La misión en el Evangelio de Lucas

El NT no restringe la visión de "misión integral" del AT sino, al contrario, la amplía más, incluyendo su transformación en misión centrífuga.

09 DE ENERO DE 2016 · 21:00

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"La diferencia decisiva entre el Antiguo Testamento y el Nuevo es la misión. El NT es esencialmente un libro misionero" [Bosch 1991:17, citando a Rzepkowski].

La venida del Mesías transformó la visión centrípeta del AT en una visión centrífuga que enviaba a los discípulos al mundo entero con las buenas nuevas. Podríamos decir que el NT añade a la misión el aspecto principal cuya ausencia habíamos notado en el AT: el envío misionero a ir a evangelizar a otras naciones.

Sin embargo, esa nueva dimensión de ninguna manera desplaza a la visión amplísimamente integral de la misión que ya hemos visto en el AT.

Igual que en otros tantos puntos, la nueva revelación en Cristo no anula lo anterior; más bien, lo engrandece y lo perfecciona. Lo enriquece y le da un "cambio de dirección": ahora la misión será "extravertida", hacia afuera. Ahora la misión se extiende hasta los fines de la tierra (Hch 1.8) y hasta el fin del tiempo (Mat 28.20).

Con frecuencia se enfoca la diferencia entre el AT y el NT de otra manera.

Se pretende establecer una serie de contrastes (o contradicciones) antagónicas entre los dos -el AT material, el NT espiritual; el AT terreste, el NT celestial; el AT histórico, el NT suprahistórico (eterno); el AT un mensaje nacionalista, el NT un mensaje universal y trascendental (idealista). Otros agregarían: el AT político, el NT apolítico.

David Bosch [1991:20; cf 1993:186] cita las palabras del misionólogo Thomas Ohm, para quien Jesús proclamó un reino "puramente religioso, supra-natural, ultra-mundano, predominantemente espiritual e interior".

A esa falacia David Bosch responde que "durante su vida en la tierra, Jesús ministraba, vivía, y pensaba casi exclusivamente dentro del marco del judaísmo del primer siglo" [1991:20].

San Lucas es el único evangelista que nos describe, mayormente en una serie de hermosísimas canciones, los perfiles de la expectativa mesiánica que prevalecía al nacer Jesús.

Lucas le da su sello de aprobación y lo plantea como punto de partida para su propio evangelio. Es muy impresionante la continuidad de estos capítulos con el AT.

La perspectiva que Lucas expresa, sin el menor indicio de desacuerdo, es fuertemente histórica, política, y judía (nacionalista).[4]

Observemos algunas frases lucanas que ubican el ministerio de Jesús firmemente dentro de tales expectativas:

  • Lc 1.32 (anunciación a María): "el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob".
  • Lc 1.46-55 (el Magníficat de María: ¡toda una proclama de justicia a los oprimidos!): "Quitó de los tronos a los poderosos...A los ricos envió vacíos...Socorrió a Israel su siervo,...acordándose de su pacto con Abraham". ¡Sería muy difícil caracterizar al Magníficat como "puramente religioso, ultra-mundano, espiritual e interior"!
  • Lc 1.68-79 (Benedictus de Zacarías): "el Señor Dios de Israel ha visitado y redimido a su pueblo, y nos levantó un poderoso Salvador en la casa de David su siervo...Salvación de nuestros enemigos, acordándose de su pacto y su juramento que hizo a Abraham nuestro Padre que, liberados de nuestros enemigos, sin temor le serviríamos en santidad y en justicia...Para dar luz a los que habitan en tinieblas ...y encaminar nuestros pies por camino de Shalom.
  • Lc 2.25-32 (Nunc Dimitis de Simeón): Simeón "esperaba la consolación de Israel...han visto mis ojos tu salvación... Luz para revelación a los gentiles, y gloria de tu pueblo Israel" Según Simeón, Jesús "está puesto para caída y para levantamiento de muchos en Israel" (2.34).

La teología que desarrollará Lucas al avanzar con su "evangelio en dos tomos" procederá consecuentemente, sin ruptura, desde este punto de partida.

Lucas, varias décadas después de la resurrección, jamás hubiera podido comenzar su evangelio con estos cánticos si Jesús hubiese venido precisamente para anular aquellas esperanzas tan realistas y temporales y a reemplazarlas con un "evangelio espiritual".

De hecho, un análisis de las enseñanzas cardinales del NT y de su modelo misionero nos confirmará nuestra conclusión: el NT no restringe la visión de "misión integral" del AT sino, al contrario, la amplía más, incluyendo su transformación en misión centrífuga.

Debemos reconocer, por supuesto, que el evangelio se concentra cristológicamente en la cruz y la resurrección de Jesucristo, pero eso no debe entenderse como una concentración excluyente de todos los demás aspectos de la historia de la salvación.

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