Esclavos de los números

Para el materialista hablar sin citar cantidad, número o precio es de idealistas. Al sobrevaluar el número desvalorizamos la palabra. Ya no cuenta quiénes somos; sino qué y cuánto tenemos.

08 DE AGOSTO DE 2015 · 17:00

Foto tomada de http://4.bp.blogspot.com,números, cifras
Foto tomada de http://4.bp.blogspot.com

La numerología es un sustantivo femenino que podría definirse como el ‘estudio del significado oculto de los números y práctica de la adivinación asignando un número a cada letra del alfabeto y un significado especial a cada número’.

Hay otro sustantivo femenino, repetido en ciertos ámbitos, que es la numerolatría. Intuyo que si existiese un estudio ‘del culto al número’ (el vocablo no está reconocido por las academias de lenguas ni de ciencias) se podría demostrar que tiene muchos practicantes. Seguramente muchos más que el culto ya citado y que está reconocido.

A nuestro alrededor muchos ‘estudiosos’ de la numerología cobran sumas nada despreciables por sus servicios. ¿Quiénes se resisten a saber cuál es el número que le ha tocado al nacer? ¿A cuántos no les interesa saber el significado del nombre que tienen gracias a los números asignados a las letras que lo componen?

El estudioso y expositor bíblico Juan Stam comentó de aquél predicador al que escuchó decir desde el púlpito que Adolf Hitler era el ‘Anticristo’ porque la suma de los números de su nombre le daba 666. Lo risueño del caso es que alguien cercano a Stam hizo rápidamente el mismo cálculo con el nombre del predicador y resultó que ¡también le daba 666!1

Desde pequeño me llamó la atención que el cuarto libro del Pentateuco se llamase ‘Números’. En realidad, el nombre original es Bamibdar del hebreo que literalmente significa: ‘libro’ de ‘en el desierto’ y fue traducido por los Setenta al griego como arizmoí (números).

Todo el libro pareciera ser un minucioso inventario: la cantidad de jefes de las tribus (capítulo 7); el número de las poblaciones y libaciones necesarias (13); la cantidad de hombres sublevados (16:2); cabezas de ganado que han de ser destinadas al sacrificio ritual (28-29); cantidad de botín y su reparto exacto (31); agrimensura y dimensiones del territorio (35); incluso recuentos minuciosos de las leyes y narraciones.

A pesar de ocuparse de cantidades, el libro no se convirtió en objeto de culto ni dio lugar a una ciencia oculta. Por el contrario, lo que podemos aprender de este libro histórico del antiguo Israel son lecciones sobre: cooperación (capítulo 1), obediencia (1 y 2), santidad (6), ofrendas (7), pascua (9), provisión y opositores (11), problemas familiares (12), desesperanza (14), conquistas (21:10), idolatría (25), indiferencia (32:6) y tibieza (32:11).

 

COMERCIO Y NÚMEROS VAN DE LA MANO

Lo cierto es que existe un fructífero comercio con aplicaciones de esta ‘ciencia’ legalizada: amuletos, estatuillas, cuadros, almanaques, libros, tarjetas de cumpleaños, medallones, pulseras, y muchos objetos fabricados para que la gente deposite fe en ellos, euros mediante2.

Cuando hablamos de este tema no estamos hablando de una información que podemos tomar o dejar, como hacemos con las noticias que nos bombardean a diario.

Que mataran al león Cecil en Zimbabwe fue algo realmente triste, por lo innecesario, cruel e injustificable del hecho. Se informó cuánto había pagado el encargado de ejecutar esa muerte y lo que ya había invertido antes en otros sitios para darse el gusto de matar otros animales menos famosos. El dato sobresaliente es la cantidad pagada para lograr estas ‘hazañas’.3

Algunos medios publicaron noticias similares, una mujer posando con una jirafa muerta como ‘trofeo’ a sus pies y sosteniendo con su diestra el arma utilizada. Otros salieron a criticar a los que rápidamente recalientan las redes sociales: ‘Les preocupan los animales; no los cientos de niños que mueren cada día de hambre en países africanos’ compararon, sin equivocarse.

Pero dentro de poco eso pasará, dejará de ser noticia. Cecil será historia, esos ‘valientes’ personajes que lograron ser noticia por unos días seguirán practicando libremente su tan costoso ‘deporte’, la gente seguirá respondiendo a las fuentes de noticias que cuantifican respuestas y cobran por ello; es decir: la vida continuará transcurriendo como ‘lo que hay’.

La ONG que he cofundado en 1987 está reconocida por la ONU. Leo informes que llegan sobre desnutrición y mortalidad en tablas que desglosan cifras por continente, región y país. Hechas por avezados especialistas contratados por la ONU, sus altos salarios provienen de dineros aportados por los gobiernos adheridos al organismo, entre los cuales están los de esos países donde mueren de hambre y sed decenas de miles al año. ¿Mayor paradoja que ésta?

 

NÚMEROS QUE INFESTAN

El sistema mundano llama logro a poder cuantificarlo todo. Dejando de lado el avance de las ciencias espaciales, cibernéticas y microscópicas, saber cuántos somos los que vivimos en cada hemisferio, continente, país, provincia, ciudad le da poder a quien maneja esa información con fines prácticos. Las ciencias estadísticas son la herramienta esencial para calcular programas, corregir parámetros, perfeccionar objetivos de máxima y de mínima.

No podríamos concebir la vida actual sin estos instrumentos de trabajo. La industria y el comercio no harían nada sin ellas.

Debemos partir de la base que el número y la cantidad no son malos en sí mismos. El sistema mundano en el que vivimos y sustentamos es el que los ha puesto al servicio de la maldad porque es manejado por las minorías avaras instaladas en el poder. Está claro que para el sistema los ciudadanos somos esclavos que rendimos culto a sus ídolos.

Sin embargo no debiéramos aceptar que sea así. Debemos y podemos impedir que el sistema influencie nuestro lenguaje, nuestros principios, nuestros hábitos y nuestra práctica de la fe. Salvando la similitud fonética con el verbo ‘infectar’, uso infestar porque la aplico al número y la cantidad como plagas que padecemos a diario. Nuestro lenguaje está infestado de ellos como una casa de cucarachas o mosquitos, o un huerto de hierbas malas y malezas.

La cultura occidental está infestada de un materialismo cuantificador. Las cualidades o calidades han quedado subordinadas al número, la cantidad y el precio.

 

LA FE EN CRISTO NO DEPENDE DE LOS NÚMEROS

Por todas partes pueden leerse artículos que citan estadísticas diversas en relación a la evangelización en el mundo. Son cifras que crecen constantemente y que se obtienen de las distintas sociedades bíblicas: ejemplares comprados, vendidos, repartidos y en stock. Las agencias misioneras también lo hacen.

Podemos asegurar que nunca antes hubo un movimiento editorial alrededor de la Biblia como ahora. Esto se debe a muchos creyentes que donan, otros que ofrecen su tiempo como voluntarios y otros que salen por todas partes con el Libro de los libros a difundir la Palabra de Dios4.

El Señor bendiga a esos fieles que siguen haciendo esa tarea, maravillosa como pocas.

Pero, hacer estadísticas, sacar conclusiones y aplaudir (como alentando a un equipo para que gane) es intentar abrir un atajo allí donde el camino es normalmente largo.

Puedo dar algunas pruebas de ello; y, seguramente, el lector podrá contribuir con las suyas.

‘Es una iglesia muy bendecida porque se llena de gente’.

‘La iglesia no anda bien; el dinero de las ofrendas ha bajado muchísimo’.

‘Es más antigua la iglesia de Fulana, pero tiene muchos menos miembros que la nuestra’.

‘Leí en un diario que en Brasil ya hay más protestantes que católicos’.

“Anoche hubo 50 mil personas escuchando el Evangelio. Hubo más de dos mil que llenaron las tarjetas de decisión de seguir a Cristo.” ¿Lo ha escuchado?  Puedo afirmar que de esos ‘más de dos mil’ quedaron muy pocos tras el enorme esfuerzo y dinero movilizados. Recuerdo con gran cariño a la pareja que ayudé a estudiar la Biblia y orar durante unos meses tras la cruzada. Ambos finalmente dedicaron su vida al Señor llegando a pastorear una iglesia.

Si quedamos atrapados en las comparaciones numéricas, olvidamos que el Espíritu Santo actúa como Él quiere5; no según cálculos humanos. Corremos peligro de ‘industrializar’ la evangelización; inventamos metodologías para multiplicar el número de conversos de manera rápida. No fue así con el Señor.

A pesar de que multitudes iban detrás de Él no nos dejó un modelo de evangelización masificador. No se fiaba de la gente sabiendo lo que había en sus corazones6.

Cierta vez les advirtió: “Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.” 7

La gente seguía a Jesús SIN necesidad de que Él las convocase. Renombrados predicadores trabajan duro para convocar multitudes ‘en nombre de Jesucristo’ usando eslóganes atractivos. Si caminasen las calles y visitasen poblaciones la gente no los seguiría como al Señor. Las razones son más que obvias. El precursor del Hijo de Dios, Juan el Bautista, fue definido como ‘voz que clama en el desierto’8. Los cristianos damos testimonio en el desierto de este mundo.

El Señor nos invita a vivir el Evangelio cada día, no de una manera sensacional, con shows y movilizaciones multitudinarias. Por el contrario, a vivirlo ‘contra corriente’.  Los que se cansan del vértigo mundano y necesitan salir de desilusiones, vienen más de una vez en busca de esa amiga, ese vecino, aquella compañera de trabajo, ese amigo de la escuela que tiene la palabra oportuna, el consuelo y el ánimo que necesitan; porque son los que viven la Palabra.

 De nuestra vida diaria en Cristo depende que otros se arrepientan, le conozcan y sigan. El Espíritu Santo obra y marca la diferencia a través del ‘testimonio’ del que vive lo que cree.

 

Notas.

01. Juan Stam 244. ¡Un caos exegético está invadiendo la iglesia! Crece confusión sobre criterios de interpretación bíblica.

02. Las ‘santerías’ son conocidas en todo el mundo y en muchas religiones. La influencia de la ICAR en Iberoamérica ha llegado hasta las iglesias evangélicas, en no pocas de las cuales se puede adquirir a ‘precios de oferta’: tierra de Israel, arena del Mar de Galilea, aceite de oliva de Getsemaní, entre otros artículos de gran demanda.

03. http://www.clarin.com

04. Es muy importante el hecho que la distribución de biblias aumenta en países donde los cristianos son perseguidos por su fe

05. Juan 3:6-8.

06. Ibíd. 2:24.

07. Mateo 7:13,14; ver también Lucas 13:23,24. Comparados con los que se pierden los muchos salvos son minoría.

08. Isaías 40:3; Lucas 3:4. Tampoco Juan iba a buscar a la gente. El Espíritu les conducía a los que se arrepentían y eran bautizados por el Precursor del Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.

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