El ‘proyecto Shalom’ de Dios

Paz y misión son inseparables, y Jesús es el medio por el cual Dios intenta restaurar la paz integral.

23 DE AGOSTO DE 2015 · 10:35

,paloma, paz

La redención y reconciliación están en el centro de la misión de Dios. En el volumen que hemos venido comentando desde hace dos entregas, James R. Krabill sintetiza muy bien la condición actual del mundo y cuál debe ser la tarea misional de los seguidores y seguidoras de Jesús.

Krabill tituló uno de los capítulos a su cargo “God’s Shalom Project: Why Peace and Mission Are Inseparable” (Dios y su Proyecto Shalom: Por qué paz y misión son inseparables). Él va por la línea desarrollada por otros autores y autoras que participaron en Fully Engaged: Missional Church in an Anabaptist Voice (Compromiso pleno: Iglesia misional en una voz anabautista), Herald Press, Harrisonburg, Virginia, 2015; afirma la misión integral de las comunidades cristianas en un mundo roto y en crisis.

James R. Krabill hizo un encomiable esfuerzo pedagógico para proponer en forma de tesis cuáles considera los fundamentos del que llama Proyecto Shalom. Por esto propone diez puntos, el primero de los cuales es que la misión cristiana se origina en el amoroso y comprensivo plan de Dios para restaurar la paz en todo el universo. Afirma que la “misión no es una una invención humana. Fue Dios mismo quien la inició. El Dios que encontramos en la Biblia es, sobre todo, un Dios misionero. Sobre esta tema es muy ilustrativa la obra de Christopher J. H. Wrigth, The Mission of God, IVP, 2006, hay edición castellana por Ediciones Certeza.

La siguiente afirmación del autor es que Jesús es el medio por el cual Dios intenta restaurar la paz integral. En la revelación progresiva de Dios, Cristo es la culminación, la luz en su mayor intensidad, el cumplimiento pleno del plan salvífico y por lo tanto los cristianos y cristianas deben basar sus creencias y acciones en este modelo y tenerlo como supremo frente a otros momentos de la historia de la salvación narrados en la Biblia.

Menno Simons, líder anabautista del siglo XVI que dio forma a un movimiento disperso por distintas razones, entre ellas la inclemente persecución en su contra, encabezó cada uno de sus escritos con el texto de 1ª Corintios 3:11, “Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo”. Parecería obvio que los cristianos tienen a Cristo como norma de fe y conducta, pero no es así, sobre todo en estos tiempos cuando en distintos espacios recuperan rituales que, por ejemplo, la Carta a los Hebreos considera caducos y auto proclamados profetas y apóstoles dan enseñanzas contradictorias con el Evangelio de Jesús.

La tercera afirmación de Krabill es que el mensajer de Jesús es el Evangelio de paz. Uno de los títulos mesiánicos de Jesús es el de Príncipe de Paz. En su nacimiento los ángeles anunciaron paz en la tierra y buena voluntad para la humanidad. Efesios 2:14 menciona que ël es “nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación”. Versículos más adelante, en el 17, leemos que “vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cerca”.

Krabill nos recuerda que el sustantivo shalom aparece aproximadamente 235 veces en el Antiguo Testamento, y más de cien veces su traducción al griego, eirene, en el Nuevo Testamento. Subraya que shalom era un concepto amplio para el pueblo judío, ya que incluía “el bienestar humano en todas sus dimensiones”, personal y social, físico y espiritual. La voluminosa obra de un autor anabautista, Willard M. Swartley, Covenant of Peace: The Missing Peace in New Testament Theology and Ethics, Wm. B. Eerdmans Publishing Co., 2006, analiza muy bien la centralidad del shalom en la obra redentora de Cristo y su relevancia en la obra misional de las comunidades de creyentes.

El cuarto punto refiere que el agente primario del plan de paz, del shalom, es la iglesia, entendida como la comunidad integrada por creyentes, mujeres y hombres, comprometidos con el seguimiento de Cristo. En este sentido el pueblo de Dios tiene la gran responsabilidad de encarnar el shalom de Dios eclesialmente y también en la sociedad.

En quinto lugar está la tarea de la iglesia de anunciar/proclamar a Jesús, el enviado de Dios para restaurar la paz. Es cierto que en la historia de la salvación el Señor se comunicó en distintas formas y momentos con los seres humanos. Pero la mayor intensidad comunicativa es Jesús, porque es en él que “Dios tomó forma humana, caminó en nuestras calles, comió nuestra comida, y lavó nuestros pies para enseñarnos la voluntad de Dios y la forma de darle cumplimiento”.

Si Jesús es el modelo insustituible, entonces a la iglesia le corresponde enfocarse en él para anunciar integralmente el Evangelio, ya que enfocarse en cualquier otro que no sea Cristo resultará en “desviación, distorsión, distracción o decepción”, propia y de otros y otras a quienes se les presenta un mensaje seudo cristiano.

En el próximo artículo voy a ocuparme de los restantes cinco puntos que plantea James R. Krabill de la inseparabilidad entre misión cristiana y el shalom de Dios

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