su hijo Isaac, señalándole que el verdadero Dios no espera menos de nosotros que los falsos dioses, pero en seguida Dios proveyó un sustituto (Gn 22:8,12).
  • Al nacer Jesús, según San Mateo, "Herodes buscó al niño para matarlo" (2:13) y desató una masiva masacre de todos los niños menores de dos años en Belén (2:16).

Y como en el Antiguo Testamento el ídolo Moloc estaba detrás de esas guerras contra la niñez, ahora en el Apocalipsis aparece el dragón satánico detrás de esta agresión contra la mujer y el niño.

Pero aparece un amigo de esta madre y su recién nacido: Dios viene al rescate de ambos, de manera distinta.

Al niño lo libera rotundamente de las garras del dragón, por arrebatarlo al cielo y sentarlo a su lado como co-regente de la historia (cf. la ascensión de Jesús). El niño no sufrirá más ni estará sujeto a más ataque satánico; de hecho, para efectos narrativos, el niño desaparece del relato.

Dios rescata a la mujer por prepararle un lugar de refugio en el desierto (12:6,14). Pero a diferencia de su hijo, la mujer sigue expuesta a la posibilidad de ataque satánico.

Vive en permanente exilio, en una especie de clandestinidad, pero los embates del dragón no logran alcanzarla. Diferente será el destino de los demás hijos de ella, que serán perseguidos por la bestia (12:17, cap. 13).

El Dios de la Biblia es Dios de la vida y defensor de la mujer y del niño; [16] el diablo es anti-vida, anti-mujer y anti-niño. Dios toma partido especialmente a favor de la vida amenazada.

El dragón, en su grosera bestialidad, no tiene reparos en acechar a una mujer encinta para devorar a su hijo. Dios, en cambio, acude a los niños en alto riesgo y a las mujeres vulnerables, acosadas, violadas y abusadas. El Dios de la Biblia tiene un cuidado especial de los indefensos y marginados:

Canten a Dios, canten salmos a su nombre...

Padre de los huérfanos y defensor de las viudas...

Dios da un lugar a los desamparados

y libertad a los cautivos (Sal 10:14,18; 68:5-6; cf. 146:9).

Porque el Señor tu Dios es Dios de los dioses,

y Señor de señores,

él es el gran Dios, poderoso y terrible...

Él defiende la causa del huérfano y de la viuda,

y muestra su amor por el extranjero... (Dt 10:17-18)

Dios manda también a sus hijas e hijos defender a los débiles, los huérfanos y las viudas (Sal 82:3; Dt 14:28-29; 16:11,14; 24:17,19-21; 26:12-13; cf. Job 31:17,21; Jer 49:11) y luchar por la justicia hacia ellos (Is 1:17,23; 10:2; Jer 7:5-7; 22:3; Zac 7:10). Pero los malhechores los maltratan y los matan (Sal 94:5; Mal 3:5; Job 6:27; 22:9; 24:3,9; Is 10:2; Jer 5:28; Ez 22:7). Son los herederos de Faraón y de Herodes.

Nuestra época ha visto también sus faraones y sus Herodes. Igual que ellos, los dictadores latinoamericanos han odiado a las mujeres y los niños. En Nicaragua, la Guardia Nacional de Somoza sacaba a los jóvenes de sus casas, los asesinaba en plena calle e incineraba sus cadáveres. Al niñito Luis Alfonso Velázquez, brillante orador y militante del Frente Sandinista de doce años, lo asesinaron a sangre fría y pasaron un tanque encima de su cuerpo.

No sólo con la espada, o con fusiles, se matan a los niños y las mujeres, sino también por estructuras socio-económicas que los matan de hambre. En agosto de 1514, en las afueras de Sancti Spiritus, Cuba, Bartolomé de las Casas estaba preparando su sermón para el domingo sobre un texto del libro deuterocanónico de Eclesiástico:

Robar algo a los pobres y ofrecérselo a Dios,

es como estrangular a un hijo ante los ojos de sus padres.

El pan del pobre es su vida;

quien se lo quita, es un asesino.

Quitarle la comida al prójimo es como matarlo;

no dar al obrero su salario es quitarle la vida (34:20-22).

Ahí, a orillas del río Tuinucú, Dios habló al corazón de Bartolomé de las Casas y le convenció de su pecado, como partícipe del sistema colonial de la encomienda española. Hoy también, nuestro sistema económico injusto mata a viudas y asesina a huérfanos.

Satanás es siempre enemigo de las mujeres y los niños, pero Dios los defiende y los protege. Dondequiera que veamos violencia contra los niños y las mujeres, o irrespeto contra ellos, podemos saber que el dragón está presente y activo. Ahí es donde el Dios de la vida nos llama a comprometernos con la causa de su reino, en defensa de cada mujer y su niño, como nos enseña el capítulo doce del Apocalipsis.

 

BIBLIOGRAFÍA:

Caird G. B, The Revelation of St. John the Divine, Nueva York: Harper & Row, 1966.

Foulkes, Ricardo, El Apocalipsis de San Juan, Bs.As: Nueva Creación, 1989.

Pippin, Tina, "The Heroine and the Whore: Fantasy & the Female in the Apocalypse of Juan", Semeia 60:1992, pp. 67-82.

Ramírez-Kidd, José E. El extranjero, la viuda y el huérfano en el Antiguo Testamento, San José: Universidad Bíblica, 2003.

Richard, Pablo, Apocalipsis: reconstrucción de la esperanza, San José: DEI, 1994.

 

NOTAS AL PIE

[15] Este último inciso está adaptado del tomo tres del comentario del Apocalipsis.

[16] Puede consultarse José E. Ramírez-Kidd, El extranjero, la viuda y el huérfano en el Antiguo Testamento (San José: Universidad Bíblica, 2003).

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