Nuestras citas con Dios (II)

Cuando el tiempo devocional es la prioridad, centrarnos en Dios pone las cosas en la perspectiva correcta.

21 DE JUNIO DE 2015 · 10:20

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3. Cultiva una relación

?«Y todo el que compite en los juegos se abstiene de todo» (1 Corintios 9:25).

Dos personas que se aman procuran pasar juntas un tiempo significativo. Para eso, tanto la disciplina como el amor deben obrar juntos. Disponer de tiempo requiere una planificación deliberada.

Para cultivar un tiempo significativo con Dios se necesita un enfoque similar. A menudo, empezamos el día con una firme intención de hacer el devocional en un momento específico. Pero, a medida que avanza el día, somos bombardeados con un asunto urgente tras otro. Al poco tiempo, posponemos el devocional hasta mañana.

Pero, cuando el tiempo devocional es la prioridad, centrarnos en Dios pone las cosas en la perspectiva correcta. Y esa conexión de relación requiere disciplina.

En 1 Corintios 9, el apóstol Pablo usó la imagen de los juegos atléticos para ilustrar la necesidad de tener disciplina espiritual. El término usado para «abstiene» en realidad significa «el poder del dominio propio; practicar la abstinencia».?Cuando los atletas dicen «Sí» a las Olimpiadas dicen «No» a otras distracciones. La única manera de ganar en el deporte competitivo de su elección es manteniendo un control riguroso de la dieta y el ejercicio.

De la misma forma, al establecer una disciplina devocional diaria y hacer de ella una prioridad, pueden agregarse muchos otros hábitos positivos.

He aquí algunas de las formas de establecer un hora para tu tiempo devocional antes de que empiece en realidad:

Reserva una hora específica del día para el reencuentro. Ya sea que necesitemos un calendario altamente disciplinado o prefiramos algo más relajado, todos necesitamos un plan. Si usas un calendario diario, un programa de ordenador o algún otro tipo de agenda, puedes apartar un tiempo en el que te vas a reunir con Dios diariamente.

Decide cuánto tiempo vas a emplear. Cuando yo aprendía guitarra clásica, el instructor me dijo: «Es mejor practicar 15 minutos al día todos los días, que practicar varias horas solo unos cuantos días.» Tenía razón, sobre todo cuando se trata de establecer nuevos hábitos. Pero los hábitos nuevos a veces?son difíciles de desarrollar.

No fue por accidente que el autor de Hebreos escribió que no hemos de dejar «de congregarnos, como algunos tienen por costumbre» (Hebreos 10:25). Él entendía que la asistencia a la iglesia, como cualquier otra actividad, es un hábito que hay que cultivar.

Este principio claramente aplica a nuestro tiempo devocional. Es mejor separar 15 minutos y tratar de permanecer fiel y honrar ese tiempo, que dejar que las distracciones diarias acaben con nuestra disciplina de todos los días. Después de orar sobre cuánto tiempo emplear, pon ese periodo de tiempo en su calendario.

Busca un lugar tranquilo. Todos nos concentramos o estamos distraídos de diferentes formas. C. S. Lewis plantea una sugerencia sorprendente en su libro Letters to Malcolm [Cartas a Malcolm). Su amonestación sobre el «tiempo devocional»?es asegurarse de tener «justo?la cantidad de distracción correcta» para ayudarnos a concentrarnos. Lewis cuenta la historia de un hombre que tenía su tiempo devocional en un compartimento del tren porque el silencio total lo dejaba abierto a distracciones internas. Irónicamente, su concentración aumentaba cuando se sentía ligeramente desafiada.

El asunto es que no siempre vamos a encontrar un lugar tan tranquilo como una cueva que no ha sido descubierta. Invariablemente, las distracciones menores pueden ocurrir. Pero tenemos que buscar un lugar que pensemos sea suficientemente tranquilo para ayudarnos a concentrarnos. Ahora, escribe en tu calendario el lugar donde vas a reecontrarte con el Señor.

Establece expectativas realistas. Conocí a un estudiante hace unos años que era un escritor excelente. El problema es que siempre entregaba sus trabajos tarde. ¿Por qué?

«Si no lo puedo hacer bien, ¡no lo hago!» —fue su respuesta. Su compromiso?con el perfeccionismo lo llevaba por la senda de la incoherencia. Ese es un problema común para mantener un tiempo devocional. Es la mentalidad de «o todo o nada» aplicada a la vida devocional.

Pero, en un sentido realista, el devocional diario tiene más que ver con el progreso que con la perfección. Es mejor para nosotros tener un tiempo devocional más corto e incluso menos significativo en un día determinado, que no hacerlo en absoluto porque tengamos exigencias altas.

Los tiempos devocionales cortos y manejables pueden contribuir a que estos sean más consecuentes.

Pero, ¿qué sucede cuando la hora y el lugar están reservados, y de hecho tú te preparas para? su tiempo devocional,?pero no estás de ánimo ?para hacerlo?

 

4. Cambia la fortaleza humana por la divina

«... los que esperan en el SEÑOR renovarán [intercambiarán] sus fuerzas...» (Isaías 40:31).

Isaías creía que esperar en el Señor era cualquier cosa menos un proceso pasivo.?Esta idea de «poder de permanencia» requería un intercambio radical de la fortaleza humana por la divina. La palabra hebrea para renovar significa «sustituir, intercambiar, mostrar novedad, brotar». El cristiano no debe estimular su voluntad, sino más bien intercambiar la energía humana por la divina.

Cuando yo estaba en mi segundo año de universidad tenía un problema de disciplina en los estudios. Encontraba toda clase de actividades con mis amigos, las cuales competían con la entrega de los trabajos a tiempo y estar plenamente preparado para los exámenes.

Una noche, después de clases, hablé de mi problema con mi profesor. Después de hablar con él me sentí apremiado a destacar mi tiempo devocional como la más alta prioridad del día. Sería el proyecto que iba?a planificar hacer primero todas las mañanas.

Al día siguiente, cuando comencé mi nuevo compromiso de dar prioridad a mi tiempo devocional, descubrí un decaimiento repentino en mi resolución. No tenía deseos. No estaba de ánimo.

Reclamando Isaías 40:31, decidí ser transparente con el Señor e «intercambiar mi fortaleza» por la suya. Le dije que mi corazón estaba frío y que sentía poca motivación para pasar tiempo con Él. Confesé mi apatía como pecado y luego le di las gracias por su perdón (1 Juan 1:9).

Entonces decidí entregar mi estado de ánimo a Dios y le pedí que lo cambiara. Empecé a depender de Él para reemplazar mi estancamiento con su vitalidad. Leí otra?vez el pasaje bíblico que debía leer ese día. Me comprometí de nuevo a orar para ser transformado.

Después de unos 20 minutos de hacer esto comencé a orar por otros proyectos que necesitaban mi atención más tarde aquel mismo día. Hablé con Dios de tareas que no quería hacer y le pedí la fortaleza necesaria para lidiar con ellas.

Para cuando mis pies tocaron el asfalto camino a las clases, comencé a sentir una energía, un enfoque y, lo más importante, una disciplina que antes no tenía. Ese semestre mis calificaciones subieron. Había encontrado la forma de intercambiar mi fortaleza por la del Dios vivo.

 

(Continuaremos en próximos artículos.)

(Artículos extraídos y adaptados del librito Nuestras Citas con Dios, de Dennis Fisher, publicado por Ministerios Nuestro Pan Diario en su serie Tiempo de Buscar. Puedes encontrar este y otros libritos sobre diferentes temas en: http://nuestropandiario.org/2009/09/serie-tiempo-de-buscar/

El link para la descarga de este librito en concreto es: http://cdn.rbclatino.org/files/2011/01/FG102_CitasconDios.pdf?7b6ac9

Si deseas más información, puedes escribirnos a [email protected].

 

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