Algo más que una Feliz Navidad

A riesgo de ser redundante, aporto una selección de varios escritos de mi autoría que, sobre la Navidad y en ‘agentes de cambio’, P+D ha publicado desde el 2011. 

25 DE DICIEMBRE DE 2015 · 17:50

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El 18 y el 25 de diciembre de 2011 comentaba que las avalanchas de promociones comerciales navideñas nos arrastran en un alocado trajín de compras, a tal punto que podemos olvidarnos de qué trata la Navidad. El consumismo también desnuda carencias en un período del año propicio para la reunión de familiares, amigos y compañeros de trabajo; de recuerdo de los que se han ido; de compartir y de regalar. Pero, para muchos, es también época de soledad y tristeza; según de qué lado estemos será la manera de vivirla en esta oportunidad. También preguntaba:

 

  1. ¿Qué es la Navidad? 

La palabra navidad es la abreviación de natividad: natalicio, día del nacimiento. La versión Reina-Valera 1960 no menciona Navidad sino nacimiento 32 veces. La versión inglesa King James no menciona Christmas sino nativity 7 veces y birth 27. Nunca nos referimos al nacimiento de un niño o una niña como su “navidad”; usamos ese término, exclusivamente, para el nacimiento de Jesús. 

 

      2. ¿Dónde podemos leer sobre el niño de Belén? 

El Evangelio narra la historia del nacimiento de Jesús. Eran tiempos de Augusto César, el emperador romano, y del rey judío Herodes. La aldea llamada Belén en la región de Judea, estaba bajo la autoridad civil del gobernador de Siria, de nombre Cirenio. 

Todas estas personas y sitios reales también son parte de la Historia secular. 

Era costumbre del Imperio Romano imponer por la fuerza una rigurosa administración en los territorios conquistados. No era raro que el Emperador ordenase censos fiscales cada vez que lo consideraba oportuno; entonces, todos los habitantes debían empadronarse. 

El joven matrimonio de José y María vivía en Nazaret, en la región de Galilea, donde José tenía su taller de carpintería. Recorrieron unos 110 kilómetros hacia el sur, para cumplir con el censo en la “ciudad de David”, pues eran descendientes del rey más amado en Israel. María estaba a punto de dar a luz su primer hijo; todos los albergues y posadas habían sido ocupados a causa del censo. Un establo, el sitio menos apropiado para una madre con trabajos de parto, les sirvió de alojamiento. Lo narra el Evangelio escrito por el médico de nombre Lucas1 y también leyendo el Evangelio escrito por el ex cobrador de impuestos Mateo2.

El día exacto del nacimiento del Jesús no ha quedado taxativamente registrado en la Biblia; tampoco en la historia secular. Precisamente, algunos escépticos se toman de este silencio cronológico para negarle existencia real al niño de Belén. Tampoco tenemos ninguna información acerca de que los primeros cristianos celebrasen la Navidad, intercambiasen  regalos, cantasen ‘villancicos’, o encendiesen fuegos de artificio en los siglos I a III.

El natalicio de Jesús –con seguridad – no fue en el mes de diciembre, cuando es invierno en aquella región. La costumbre pastoril en época de primavera y verano era la de hacer pastar a los rebaños en corrales de campo con pasturas en las noches de temperatura templada o suave. En esos días no se guardaban las ovejas en el establo que usaban en otoño, invierno y días inclementes. Por estar afuera, cuidando el rebaño de los lobos, los pastores vieron a los ángeles cantando la buena noticia de que un Salvador había nacido en la ciudad de David. Los que se ocuparon en calcular la fecha sitúan el nacimiento entre septiembre y octubre, cuando es otoño en la región.

 

  1. ¿Por qué, entonces, diciembre? 

La información de una fiesta próxima a la de Navidad es la del 18 de diciembre, cuando en Roma se celebraba el solsticio de invierno, llamada "Sol Invictus", un culto al sol proveniente de la antigua Babilonia. El típico sincretismo del Imperio incorporaba rituales de las culturas de los países que dominaba. Esa fecha era conocida por las típicas y largas orgías. Al emperador se lo llamaba “Sol” y así se lo veneraba. Por decreto imperial se obligó a los ciudadanos a adoptar la fe de los cristianos, a quienes antes perseguía y masacraba, de a miles. Como gesto indulgente el Emperador Constantino decretó la celebración de la primera Navidad un 25 de diciembre en el siglo IV, siendo el Papa Julio I Sumo Pontífice de la Iglesia Católica Apostólica Romana. 

 

  1. ¿Por qué un árbol es símbolo de la Navidad? 

Antiquísimas civilizaciones consideraban al árbol como el símbolo ideal de la vida. La fertilidad era representada con la firmeza y erección de los troncos de los árboles, siendo una constante en muchas de las culturas paganas registradas por la historia secular. Unos 2600 años antes de Cristo, los babilonios asociaban todo lo vertical con el dios Falo; por ese motivo tenían muchas esculturas de piedra con la forma del miembro reproductor masculino3

Una serie de representaciones encontradas en excavaciones arqueológicas, demuestran que hubo muchas culturas que idolatraban a los árboles. 

Había en Babilonia una reina de nombre Semíramis4, a quien llamaban “Reina del Cielo”, que afirmaba haber visto que de un tronco muerto nacía un árbol verde. Se creyó que el tronco era Nimrod, su fallecido esposo (al que se menciona en la Biblia5) y que el árbol verde era un hijo concebido por ella, cuando aún era virgen. Por eso al niño Tamuz lo identificaron como a una encarnación de Nimrod. Con el tiempo, la reina fue adoptando distintos nombres: Astarot, Diana, Isis, Astarte; y se la siguió adorando –siempre- como “Reina del Cielo”. Su hijo Tamuz pasó a ser Baal y Ra; pronto, esa adoración de la diosa madre con su hijo se extendió a los confines de la tierra (China, India, Japón, entre otras culturas). 

El Imperio Romano la adoptó e incorporó en la Iglesia Católica Romana, dando lugar a la adoración de la Virgen y el Niño, a partir del siglo V. Hay cientos de historias sobre el árbol, que pasan por los druidas y sus rituales bajo los robles, y que San Bonifacio (680-750) intenta reconducir al cortar un pino y asociarlo al nacimiento de Jesús para evangelizar a los paganos. 

El árbol se incorpora por ser invierno el 25 de diciembre y esta tradición pasó de Alemania (1605), a Finlandia (1800), a Inglaterra (1829), a EE.UU poco después y a España (1870) según la Biografía de José Osorio y Silva. Los adornos que se le colocan al árbol tienen su significado, según sea la historia. No es pérdida de tiempo entrar en Google y leer de qué trata esto de “armar el arbolito” que tanto atrae a los niños y a no pocos adultos. 

 

  1. ¿De dónde sale Papá Noel? 

Santa Claus6, Santa, San Nicolás, Colacho, Viejo Pascuero, Father Christmas, Pere Noel, Babbo Natale, Pare Nadal, son algunos nombres con los cuales se conoce universalmente al personaje que simboliza la Navidad y trae regalos “a los niños que se portan bien”. Se cuenta de un obispo de origen griego llamado Nicolás, que vivió en el siglo IV en Anatolia, en los valles de Licia (en la actual Turquía). Era una persona rica que decidió ayudar a quienes necesitaban ropa, alimento, educación, por lo que fue venerada en la Edad Media. Sus restos se conservan en la basílica de San Nicolás de Bari, Italia. Producto de esa veneración se fueron añadiendo a su historia elementos locales, según los países, que lo presentaron como conduciendo un trineo tirado por uno o más renos, los que le llevaban surcando los cielos en su reparto de regalos, lo que explica por qué es que podía cumplir con todos en una sola noche. Al principio se lo vestía de verde, como Nicolás. Pero, a partir de 1931 la hoy poderosa Coca Cola lo adoptó como ícono de su empresa y popularizó los colores rojo y blanco que lo identifican con ella. 

 

  1. ¿Qué significado tuvo y tiene el nacimiento de Jesús? 

El relato evangélico habla de ejércitos celestiales que aquella noche cantaron gloria a Dios ante la mirada de humildes y asombrados pastores; del humilde pesebre donde estaban la madre y el niño; de la estrella que guió más tarde a los magos de Oriente hasta la casa de José, María y Jesús; todo ello es una historia profetizada puntualmente por Miqueas:

“Pero tú Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad.” 7 

El  AT apunta a esta pequeña ciudad de la que salieron personas clave que forman parte del árbol genealógico terrenal de Jesús. El NT se hace eco del anuncio y Juan lo interpreta así:

"En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo Unigénito al mundo para que vivamos por él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados".

El nacimiento de Jesús no habla de un regalo que damos nosotros, sino de uno que nos da Dios. En el pesebre de Belén, Dios nos entregó el más grande regalo de toda la historia: el Hijo amado. La Biblia declara que ese regalo es vida eterna en la persona de Jesucristo. 

Que Jesús naciera de la virgen María no es el final de la historia. Es el principio. Él también vivió como hombre perfecto; murió en la cruz por nuestros pecados; resucitó de entre los muertos; está vivo; y pronto regresará para recoger a su novia, la iglesia, para unirse a ella en una nueva dimensión. Entonces, Jesucristo juzgará a las naciones con Justicia final e inapelable. 

La Biblia confirma que el niño de Belén creció, que siendo adulto nunca pidió que celebrásemos su cumpleaños sino que anunciásemos su muerte. Hoy es el Señor de señores y Rey de reyes. Este suficiente Salvador y único Mediador entre Dios y los hombres es, desde todo punto de vista, el mejor regalo que podemos compartir en esta Navidad9.  

 

  1. Reflexiones finales

Desde que nacemos nos incorporamos automáticamente a la cultura imperante; con el tiempo asociamos las fechas tradicionales con recuerdos de familia y los dorados momentos de nuestra niñez. Eso ocurre con la Navidad. Estas fechas requieren un riguroso autoexamen de nuestra parte. Si deseamos vivir como hijos e hijas de Dios debiéramos trazar una línea entre lo que es de Dios y lo que es del sistema mundano10

Es necesario dejar de ofender a Dios, el Creador que nos hizo a su imagen y nos dio la capacidad de pensar. Ese examen comienza por leer las Escrituras. En el Antiguo Testamento leemos acerca de un Dios que no acepta compartir nuestra adoración con sustitutos creados por el hombre. Dios recuerda al pueblo de Israel que es mejor obedecer a Sus mandatos y estatutos que seguir los dictados del propio y engañoso corazón. Un pueblo contumaz, Israel se dejaba invadir por las tradiciones y costumbres de los pueblos vecinos y de las tierras que Dios le permitía conquistar. Razón por la cual fueron amonestados y castigados vez tras vez. 

Nosotros no somos diferentes a los israelitas; cuando dejamos de obedecer a Dios caemos fácilmente en los mismos pecados. El corazón del hombre es idolátrico por naturaleza. Nos hacemos un ídolo de todo: la mujer o el hombre que amamos; nuestros hijos, el pastor de nuestra iglesia, el equipo de fútbol del que somos fanáticos, cantantes de moda, trabajo, dinero, nosotros mismos. Dios nos manda obedecerle por nuestro propio bien; porque nos ama, al punto de habernos enviado a su Hijo Jesucristo para perdonarnos. No le basta nuestros diezmos, cumplir con el programa de la iglesia, oración, ayuno, lectura de Su Palabra, altar familiar, honestidad, generosidad. Él desea reinar en nuestro corazón, nuestra mente y nuestra voluntad. Cristo vino a redimirnos íntegramente; por lo tanto desea que nos rindamos íntegramente a Él. 

Si no deseamos ser y hacer como todos los demás, nuestros principios deben ser coherentes con Su Palabra. El acto de apartar de nosotros prácticas culturales que invocan a Dios y a Jesucristo en vano, debe estar acompañado por los diarios actos de apartar de nosotros los pecados ocultos en nuestro interior. Y para esa tarea nadie está capacitado. Es el Espíritu de Dios el que lo hace, porque el Evangelio es el poder de Dios que puede salvar a todo el que cree; al judío primeramente, y también al griego. Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá. (Romanos 1:16-17) 

Mi deseo personal lo expreso como oración a nuestro Padre: Que ese enorme poder (dunamis, dinamita) haga explosión también en esta Navidad y cambie la vida de muchos para adorarte en espíritu y verdad. Si ello ocurre, entonces sí, habrá de ser más que una Feliz Navidad.

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Notas

01.  Lucas 1:26-80; 2:1-52.

02.  Mateo 1:1-25; 2:1-23.

03.  Foto segunda desde la derecha en la ilustración.

04.  Foto primera de la izquierda en la ilustración.

05.  Génesis 10:8-12.

06.  Última foto de la derecha en la ilustración.

07.  Miqueas 5:2.

08.  1° Juan 4:9,10.

09.  Leer más en: http://protestantedigital.com/magacin/12360/Verdades_y_mentiras_sobre_la_fiesta_de_Navidad

10.  Leer más en: http://protestantedigital.com/magacin/14137/Una_Navidad_Bienaventurada

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