Stuart Park: Recordando que hay una esperanza firme de futuro

Nunca vi a Aurelio como alguien que defendía una tradición frente a la mía, ni a mí mismo como portavoz de otra distinta. Hablamos como dos individuos, frente a frente, con un solo propósito: conocer mejor a Cristo.

06 DE SEPTIEMBRE DE 2015 · 08:30

Stuart Park en Salamanca. Foto: M.Gala,Stuart Park
Stuart Park en Salamanca. Foto: M.Gala

Hoy entrevistamos a Stuart Park, premio Jorge Borrow de Difusión Bíblica 2015, y que nos presenta un libro insólito, sus estudios con el sacerdote católico Aurelio García Macías, Rector del Seminario Mayor Diocesano de Valladolid, basados en la Carta a los Hebreos. 'Conversaciones con Aurelio' (Ediciones Camino Viejo, 128 pp.) responde a una pregunta: ¿Por qué Cristo tuvo que morir por mí? El libro ilumina una Epístola difícil, y registra de forma muy amena un gran descubrimiento espiritual. 

Pregunta.- ¿Cómo se gestaron estas "Conversaciones con Aurelio"?

Respuesta.- Conocí a Aurelio en un acto inter-confesional que él presidió en la iglesia de El Salvador en Valladolid en 2009. Después de la reunión entablamos conversación, y de allí surgió una amistad basada en nuestro común interés en la Escritura. La idea de estas conversaciones se gestó durante una visita que realizamos a la Universidad de Cambridge, mi ‘alma mater’, en junio de 2011. A Aurelio le cautivaron los claustros con sus jardines impecables, las magníficas capillas, bibliotecas y ‘halls’, testimonio del perfecto equilibrio que se cultivó, en tiempos pasados, entre el cuerpo, la mente y el espíritu. Mientras paseábamos por las calles de Cambridge, admirando la arquitectura y respirando el ambiente académico de la ciudad, surgieron de manera espontánea diversos temas de conversación, entre ellos la influencia clásica, la educación, la cultura, y la presencia del anglicanismo, cuya huella permanece intacta en el culto oficial de la Universidad, especialmente evidente en el ´Evensong`, o Vísperas cantadas, que ha fomentado la actividad de coros mundialmente conocidos como el del King’s College, cuyo canto pudimos disfrutar durante las tres tardes que pasamos en la ciudad. Durante la cena del último día de nuestra estancia, Aurelio, visiblemente emocionado por la experiencia estética y espiritual que habíamos compartido, se dirigió a mí con cierta solemnidad, y dijo: “Stuart, te quiero hacer una pregunta: ¿Por qué tuvo que morir Cristo por mí?”. La pregunta me sorprendió, porque Aurelio es un hombre erudito, conocedor de la Escritura, y para responderla propuse estudiar Hebreos, tras nuestro regreso a Valladolid. Estas “Conversaciones” relatan los estudios que compartimos a lo largo de seis meses en el Seminario Mayor Diocesano de Valladolid, donde él era Rector.

 

P.- ¿Qué lo llevó a elegir una carta tan difícil como Hebreos? ¿Cuál es la esencia de este texto?

R.- Hebreos, más que ningún otro texto, presenta desde múltiples facetas la muerte de Cristo en relación con la fe. Responde de manera completa la pregunta que formuló Aurelio: “¿Por qué Cristo tuvo que morir por mí?”. También tengo que decir que durante muchos años tuve el privilegio de explicar Hebreos en el Seminario Teológico de IBSTE en Castelldefels, así que se trata de un texto que conozco bien y que ha significado mucho para mí.

 

P.- ¿Por qué cree que un hombre como Aurelio, conocedor de las Escrituras, necesitaba algunas aclaraciones sobre cuestiones relevantes? Me recuerda a Felipe y el etíope…

R.- Él mismo me explicó que la teología que había estudiado era más teórica que personal, y que conocía la Biblia “desde fuera”. A veces las cosas más evidentes se nos escapan y la luz de la fe es progresiva, como cualquier lector sabrá. En cuanto a tu alusión al etíope que necesitó ayuda para entender lo que leía, creo que esto nos ha pasado a todos en algún momento de nuestras vidas.

 

P.- Esta carta fue dirigida por el autor a los creyentes que estaban pasando por momentos de persecución, de dudas respecto a su fe, tentados a volver a las tradiciones del sacerdocio levítico y los sacrificios de animales del judaísmo. ¿Necesitamos los cristianos de hoy recuperar una esperanza perdida, o tal vez no la hemos entendido en toda su magnitud?

R.- La duda forma el anverso de la fe, y necesitamos recordar constantemente que hay una esperanza firme de futuro. En la conmemoración dominical, la Cena del Señor, se anuncia la muerte del Señor “hasta que él venga” (1 Co. 11:26). Necesitamos tener presente siempre este horizonte vital.

 

P.- Pero les habla como si no fuesen creyentes, ¿por qué?

R.- Quiere ponerles a prueba, estimularles a responder positivamente. Su estrategia es traer a la memoria de sus lectores la experiencia del pueblo que salió de Egipto, pero que se desanimó en el desierto y no entró nunca en la Tierra Prometida. Explica que en el fondo no habían creído el “evangelio” que les fue predicado (así lo llama literalmente), que consistía no solo en la salida de Egipto, sino en la entrada en Canaán al final de su viaje, como es lógico. En el fondo no lo creyeron, y querían volver a Egipto. Además de un exégeta consumado, el autor tiene un incomparable don pastoral (las dos cosas deben ir de la mano) y para tranquilizarles, dice: “Pero en cuanto a vosotros, oh amados, estamos persuadidos de cosas mejores, y que pertenecen a la salvación, aunque hablamos así”.

 

P.- ¿Qué piensan los miembros de su iglesia acerca de que tenga una relación de amistad con un sacerdote?

R.- ¡Eso mismo me preguntó Aurelio! Conoce las dificultades sufridas por una iglesia centenaria como la nuestra, y que los creyentes no-católicos han sido duramente perseguidos en una ciudad como Valladolid. ¿Mi respuesta? Que los hermanos son muy maduros, y entienden perfectamente la naturaleza de nuestras conversaciones.

 

P.- O sea que no debemos dar las Buenas Noticias solo dentro de nuestros locales...

R.- Mira, Jacqueline, tú misma sabes mejor que yo que para el creyente las oportunidades para dar testimonio se dan diariamente con las personas con las que tenemos que ver, en la panadería, el trabajo, la escuela, en cualquier lugar. Los actos celebrados en el local de la iglesia solo forman una pequeña parte de nuestro testimonio.

 

P.- ¿Por qué tanto diálogo sobre el asunto de las obras y la fe? Me parece que todavía nos encontramos enzarzados en este tema...

R.- Quizás porque cuesta entender que la salvación es por gracia mediante la fe, sin obras, pero que las obras siempre acompañan a la fe genuina. En nuestra conversación Aurelio dijo que primero la fe, después las obras, y sobre ello no hubo discusión alguna.

 

P.- ¿Cómo ayuda esta epístola a perseverar hasta el fin, cuidando nuestra salvación con temor y temblor, en medio de un mundo cambiante, que nos ofrece tantos atractivos y religiones a la carta?

R.- Gran parte de Hebreos está destinada a explicar que si bien la generación del desierto fue incrédula, el sistema religioso judío fue claramente insuficiente para ayudarlos. Al creyente le asiste el Señor, que “puede salvar perpetuamente (es decir, hasta el fin) a los que por él (Jesús) se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos”. Nuestra fe no será destruida nunca, porque tenemos un poderoso Sumo Sacerdote y Salvador.

 

P.- Su compañero de estudio insiste por un momento en saber más acerca de Cristo como nuestro intercesor ante Dios. Esto nos lleva a pedirle nos aclare este punto, teniendo en cuenta que los cristianos muchas veces nos buscamos otros intercesores al margen de Él...

R.- La pregunta de Aurelio no iba por ahí. Quería saber en qué se basa el autor para afirmar la intercesión de Jesús. Veía claramente que Cristo se ofreció a sí mismo en sacrificio único e irrepetible, partiendo de textos del AT, pero no veía la base bíblica de su obra intercesora. Luego se acordó de la oración sacerdotal de Jn. 17, y se emocionó. Y recordamos que la oración de Jesús por Pedro “para que tu fe no falte” (Lc. 22:32), que confirma el poder de su intercesión.

Portada de Conversaciones con Aurelio. Ed. Camino Viejo.

P.- Al final, la pregunta inicial de Aurelio: "Por qué tuvo que morir Cristo por mí", ¿le fue contestada?

R.- Sí, con toda claridad. El concepto que faltaba era el aspecto expiatorio de Cristo como Sustituto nuestro. En las “Conversaciones” llegamos a ver que solo la muerte de Jesús en nuestro lugar ha podido traernos salvación. Puede parecer una obviedad, pero el autor de Hebreos dedica 10 capítulos enteros para llegar a esta conclusión, y hubo que esperar hasta el final. Nunca olvidaré el momento cuando por fin lo pudo entender.

 

P.- ¿Cómo vivieron esta experiencia donde la Palabra ha sido el puente que ha permitido el encuentro entre dos personas de tradiciones cristianas distintas, con su propio bagaje cada una?

R.- No se plantearon estos estudios como una actividad “ecuménica”. El ecumenismo “oficial” no es lo que nos movió, ni nos mueve, sino un deseo sincero de compartir la Palabra. Nunca vi a Aurelio como alguien que defendía una tradición frente a la mía, ni a mí mismo como portavoz de otra distinta. Hablamos como dos individuos, frente a frente, con un solo propósito: conocer mejor a Cristo.

 

P.- Según mi percepción, este estudio bíblico ha rebasado lo académico, haciéndose más personal y cercano, lo cual me ha permitido como lectora ser parte del mismo... ¿Piensa que nos hemos vuelto excesivamente académicos a la hora de adentrarnos en la Palabra?

R.- La Palabra de Dios es viva y eficaz. El estudio académico es importante, fundamental, pero si no conduce a una experiencia personal de Cristo, pertenece a las Facultades teológicas solamente, y no a la vida real. Aurelio mismo, en el Epílogo que aporta al libro, dice que “Además de ser una experiencia académica tengo que confesar que ha supuesto también una vivencia espiritual”. Así debe ser, siempre.

 

P.- Y a usted, ¿qué le ha aportado este nuevo estudio de la Carta a los Hebreos?

R.- He podido disfrutar de nuevo del poder de la Palabra que nos lleva a Cristo. La sabiduría inspirada del autor viene de lo Alto, y es admirable el testimonio que presenta a través de múltiples referencias al Antiguo Testamento. Todo converge en Cristo, Jacqueline, y me ha conmovido presenciar un descubrimiento espiritual que nos ha hecho bien a los dos.

 

P.- ¿Cuál es el mensaje de esta epístola a los cristianos del siglo XXI?

R.- Lo resume el mismo autor de la Epístola: “El punto principal de lo que venimos diciendo es que tenemos tal sumo sacerdote, el cual se sentó a la diestra del trono de la Majestad en los cielos…” (8:1). Jesús no solo murió por nosotros, sino que intercede por nosotros, protege nuestra fe, y garantiza nuestra salvación hasta el final. ¿Se puede pedir más?

Jacqueline, gracias por una nueva oportunidad para dar a conocer este libro, y compartir la Palabra con tus lectores. Lo aprecio de verdad.

 

Finaliza la entrevista. Yo también le agradezco, Stuart, por haber aceptado contestar a nuestras preguntas para hablarnos de este interesante libro, que espero sea de provecho a muchos. ¡Enhorabuena por esta nueva entrega!

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