El amor no es un sentimiento

Quizás el más común dolor humano proviene de confundir amor con sentimiento. De lo bueno que se ha escrito acerca del amor podemos aprender y dejar de padecer, si leemos detenidamente.

10 DE ABRIL DE 2016 · 09:00

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Una palabra pensada o verbalizada tantas veces como dinero, en estos tiempos, quizás sea la palabra amor. Confieso que tardé demasiado en saber la diferencia que hay entre el significado humano y el significado divino del verbo amar.

El amor es central en la Revelación de Dios al hombre. El estudiante de la Biblia sabe que sin Dios no hay amor, porque Dios es amor 1. Sin embargo, hay escritos de autores respetados por su coherencia científica que nos ayudan a entender cuáles mecanismos humanos son los que nos llevan a errar tanto en nuestra vida diaria cuando de amar se trata 2.

Portada de ‘La nueva psicología del amor

Uno de esos libros me atrajo en mis años de universidad y me acompañó durante varios años en mi vida universitaria. Atesorado por mi hermana mayor en su biblioteca de psicóloga el libro ‘La nueva psicología del amor’ 3, título en castellano de ‘El camino menos transitado’, me ayudó en la búsqueda de respuestas a preguntas no siempre bien respondidas en mi iglesia local.

De su autor se han dicho muchas cosas. De niñez traumática y una vida por él referida como caótica, el Dr. Scott Peck 4 pasó por diversas experiencias religiosas antes de conocer personalmente a Jesucristo.

Además de practicar la psiquiatría en la vida civil y militar es el autor de numerosas obras escritas en un estilo didáctico.

Dr. Scott Peck

Para el cristiano bien informado leer a Peck no será tiempo perdido ya que mucho de su pensamiento deriva de pasajes bíblicos conocidos. En esta primera nota abordaremos su explicación sobre el amor. En una próxima lo haremos sobre lo que él escribió acerca de la gracia. Dice este autor 5:

Ya he mencionado que el amor es una acción, una actividad. Esta premisa cuestiona el principal concepto falso que hay acerca del amor y que es preciso rectificar, que el amor es un sentimiento.

Muchas personas tienen un sentimiento amoroso y, sin embargo, actúan de manera destructiva y nada afectuosa. Por otro lado, un individuo que ama con sinceridad a menudo procede de manera constructiva con respecto a una persona que conscientemente le disgusta y por la que, no sólo no siente ningún amor, sino que puede llegar a sentir hasta repugnancia.

El sentimiento amoroso es la emoción que acompaña la experiencia de la catexis 6. Como se recordará, la catexis es el resultado de un proceso por el cual invertimos nuestra propia energía a un objeto al que previamente hemos concedido gran importancia, convirtiéndolo en lo que suele llamarse ‘objeto de amor’.

Una vez ‘catectizado’, el objeto - al que comúnmente nos referimos como ‘objeto de amor’- se carga con nuestra energía y establecemos una relación subjetiva y unilateral de íntima identificación con él como si fuese parte de nosotros mismos, y es precisamente esta relación entre nosotros y el objeto, a lo que llamamos catexis. Dado que es posible tener muchas relaciones de este tipo al mismo tiempo, es lícito referirse a nuestras catexis. El hecho de retirar nuestra energía de un objeto de amor, de forma que éste pierda su importancia para nosotros, es el proceso contrario al que nos hemos referido.

El concepto erróneo de que el amor es un sentimiento, se debe a la confusión entre la noción de catexis y la de amor. La confusión es comprensible, puesto que se trata de procesos semejantes, aunque también presentan notables diferencias.

En primer lugar, como ya hemos señalado, podemos catectizar cualquier objeto, animado o inanimado, con espiritualidad o sin ella; por ejemplo, una persona puede concentrar sus emociones en las acciones de una compañía o una joya, llegando a sentir amor por ellas.

En segundo lugar, el hecho de catectizar a otro ser humano no significa que nos importe su desarrollo espiritual, ya que, precisamente, la persona independiente suele temer el desarrollo espiritual de un cónyuge al que haya catectizado. Como ocurría con aquella madre que insistía en llevar a su hijo adolescente a la escuela; evidentemente concentraba sus emociones en el chico; es decir, éste era importante para ella, pero no su desarrollo espiritual.

En tercer lugar, la intensidad de estas transmisiones de sentimientos, a menudo no tiene nada que ver con la sabiduría o la dedicación. Un hombre y una mujer pueden conocerse en un bar y establecer entre sí un proceso catéctico de tal manera que, a pesar de no haber entre ellos ni citas previas ni promesas, ni siquiera estabilidad familiar, lo que más les importe en ese momento sea la consumación de un acto sexual.

Así pues, podemos concluir que nuestras catexis pueden ser momentáneas y fugaces. Inmediatamente después de haber consumado el acto sexual, los miembros de esta pareja pueden percibirse mutuamente como seres indeseables y poco atractivos. Podemos ‘descatectizar’ las cosas con la misma rapidez con que las ‘catectizamos’.

Por otro lado, el verdadero amor implica dedicación y ejercicio de la sabiduría. Cuando estamos interesados en impulsar el desarrollo espiritual de alguien, sabemos que una falta de dedicación puede resultar dañina y que es muy probable que la otra persona sienta la necesidad de que nosotros le manifestemos nuestro interés.7

Por esta razón, la dedicación es la piedra angular de la relación psicoterapéutica. A un paciente le resulta casi imposible llevar a cabo un desarrollo significativo de su personalidad sin una ‘alianza terapéutica’ con el terapeuta. En otras palabras, para que el paciente pueda experimentar un cambio, ha de tener la seguridad de que el terapeuta es su aliado constante y estable.

Esta alianza entre ambos sólo puede darse si el terapeuta le demuestra al paciente, una vez transcurrido cierto tiempo, un interés permanente y coherente que se manifestará siempre en función de su capacidad de dedicación. Esto no significa que al terapeuta le guste siempre escuchar al paciente. Dedicación significa escuchar al paciente, se encuentre o no satisfacción en ello.

En un matrimonio, las cosas no son diferentes, pues en un matrimonio constructivo, de igual manera que en una terapia constructiva, los participantes deben prestarse una sistemática atención el uno al otro y, al mismo tiempo, velar por su relación.

Como ya hemos dicho, tarde o temprano las parejas dejan de estar enamoradas, y es en ese momento cuando empieza a surgir la ocasión de encontrar el amor de verdad. Su amor va poniéndose a prueba y podrá establecerse si existe o no, cuando los cónyuges ya no sientan la necesidad de estar siempre juntos, cuando sean capaces de pasar algún tiempo separados.

Esto no significa que los miembros de una relación estable y constructiva como el matrimonio o la psicoterapia intensiva no ‘catecticen’ entre sí y, de alguna manera, también con la relación que los une, pues lo hacen. Lo que quiero decir es que el verdadero amor trasciende la catexis. Cuando hay amor, lo hay con catexis o sin ella, con sentimientos cariñosos o sin ellos.

Es mejor —y ciertamente más placentero— amar de esta manera, pero es posible amar sin catexis y sin sentimientos cariñosos. Es en este caso cuando el amor sincero y trascendente se distingue de la simple catexis.

La palabra clave es entonces ‘voluntad’. He definido el amor como la voluntad de extender nuestro ser con el fin de promover el desarrollo espiritual propio o ajeno. El amor puro es volitivo antes que emocional.

La persona que ama, si lo hace de verdad es porque así lo ha decidido; se ha comprometido a amar, con independencia de sus sentimientos amorosos. Siempre es mejor que los experimente, pero si no es así, el compromiso y la voluntad de amar aún permanecen y pueden ser aplicados.

Por el contrario, no sólo es posible, sino también necesario, que una persona que ama evite actuar movida por sentimientos de amor solamente. Puedo conocer a una mujer que me atraiga poderosamente y a la que me gustaría amar, pero como una aventura amorosa en ese momento destruiría mi matrimonio, diré en mi fuero interno y en el silencio de mi corazón: ‘Me gustaría amarte, pero no lo haré’.

Del mismo modo, puedo negarme a aceptar a una nueva paciente muy atractiva y con un cuadro clínico muy sencillo, porque mi tiempo ya está comprometido con otras pacientes mucho menos atractivas y más difíciles de tratar. Mis sentimientos amorosos pueden ser ilimitados, pero mi capacidad de amar es limitada. Por tanto, debo elegir a la persona en quien concentraré mi capacidad de amar, hacia quien dirigiré mi voluntad de amar. El verdadero amor no es un sentimiento que nos sobrecoja. Es una decisión reflexiva, de dedicación8.

La tendencia habitual a confundir el amor con el sentimiento de amor, hace que la gente se engañe de múltiples maneras. Un alcohólico cuya mujer e hijos necesiten desesperada y urgentemente de su atención, puede estar sentado en un bar diciéndole al camarero con lágrimas en los ojos: ‘Quiero de verdad a mi familia’. Las personas que descuidan a sus hijos de manera tan inaceptable, generalmente se auto consideran padres amantísimos.

Claro está que puede haber un interés personal en la tendencia a confundir el amor con el sentimiento de amor, es fácil y no del todo desagradable encontrar la prueba del amor en los sentimientos que uno experimenta, mientras que puede ser difícil y doloroso buscarla en las propias acciones, pero como el verdadero amor es un acto de voluntad que trasciende con frecuencia los efímeros sentimientos de amor o la catexis, podemos afirmar que ‘amar es proceder con amor’. El amor y el desamor, como el bien y el mal, son fenómenos objetivos y no puramente subjetivos.

Hasta aquí, lo que nos enseña este libro. No puedo menos que concluir encuadrando lo que hemos leído, en el contexto de la carta del apóstol Pablo a los cristianos en Corinto 9:

Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve.

El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.

El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará. Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos; mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará.

Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño. Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido. Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.

En la próxima compartiremos lo que el Dr. Peck escribió en este libro sobre la gracia. Hasta entonces, si el Señor lo permite.

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Notas

 

Ilustración: http://www.1001consejos.com

01. 1ª Juan 4:8,16.

02. No podemos mencionar a todos ellos, pero Erich Fromm (‘El arte de amar’) es otro de los autores más leídos.

03. Título original: The Road Less Traveled; traducción: Alfredo Báez; Copyright © 1978 by M. Scott Peck, M. D.

Copyright © Emecé Editores,1997. Emecé Editores España, S.A. Mallorca, 237 - 08008 Barcelona - Tel. 215 11 99

ISBN: 84-7888-311-822.085. Adaptado del pdf subido a http://www.ignaciodarnaude.com.

04. Morgan Scott Peck (1936-2005). Médico psiquiatra y autor de numerosos libros nació y vivió en EE.UU.

05. Obra citada, páginas 116-120.

06. Catexis o catexias -no confundir con catequesis, palabra referida a la instrucción o discipulado cristianos- tiene su expresión más clara en el enamoramiento.

07. Filipenses 2:3,4: “Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros.” Comparar con el ejemplo dado por Pablo en 1ª Corintios 10:23-33.

08. El Señor lo considera el principal doble mandamiento en Mateo 22:37- 39. Comparar con Romanos 12:10.

09. 1ª Corintios 13.

Importante: el autor de esta nota usa negritas para enfatizar un concepto.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Agentes de cambio - El amor no es un sentimiento