Perdona…. ¿En qué mundo vives?

Muchos luchan por vivir mejor o se resignan a vivir como puedan. En este mundo en caos y confusión hay los que cuestionan a Dios por permitir que un puñado de injustos nos domine.

01 DE AGOSTO DE 2015 · 17:26

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Desde varios meses atrás mis actividades diarias comienzan temprano y parecieran no terminar. Dedico mi tiempo a promover la responsabilidad social1, a tareas del hogar, el mantenimiento del huerto2, a escribir artículos, a atender la correspondencia y a administrar nuestras obligaciones de familia y con los vecinos. No es muy diferente de lo que muchos otros hacen. Pero, seguramente a algún lector, a alguna lectora, le gustaría preguntar:

¿Y el tiempo para la oración y el estudio de la Palabra, hermano?

A quienes leen por primera vez algo de lo que escribo les respondo que precisamente sobre eso también tratan estos modestos escritos. Los lectores que me honran y alientan leyendo semanalmente ‘agentes de cambio’ saben que en ellos abordo permanentemente la necesidad de alimentarnos de la Palabra y de orar sin cesar; es decir, de dialogar con Dios.

 

La realidad de cada cual

Según pasan los años compruebo que hay una idea fuerza3 instalada en el centro de mi ser desde donde me relaciono con Dios, con mi prójimo y conmigo mismo; es una realidad no producida por mi imaginación. Me gusta planificar, pero no resulta de esa u otra capacidad. Es algo que se me ha concedido gratuitamente para cuidar y utilizar con sabiduría 4.

Este principio se ha convertido en algo prioritario en mi vida diaria. No permite que otras cuestiones ocupen su lugar; ello produciría pensamientos o sentimientos ligados a la tristeza, la aflicción o la angustia 5. Estas actúan como sensores íntimos; luces rojas que se encienden para advertir que algo no está funcionando bien dentro mío. Es cuando debo detenerme, por apurado que esté, para investigar sus causas tanto en mi interior como alrededor.

Dicho de otro modo, aunque esté ocupado en hacer, hay siempre pensamientos ligados a esa idea fuerza mayor. Parafraseando a alguien, ese principio es el que me hace sentir que ‘soy en el tiempo y en el espacio’6 que me han tocado vivir rumbo a la eternidad futura.

La Palabra y la oración nunca dejan de estar presentes en los cristianos genuinos (los que reconocen que lo son por obra y gracia divinas, no por méritos propios).

No programo por días, horas, lugares y situaciones específicas mis diálogos con Dios a través de la Palabra y la oración. Ellas están actuando –de una u otra manera- todo el tiempo en mí. Y no critico a nadie que lo practique de forma diferente. Cada uno tiene su propia realidad y es responsable ante el Señor sobre cómo responde ante ella.

Es más, desde joven he admirado a compañeros de militancia que tenían vidas mucho más organizadas que la mía. Eran mis amigos porque practicaban aquello que hablaban.

 

En el calor de hogar

Bien temprano, cada mañana, compartimos el desayuno con mi esposa; es cuando podemos planificar el día que comienza. También es frecuente que compartamos sueños, o pesadillas. O, como ocurrió esta mañana, abordamos temas profundos. Alejandra me dijo: ‘Vi en el ordenador que estás leyendo Isaías 47’. Asentí mientras sorbía mi café, y ella agregó: ‘Yo leí a Nahum y Habacuc anoche. Parece haber bastante en común con ese capítulo de Isaías’ - concluyó. No se equivocaba. Esos profetas recibieron de Dios un dramático mensaje para la elite de turno en el poder; uno que hoy nadie querría oír.

Ese fue el tema excluyente esta mañana.

Conversamos por varios minutos –que pasaron demasiado rápido- sobre el caótico estado que presenta el mundo en estos días; la concentración del poder en pocas manos y la multiplicación de la pobreza a causa de egoístas decisiones políticas. Tal cual como ocurría en Babilonia al ensañarse los gobernantes con sus siervos israelitas. En el imperio más extenso y brillante de su época hasta los ancianos, las viudas y los huérfanos eran oprimidos.

Entonces se fue haciendo patente en ambos que la decisión divina es la de poner todas las cosas en su lugar por medio de la justicia y la misericordia, a su debido tiempo.

La combinación de estas virtudes está ausente en las acciones de los humanos; más aún en las de los poderosos. Pero, los más débiles no están exentos de revisar su relación con Dios y los demás.

Repasando las noticias de lo que ocurre en la actualidad, en pocos minutos mencionamos el reciente escandaloso manoseo político y económico de la UE del Estado soberano de Grecia, el abuso de la ingeniería electoral por parte de partidos políticos, la apropiación indebida del Estado por parte de gobiernos populistas, la creación de un Estado terrorista con presunta legalidad para matar donde se le ocurra, la imparable producción y venta de costosas armas de destrucción masiva actualmente empleadas hoy en matanzas inconcebibles, la denigración de la mujer convirtiéndola en objeto de violencia o de lucro comercial, el enriquecimiento de las ya poderosas multinacionales productoras de transgénicos so hipócrita pretexto de ‘alimentar a los hambrientos’, el tráfico de personas, las mafias de la droga, los recortes presupuestarios en la educación y sanidad públicas, la corrupción en distintos niveles de la administración oficial, la discriminación racial, laboral, de género y credo –entre tantas otras realidades de esta hora- al punto de que nos miramos en silencio y concluimos declarando nuestra total incapacidad para modificar tales situaciones, por apasionada defensa que deseemos hacer en favor de todos los damnificados.

Nuestra debilidad, si no es asumida y confesada, impide o demora la poderosa intervención del Señor de señores.

La Palabra nos llevó a esa convicción. Y el mismo Espíritu nos guió a orar arrepentidos por no hacer lo que Él espera de nosotros; confesamos que sin Él es imposible actuar de la manera que le agrada.

A cambio, fuimos fortalecidos en nuestra fe en Jesucristo, quien puede obrar poderosamente en nosotros y a través nuestro; ¡y lo hace para que se cumpla la perfecta voluntad del Padre7!

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Notas

Ilustración: Foto de edificios gubernamentales presuntamente volados por un terrorista noruego ‘fundamentalista cristiano’ en el hubo siete muertos, y que luego mató a ochenta jóvenes en un campamento de adoctrinamiento en Noruega, el 22 de julio de 2011.

http://1.bp.blogspot.com/-uko4-L0aSac/TipVOh1CY_I/AAAAAAAABYQ/pK0xaIlYbSE/s1600/oslo_explosion_.jpg

01. El autor es co-fundador de ‘arquitectos, urbanistas y planificadores internacionales por la responsabilidad social’, en 1987, La ONG es conocida como ARC•PEACE y está organizando un evento en Mallorca para el primr fin de semana de septiembre. Ver: www.arcpeace.org; y https://ciudad2puntocero.wordpress.com/el-evento/

02. Un emprendimiento ciudadano sin fines de lucro, en la villa donde vive el autor con su familia. Ver artículo ‘Charlas de gallinero’ http://protestantedigital.com/magacin/35091/charlas_de_gallinero

03. Idea fuerza, o principio vertebrador, viene quizás de una interpretación del vocablo inglés ‘central tenet’.

04. 1ª Corintios 2:12,13 “Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido, lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual”; 2ª Corintios 4:1; Colosenses 2:6; 1ª Pedro 4:10; Apocalipsis 3:3.

05. Mateo 6:25-34; Lucas 12:22-26; Filipenses 4:6.

06. Refiero aquí a la opinión del ‘Gran Danés’, Sören Kirkegaard, prefiriéndola a la de muchos otros filósofos.

07. Juan 17:14-21 “Yo les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo. Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad. Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste.” Negritas del autor. Preferentemente leer todo el capítulo.

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