El tercer bando

Cristo busca a los que no se refugien en las apariencias engañosas y ofrezcan al mundo fruto, no sólo abundante, sino de alta calidad.

03 DE ABRIL DE 2016 · 07:25

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Más de uno de mis lectores pensará: “¿a dónde ha ido a parar este aprendiz de escribidor?”; ¡mira que defender las procesiones de Semana Santa!”, pero, si termina leyendo todo lo que “Desde el Corazón” escribo, creo que rectificará en algo. Pues lo que defiendo es el derecho de millones a celebrar su fiesta, y en una sencilla aplicación del Artículo 16 de la Constitución -que es claramente partidista, por lo que no me gusta- a respetar el que los poderes públicos: “tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones…” y al margen de esto, y sin ánimo de irreverencia, observo que en muchos Ayuntamientos de nuestro País, están creando “nuevos Pasos contra la Semana Santa” de un marcado anticlericalismo, obstaculizando celebraciones, recortando subvenciones (lo que no me molesta) asignando las mismas al “Ramadán” o el “Principio del Año Chino” (lo que sí me molesta), restringiendo espacios públicos, prohibiendo a la Policía Local, a los Bomberos y a tradicionales Legionarios, que escolten a las imágenes, sin que existan las mismas normas para las fiestas del Carnaval, los “Correfocs” o los días del “Orgullo Gay”. Con todo esto, como me parece haber leído al actor Antonio BANDERAS, mayordomo del trono de María Santísima de Lágrimas y Favores de las Reales Cofradías Fusionadas en Málaga: “Nada puede con la pasión por la Semana Santa” y oído en boca del Arzobispo de Barcelona, el mismo Lunes en que escribo: “pese a ciertas oposiciones, toda España puede comprobar el fervor y la pasión en cada rincón de este país, donde la expresividad de miles de cofradías, ha vencido aun las inclemencias del tiempo del Domingo de Ramos”.

Si el “Arquebisbe de Barcelona Juan José OMELLA” hubiera leído a Amado NERVO, habría mencionado en su declaración lo que este autor escribió: “hace dos mil años que murió Cristo, y el mundo aún vive por Él”; esto es cierto de toda la vida de Jesús, y se hace más claro y dramático en la última semana de su vida; pero tristemente no se conoce así, ni en medio de tanta procesión emocional, pero sin coherencia en el vivir cristiano de cada día.

Como escribo en Lunes, pienso de dos incidentes reveladores, que sucedieron en el Lunes, y de los cuales no hay “Paso Procesional Alguno” y sin embargo deberían ser “pasos a tener en cuenta en nuestro cotidiano vivir”.

Venía Jesús de Betania y sintió hambre. Y en el contexto de esta necesidad surge el primer incidente; al ver la higuera, se dirige a ella para arrancar una fruta que le alimente. Su búsqueda es infructuosa y nada encuentra. El árbol es sólo follaje, sólo apariencia, y desde el centro de su frustración, el Señor condena a la eterna esterilidad. ¡Cuántas cosas de interés!; un Cristo hambriento, un Cristo frustrado -no es de mármol-, un Cristo airado. Y condenó toda apariencia frustrante, toda fachada efectista. Cristo vino como Señor de la realidad, de lo vital, a embestir contra todo lo que engañe al hombre, sea en la naturaleza o sea en las estructuras humanas. Su lucha es también contra la hipocresía y un dolor bien hondo es el causado por los que invocando la justicia oprimen al pueblo, los que invocando la santidad, son y viven una religión sin fruto. Un árbol puede dejar de ser un árbol y llegar a ser un espejismo: hojas, tronco vacío, ramas huérfanas de alimento y dulzura. La estampa más triste es la de una vida estéril: mentes que no piensan, corazones que no amen, voluntades que no muevan. Manos, pies, ojos completamente ociosos. Y Cristo que vino a redimir la totalidad de nuestra vida, demanda la totalidad de esfuerzos.

Y aquel mismo Lunes, otro incidente despertó la ira Cristi, pues si la higuera “peca” por no tener fruto, el templo peca por “dar mal fruto” convertido en un negocio, una fiesta, una cueva de ladrones. ¿Qué es peor, la total esterilidad o la prostitución de una sagrada función?; ¿no alimentar o alimentar y envenenar con el alimento?; ¿qué contaminación es peor y más trágica: la de la naturaleza, o la institucional?. Nuestra generación contempla ambas: el problema ecológico está al orden del día, y corrupciones se cometen alrededor. También es trágica la contaminación de nuestras más sagradas instituciones: El hogar invadido por una ética que difumina sus cardinales componentes. La escuela carente de un sentido de vocación que produzca rica cosecha de ciudadanos que sirven a su País; la Iglesia, más preocupada por su supervivencia institucional, por dar una fe a la carta, que por cumplir la voluntad de un Dios misionero, dando más tiempo a sus luchas internas, administraciones kafquianas y competitividad en programas “sociales” (necesarios sin olvidar la caridad bien entendida y las prioridades de los domésticos en la fe) que a lanzarse al mundo a proclamar que “Dios estaba en Cristo”. Estructuras políticas, llamadas a servir, siendo elementos de provecho personal de políticos sin conciencia. Y la lista sigue.

Resumiendo: los incidentes del Lunes de la Semana Santa, presentan que los hombres y las instituciones, son lo que además de hechos, y como lecciones parabólicas: árbol sin fruto, religión con fruto malo; dos bandos, los que no dan fruto, y los que lo dan malo. A ambos, Cristo repudia. Él espera un tercer bando de hombres y mujeres: los que no se refugien en las apariencias engañosas y ofrezcan al mundo fruto, no sólo abundante, sino de alta calidad; justicia, benignidad, paz, gracia, amor… “contra estos frutos no hay ley”, ni hay maldición posible, porque éstos, son frutos de redención.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Desde el corazón - El tercer bando