Vivimos en la publicidad

Los anuncios tienden a convencernos de que debemos gastar nuestro dinero lo más pronto posible, y prácticamente ninguna de la importancia de ahorrar.

06 DE MARZO DE 2016 · 11:40

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Es un hecho comentado, sabido y lamentado por muchos, que la propaganda, las promociones, la publicidad nos atacan constantemente por todos los frentes, nos cercan. En los periódicos uno consigue enterarse de los continuos encuentros políticos, pactos, azares políticos: los segundos negocian con los terceros, para alcanzar ser los primeros, los sucesos sangrientos, la marcha de la economía, los resultados de las múltiples ligas de fútbol, las nuevas filosofías emergentes del laberinto del placer de un automóvil, la belleza de nuevas siluetas por las babas de caracoles, las excelencias del orden digestivo y el peso más sano por ciertos alimentos, que si son tan ciertos debería recetarlos la Seguridad Social, mejor que tantos fármacos que asustan cuando se leen los efectos colaterales, y demás. En la calle, a un lado y otro, rostros de bellos varones sonrientes y señoritas medio desnudas que tratan de convencernos de que, contra lo que nos pueda decir el médico, no se deje de fumar o usemos ropa joven, de esa que se fabrica en el Sudeste Asiático, por marcas que dejaron sin empleo a buenos españoles y españolas, para conseguir mano de obra explotada ¡olé, olé, qué nacionalistas somos!. En el televisor vemos deportistas que sobre el chándal, jerséis o camisetas, motos, coches, llevan múltiples anuncios pequeños o grandes. Y así, atletas, futbolistas, motoristas, siempre anuncian algo durante las competiciones. También en el cine, aunque uno pague entrada para ver una película, tiene que ver cantidad de “spots” publicitarios, y no son pocas las actrices y actores, a los que gustan hacer series televisivas, porque de ello les salen las ofertas de “spots” comerciales.

Desde el Corazón” reflexiono que todos estos anuncios tienden a convencernos de que debemos gastar nuestro dinero lo más pronto posible, y prácticamente ninguna de la importancia de ahorrar.

También “Desde el Corazón” sé que hay personas enemigas de la publicidad, que opinan que nos convierte en corderos, nos lava el coco, nos esclaviza y nos hace sentir disgusto por no poder tener casi todo lo anunciado. Yo no tengo una opinión tan rigurosa y pienso que todo es cuestión, para muchos, de acostumbrarse. Y es fácil notar, que incluso los países socialistas, ya se están acostumbrando a los anuncios multicolores, la diversidad de los escaparates, pero aún no abundan en sus periódicos anuncios de ropa interior, de bañadores, de enciclopedias.

Y con cierta vergüenza debo reconocer que también vivo algo en la publicidad, pues si en el pasado me molestaban las interrupciones publicitarias de la película, ahora en ocasiones echo de menos los tales, pues acomodo mi horario al de la tele; me siento cuando empieza la peli y hago algunas gestiones en los momentos de la publicidad. Con todo, no hay que enfadarse demasiado con la publicidad, sobre todo porque uno puede no hacerle caso. Porque además es útil. Los políticos conocen su utilidad ¿qué serían algunos de ellos, que nunca fueron empleados, trabajadores, crearon empresa alguna, sólo vivieron de la política?; también la conocen los modistas, los terroristas y el Papa.

Por otra parte, cómo me gustaría saber ser “publicista”. Una estrategia que hiciera la Humanidad más fraterna –en mecánica política, la genuinamente socializada  El mundo necesita respirar armoniosamente lo humano. Los hombres todos deberíamos llegar a conocernos unos a otros como hombres, como hermanos. Una publicidad que creyera el imposible y necesario ¡Hombre Nuevo!; una publicidad que no creyera en la segregación racial o clasista, porque una es la imagen de Dios. Que no defendiera ningún capitalismo, porque el verdadero capital es el hombre.

Que no proclamara el progreso a cualquier precio, porque el hombre ha sido comprado al precio de la Sangre de Cristo. Una propaganda que no impusiera la técnica de la mecanizadora de los que dicen al ordenador: “mi padre eres tú…”, porque solamente el Dios vivo es nuestro Padre. Que no defendiera la consumidora sociedad de consumo, porque sólo son bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia. Que no produjera tantos “spots” publicitarios que defienden el “statu quo”, porque el auténtico Reino de Dios y de los hombres es un nuevo Cielo y una nueva Tierra, que vendiera la ciudad terrena a costa de la Ciudad Celeste, porque no tenemos aquí ciudad permanente y vamos a la que ha de venir, pero que sí promocionara al Hombre Nuevo, que es Jesucristo Resucitado, Primogénito de todo Hombre Nuevo.

Desde el Corazón”, en suma, una comunicación personal de largo alcance de cada cristiano, que llegue al público mediante vidas ejemplares y los medios más honestos de comunicación, con la auténtica transmisión de la Buena Nueva que responde a las necesidades vitales del ser humano.  

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Desde el corazón - Vivimos en la publicidad