¿Son una carga pesada los ancianos?

Llegar a la ‘tercera edad’ –eufemismo por ‘ancianidad’– atemoriza a la mayoría de los abuelos y se convierte en un ‘problema’ para los más jóvenes. ¿Es así como debe ser?

04 DE JULIO DE 2015 · 13:06

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No se puede negar que conformamos una cultura de sustitución de aquello que sufre desgaste o es ‘antiguo’.

Se va poniendo a un lado lo ‘viejo’ o se lo arroja a la basura. Oímos hablar mucho de reciclar –y no está mal– pero poco de cuidar y de restaurar.

Un vecino mío es restaurador y está en el paro. ‘Lo industrializado tiene más salida y a la gente le resulta más barato que lo artesanal’- me explica resignado.

Sumidos en esta realidad consumista no debiera extrañarnos que, sin excepción, se trate a las personas igual o peor que a los objetos; comenzando por la gente mayor.

Atrás quedaron los años en que despedimos de este mundo a mis padres. Con nuestro pequeño grupo familiar coordinamos turnos para cuidar a nuestra mamá imposibilitada de vivir sola. Conversábamos mucho con amigos y miembros de la familia cristiana que pasaban por lo mismo. Aprendimos a hacernos preguntas que nunca nos habíamos hecho. Sacamos conclusiones gracias a buenos ejemplos de ellos. Pero eran una minoría en medio de una masiva corriente que alejaba a los mayores y ancianos del hogar porque ‘molestaban’.

Esas frases terribles que se repiten.

Lo peor es que no puede controlar sus funciones y la vida se vuelve insoportable con él’. ‘Tenemos que desatender nuestras cosas porque ella siempre nos trae un nuevo problema’.

No podemos pagar un lugar donde cuiden a papá. Son caros, y el Estado se desentiende’.

Estas son algunas de las frases que oímos. Por reales que suenen ¿nos justifican?

Dimos por sentado que es necesario desconectar la ancianidad del ciclo vital para asumirla como ‘un serio problema’.

Perdimos de vista todo lo que nuestros padres hicieron por nosotros desde que nos trajeron al mundo. Nuestra madre nos amamantó cuando éramos todo-dependientes; nuestros padres nos criaron, vistieron, alimentaron, dieron atención médica, educaron y nos enviaron al colegio, cuando éramos unos críos egoístas y presumidos. Omitiendo a los ‘padres-dependientes-de-por-vida’ algunos hasta fueron a la universidad gracias al sacrificio de sus ‘viejos’.

Recuerdo las conversaciones entre padres y madres que oía de pequeño. Si hablaban de nosotros siempre era pensando en brindarnos lo mejor. Soñaban por anticipado nuestro futuro; un futuro que deseaban fuese mejor que su presente. ¿Qué serán de grandes? ¿De quién se enamorarán y formarán su hogar? Entonces:

¿Qué pasó para que olvidemos todo eso que nuestros padres hicieron por nosotros?

¿Qué nos pasa que no actuamos a favor de los ancianos que necesitan de nuestro cuidado?

Olvidar lo que los padres hicieron por nuestro presente es no imaginar lo que nuestros hijos puedan hacer cuando seamos viejos. Aquello que sembramos hemos de cosechar 1.

 

Hay buenas enseñanzas en todas partes

De la abundante lectura que disfruté durante mi niñez hubo una en particular que me dejó muchas enseñanzas: ‘La buena tierra’ uno de los numerosos libros de Pearl Buck 2. Gracias a esta autora aprendí mucho sobre la cultura china y sus costumbres domésticas.

Recuerdo su descripción del hogar de una familia típica china en las zonas suburbanas. Con su relato pintaba cada sitio de la enorme casa donde convivían cuatro generaciones. Bisabuelos, abuelos, padres e hijos compartían la mesa y las tareas del hogar.

Cada uno sabía lo que tenía que hacer porque era enseñado por los mayores.

En el marco de un profundo silencio, había momentos en los que los ancianos contaban historias que los jóvenes y niños escuchaban con respetuosa atención. De esa manera el conocimiento era transmitido boca a boca, mientras la confianza y la disposición a aprender alimentaban y fortalecían la vida en comunidad.

 

La ancianidad en la Biblia

Alrededor de 300 veces se menciona a ancianos y ancianas en la Biblia. Esto demuestra que Dios ha concedido a la ancianidad un lugar importante en el Plan de Redención.

El término ‘anciano’ es empleado como sinónimo de ‘maduro’, ‘consejero’ y ‘obispo’; no necesariamente está ligado a la senilidad. Sin embargo, veamos algunos de esos casos:

Abraham, que vendría a ser el padre de los creyentes, murió en su casa a los 175 años de edad, en buena vejez, rodeado de hijos y nietos3.

A la muerte de Israel (Jacob) su hijo José reunió a los ancianos de su casa; como era funcionario del Imperio Egipcio, también convocó a los ancianos consejeros del Faraón y a todos los ancianos de Egipto. Con ellos fue a Canaán a sepultar a su padre conforme a su último deseo. No fueron con ellos los más jóvenes y niños, que quedaron atrás junto con el ganado4.

Moisés recibió el encargo de Dios de reunir a los ancianos de Israel para hacerles saber el propósito de liberarlos de la esclavitud en Egipto5. En adelante, Moisés y Aarón habrían de obedecer a los mandatos divinos en presencia de todos los ancianos de Israel.

El rango conferido a los ancianos es para dar testimonio a la comunidad de la obra divina en cada situación de la vida diaria. Todo giraba en torno al consejo y decisión de los ancianos.

Pero, el pueblo desafiaba de continuo la paciencia de Dios y el consejo de los ancianos. Por eso Moisés recibió la orden de amonestarle:

¿Así pagáis a Jehová, Pueblo loco e ignorante? ¿No es él tu padre que te creó? El te hizo y te estableció. Acuérdate de los tiempos antiguos, Considera los años de muchas generaciones; Pregunta a tu padre, y él te declarará; A tus ancianos, y ellos te dirán.” 6

Podríamos citar a Josué y a los profetas, en pasajes clave de la historia del pueblo de Israel. En todos ellos queda de manifiesto que la dignidad de un anciano es demasiado grande como para ser desechada. Por esa razón el salmista canta:

Alaben la misericordia de Jehová, Y sus maravillas para con los hijos de los hombres. Exáltenlo en la congregación del pueblo, Y en la reunión de ancianos lo alaben.” 7

El sabio Salomón compara la ancianidad con la juventud:

La gloria de los jóvenes es su fuerza, Y la hermosura de los ancianos es su vejez.” 8

Cuando describe a la mujer virtuosa el sabio enseña que gracias a ella su marido es bien recibido por los ancianos:

Su marido es conocido en las puertas, Cuando se sienta con los ancianos de la tierra.” 9

Sin embargo, el libro de Lamentaciones describe la tristeza que sube al cielo desde la tierra a causa del pueblo que extravió el camino de Dios; al punto que hasta sus ancianos ya no se ven como antes porque también ellos han caído en la desolación10.

Joel convoca al pueblo proclamando la profecía que trae gozo al corazón del pueblo esclavo en Babilonia, que se cumplió parcialmente y aún tiene partes a cumplirse según los teólogos:

Oíd esto, ancianos, y escuchad, todos los moradores de la tierra. ¿Ha acontecido esto en vuestros días, o en los días de vuestros padres? Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones.” 11

Sobre esta palabra el apóstol Pedro predicaría su extraordinario sermón en Pentecostés12.

Jesús vino al mundo cuando toda Judea era obligada por los fariseos y escribas a guardar la tradición de los ancianos, una carga impuesta que ni ellos llevaban. Los ancianos del pueblo eran parte de la monarquía arreglada entre el Emperador romano y el rey judío. Porque Jesús denunció su hipocresía fueron los principales instigadores de su condenación y muerte. Basta con leer los Evangelios para comprender el desvarío de una clase gobernante explotadora.

Como su Señor, el apóstol Pablo tuvo que comparecer ante esa oligarquía corrupta:

Cinco días después, descendió el sumo sacerdote Ananías con algunos de los ancianos y un cierto orador llamado Tértulo, y comparecieron ante el gobernador contra Pablo.” 13

Cuando el apóstol va constituyendo iglesias designa en el Espíritu a ancianos para gobernarlas; por eso aconseja a su hijo espiritual Timoteo:

No reprendas al anciano, sino exhórtale como a padre; a los más jóvenes, como a hermanos; a las ancianas, como a madres; a las jovencitas, como a hermanas, con toda pureza. (…) Los ancianos que gobiernan bien, sean tenidos por dignos de doble honor, mayormente los que trabajan en predicar y enseñar. Pues la Escritura dice: No pondrás bozal al buey que trilla; y: Digno es el obrero de su salario. Contra un anciano no admitas acusación sino con dos o tres testigos.” 14

Cuando instruye a Tito, el apóstol Pablo le insta a corregir lo que está mal y explica por qué le ordenó establecer ancianos en la iglesia en Creta, utilizando el término ‘obispo’ como sinónimo de ‘anciano’:

Porque es necesario que el obispo sea irreprensible, como administrador de Dios; no soberbio, no iracundo, no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas, sino hospedador, amante de lo bueno, sobrio, justo, santo, dueño de sí mismo, retenedor de la palabra fiel tal como ha sido enseñada, para que también pueda exhortar con sana enseñanza y convencer a los que contradicen.”15 Más adelante insiste en recomendarle cómo deben ser los ancianos y ancianas en la comunidad de fe16.

El apóstol Santiago recomienda llamar a los ancianos cuando haya enfermos en la comunidad:

¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados.” 17

El apóstol Pedro abre su corazón de pastor y recomienda a quien desee escucharle:

Ruego a los ancianos que están entre vosotros, yo anciano también con ellos, y testigo de los padecimientos de Cristo, que soy también participante de la gloria que será revelada: Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey. Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria.

Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos; y todos, sumisos unos a otros, revestíos de humildad; porque: Dios resiste a los soberbios, Y da gracia a los humildes.

Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo; echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros.” 18

El apóstol Juan, en su visión profética de lo que habrá de ser, revela la importancia que tienen los ancianos en la escatología divina. Si bien no debe tomarse literalmente todo lo que él ve por obra del Espíritu, en el Apocalipsis ‘los veinticuatro ancianos’ son mencionados doce veces y se los presenta siempre en actitud de reverente adoración y alabanza ante el Trono ‘del que era, el que es y el que ha de venir’ 19.

 

Conclusión.

Mientras el sistema monetarista consumista imperante en el mundo nos presiona y obliga a desatender a los menesterosos – los ancianos entre ellos – la Palabra de Dios nos muestra claramente que la dignidad de un semejante está por encima de cualquier negocio.

Dios nos ha puesto como sus testigos ante el mundo para mostrar su amor incondicional por el pecador. Por cuanto todos pecamos y estamos destituidos de su gloria, vino Cristo a morir en nuestro lugar y formar una familia para el Padre. En la familia de Dios no hay discriminación de ningún tipo pues llegamos a ser uno gracias a su Hijo Jesucristo20. Sólo a Él sea la gloria ahora y siempre.

 

Notas

Ilustración: http://www.urbinavolant.com/verbavolant/wp-content/uploads/2008/02/anciano.jpg

01. Gálatas 6:7.

02. Pearl Sydenstricker Buck (1892-1973) novelista norteamericana, primera mujer de ese país galardonada con el Premio Nobel de Literatura (1938), es autora de numerosas obras, entre las que destaca ‘La buena tierra’ llevada al cine, en las que pinta con maravillosa sencillez la vida doméstica en la China donde vivió más de cuarenta años. Hija de misioneros presbiterianos aprendió el mandarín y escribió desde su juventud. Con su esposo fundaron una organización protectora de niños asiáticos huérfanos e inmigrantes; luchó por los derechos humanos especialmente por los de la mujer y los desahuciados.

03. Génesis 25:8.

04. Ibíd. 50, conviene leer todo este maravilloso capítulo que cierra el primer libro de la Biblia.

05. Éxodo 3:16.

06. Deuteronomio 32:6,7.

07. Salmo 107:31,32.

08. Proverbios 20:29.

09. Ibíd. 31:23.

10. Lamentaciones 1:19; 2:10; 5:14.

11. Joel 1:2; 2:28.

12. Hechos 2:16:21.

13. Ibíd. 24:1.

14. 1ª Timoteo 5:1,2; 17-19.

15. Tito 1:7-9.

16. Ibíd. 2:1-5.

17. Santiago 5:14-15.

18. 1ª Pedro 5:1-7.

19. Apocalipsis 1:8.

20. Gálatas 3:28.

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