Vencer la batalla contra la depresión

La depresión no debe tomarse nunca a la ligera. Compartimos algunas sugerencias para lograr la recuperación.

05 DE ENERO DE 2016 · 11:08

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La depresión es una batalla extremadamente complicada. En el cuerpo pasan tantas cosas que afectan al alma, y viceversa, que nos vemos obligados a enfrentar la batalla de la depresión globalmente.

Coma bien y haga ejercicios regularmente. Antes mencionamos algunas de las desventajas de una mala nutrición y de la falta de ejercicio. Demos un paso más y consideremos algunos de los aspectos positivos de la dieta y del ejercicio, y cómo se relacionan con la depresión. 

Salvo aquellos que estén físicamente incapacitados, hacer ejercicios regularmente es algo práctico que la mayoría de los que luchan con la depresión pueden empezar a hacer. Es importante empezar con poco, que sea algo divertido, y aumentar poco a poco la cantidad hasta llegar a la forma de ejercicio que se escoja. Las investigaciones actuales indican que el ejercicio regular reduce los síntomas de la depresión. Aun la Biblia reconoce que hay cierto provecho en el ejercicio físico (1 Timoteo 4:8). El ejercicio regular eleva y mantiene los niveles de energía, y aumenta nuestra capacidad de concentración. 

Llevar una dieta equilibrada y nutritiva es tan importante como el ejercicio. Por ejemplo, la primera instrucción que recibió Elías cuando estaba en su punto más bajo fue comer (1 Reyes 19:5). Muchos descubren que el patrón del sueño y los niveles de energía se estabilizan cuando comen adecuadamente. 

Los investigadores apenas empiezan a entender lo mucho que la dieta afecta a nuestra manera de pensar y de sentir. Los que luchan con la depresión deberían consultar a un experto en nutrición y leer sobre el tema de la dieta para averiguar cuál es la mejor para ellos.

Busque ayuda profesional. La depresión no debe tomarse nunca a la ligera. Reiteramos que, si varias de las señales de la depresión que se enumeran en las páginas 4 y 5 describen cómo ha sido tu vida durante al menos las últimas semanas, deberías buscar ayuda profesional. Tal vez necesites tomar medicamentos que te ayuden a restaurar el sentido del equilibrio en tu sistema.

A menudo, también se necesita consejería. Buscar ayuda no es señal de debilidad ni de fracaso moral. Al contrario, es señal de valor y de integridad.

Lleva un diario. No nos cansaremos de hablar de la importancia de escribir acerca de nuestras pérdidas y desilusiones, de los sentimientos y las preguntas con las que luchamos, y de los cambios emocionantes que notamos en nuestras vidas.

Escribir un diario es una manera poderosa de mejorar el proceso de recuperación y de impedir que caigamos en la trampa de concluir prematuramente asuntos en los que se podrían olvidar con facilidad reflexiones significativas. 

 

UNAS PALABRAS A LOS FAMILIARES Y AMIGOS

Si sospechas que alguien cercano a ti está deprimido, es importante que sepas la clase de batalla que tienes por delante. Probablemente encuentres patrones autodestructivos en esa persona de los que le tomará tiempo salir. Por ejemplo, podrías descubrir que por mucho apoyo que le ofrezcas a tu pariente o amigo no le servirán de nada tus palabras porque tiene una actitud negativa hacia la vida en general. Puedes sentirte arrastrado a una situación en la que no puedes ganar. Si ofreces apoyo, la persona lo rechaza. Si no lo ofreces, te acusa de que no la amas.

Como resultado, tú podrías pasar por épocas en las que, o te sentirás impotente y querrás retirarte, o te frustrarás y te verás tentado a ejercer presión (“¡Acaba de reaccionar y sal de eso!”). Cualquiera de esas respuestas es peligrosa y solo agrava la lucha de la depresión.

El deseo de retirarnos o de poner presión está en todos nosotros. Pero, si hemos sido redimidos por la muerte y resurrección de Jesucristo, hay un deseo y una capacidad mayores de ofrecer algo mejor. 

Podemos dar a los que están deprimidos en maneras que fomenten su recuperación y su crecimiento. En lugar de hacerles sentir que les hemos abandonado, podemos decirles que creemos en quiénes podrían llegar a ser a medida que aprendan a poner su confianza en Dios. No podemos obligarles a buscar ayuda (a menos que sean un peligro para sí mismos), pero podemos animarles a ser honestos y a pasar por su aflicción de tal manera que renueven una fe firme, así como una esperanza y un deseo de atender a su llamamiento al amor (Juan 13:34).

 

Notas

(Artículos extraídos y adaptados del librito Cuando se pierde la esperanza, de Jeff Olson, publicado por Ministerios Nuestro Pan Diario en su serie Tiempo de Buscar. Puedes encontrar este y otros libritos sobre diferentes temas en: http://nuestropandiario.org/2009/09/serie-tiempo-de-buscar/

El link para la descarga de este librito en concreto es: http://cdn.rbclatino.org/files/2011/01/SS973_CdoPierdeEsperanza.pdf?7489a8 

Si deseas más información, puedes escribirnos a [email protected].

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