El aroma de los libros

Leer es una forma de escuchar para después dialogar con quien hemos leído.

25 DE DICIEMBRE DE 2015 · 17:30

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Entrar a una librería encierra, para mí, cierta sacralidad. Y en estos días he tenido la oportunidad de revivir la experiencia sagrada al regresar a una de mis librerías favoritas, que se localiza en Pasadena, California. Se trata de Archives Bookstore, que dejó su antiguo local para mudarse al reconocido Seminario Fuller.

El catálogo de libros que ofrece para comprarlos en línea el sitio más conocido, Amazon, es de una enorme ayuda por la posibilidad de adquirir obras editadas en lugares muy lejanos de donde se halla el potencial comprador. He utilizado una gran cantidad de ocasiones esta opción, pudiéndome hacer de libros que para tenerlos antes era necesario viajar para encontrarlos y calcular bien su peso con el fin de no tener que pagar sobrecarga en el vuelo de regreso a casa. Otra posibilidad era encargarle la obra deseada a algún amigo(a) que viajaría a la ciudad donde sabíamos de antemano que podría localizar el volumen anhelado.

El boom del libro electrónico llevó a muchos émulos de Marshall McLuhan, quien anunció el fin de la era de Gutenberg, a declarar que el fin de las librerías estaba cercano. Es cierto que en los últimos cinco años muchas librerías han cerrado en el país que más compra en línea, los Estados Unidos. Sin embargo el fenómeno parece haberse estabilizado y continúan abiertas muchas más librerías que las estimadas por los agoreros del fin de las mismas.

Archives Bookstore es un espacio hospitalario, cálido, bien iluminado, con sillones y pequeñas mesas dispuestas en distintos pasillos y rincones. La librería se especializa en ofrecer un amplio stock de historia del cristianismo y teología en sus distintas vertientes. Uno, si ha dispuesto tiempo suficiente, puede tomar las obras que desee y llevarlas a una mesita, arrellanarse en uno de los sillones y plácidamente revisar cada volumen elegido. Puede uno levantarse para acrecentar la pila de libros por hojear y ojear, y ningún empleado(a) de la librería osará interrumpir o acercarse con el fin de urgir al potencial cliente para que decida cuáles libros comprará.

Caminar lentamente los pasillos de Archives Bookstore, detenerse en una cierta sección, por ejemplo la de historia de las reformas en el siglo XVI, o la del pentecostalismo, es un ejercicio fascinante. Otra parte que me llevó buen tiempo revisar fue la de los comentarios bíblicos, que están ordenados por Antiguo y Nuevo Testamento y según el lugar que cada libro ocupa en una y otra parte de la Biblia. Ahí encontré los cuatro volúmenes del comentario de Craig S. Keener al libro de Hechos. Es una investigación monumental, que por su costo tendrá que esperar para ser incorporada a mis libreros.

Por el bello laberinto que es la librería visitada se desprenden los aromas del papel que conforman los miles de volúmenes acomodados en los estantes. Según el color de las hojas es el aroma del libro. Así como un perfumista deleita su olfato con la composición de cierta fragancia, lo mismo me pasa al acercar un libro, cerrar los ojos y dejar que sus páginas liberen el aroma del papel y la encuadernación. Es un olor imposible de envasar, si alguien ya lo hubiera logrado yo sería uno de los compradores del perfume libresco.

La fragancia de los libros apiñados en una de las razones que me llevan a visitar las librerías. Esta experiencia olfativa es imposible que la brinde la compra en línea. Si existen catadores de vinos, que al degustarlo y olfatearlo aciertan en la marca y cosecha de la bebida, imagino que hay expertos en el aroma de los libros y son capaces de sentenciar por el olor de sus hojas qué editorial los publicó. 

En Archives Bookstore hay libros nuevos y una sección de libros usados. Unos y otra tienen aromas distintos. El papel viejo con el tiempo ha dejado ir el olor que le caracterizó al salir de la imprenta, pero de todas maneras conserva una fragancia difícil de describir. Para voltear sus hojas hay que hacerlo cuidadosamente, con reverencia por la fragilidad del papel que se apretuja entre las cubiertas del libro. Antiguo pero no inodoro es el libro viejo, su fragancia es tenue y testimonia la fuerte fragancia que tuvo en sus días vigorosos.

En muchos locales donde se vende algo hay bullicio, ajetreos y hasta gritos. En una librería no, como si cada persona que entra en ella supiera que allí uno va a escuchar, porque leer es una forma de escuchar para después dialogar con quien hemos leído. En Archives Bookstore escuché con mis ojos algo de lo que escribieron autores y autoras que me acompañaron en el sillón por unas horas. No pude comprar todas las obras que jalonearon mi atención, pero llevé conmigo libros que detenidamente voy a leer y pasar rápidamente sus hojas bajo mi nariz, para disfrutar su aroma de libros nuevos y recién abiertos.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Kairós y Cronos - El aroma de los libros