Qué podemos hacer por los demás...

El Espíritu de Cristo me hace pensar en una respuesta de amor demostrativo a favor de los más necesitados.

31 DE MAYO DE 2015 · 13:30

,

Cada vez que me paro a pensar en cuestiones de la fe y de la redención de las almas humanas, me siento movido a compartir el Evangelio de Cristo con la máxima gente posible. Soy muy consciente de la gran necesidad de salvación y de vida eterna que ellos tienen, pero también soy conciente de las necesidades humanas que existen en la vida y circunstancias de muchas personas.

El Espíritu de Cristo me hace pensar en una respuesta de amor demostrativo a favor de los más necesitados. Cada vez me estremecen más las innumerables problemáticas y carencias de la gente de aquí o de allá, de cualquier parte donde alguien este sufriendo en cualquier manera imaginable.

Dios ama a la gente que sufre de verdad, nosotros los cristianos convictos y confesos somos las manos, los ojos y los pies de Jesús aquí en la tierra. El cristianismo sin rostro humano y sin compasión por los pobres y los tristes, por los solos y los amargados de la vida, por los ignorados y los marginados reales, no es cristianismo según Cristo, solo es una obsesión cargada de puro proselitismo religioso.

El Maestro de la Verdad, nuestro ejemplo supremo, nos comisionó para predicar su Evangelio a los perdidos; pero no podemos ignorar que una y otra vez, Él mismo nos emplaza por las Escrituras (Isaías 58) a no olvidarnos de los pobres y de los indigentes. Dios es amor y no es, ni mucho menos, indiferente ante el sufrimiento humano sea del tipo que este sea. Desde el buen samaritano hasta la parábola de las ovejas y los cabritos relatada por el mismo Jesús en el evangelio de Mateo capítulo 25, se nos exhorta a ayudar a nuestro prójimo en sus múltiples necesidades y a acompañarle en su sufrimiento, tal como nos dice el mismo Señor: "Porque tuve hambre y me disteis de comer; tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me recibisteis; estaba desnudo y me vestisteis; enfermo y me visitasteis; en la cárcel y vinisteis a mí...". La respuesta esta servida: ¿Cuándo le dimos de comer, de beber, o le cobijamos, o le vestimos, le visitamos y nos preocupamos por Él o por ellos?

Solo me queda recordarte y recordarme a mí mismo, que la fe sin obras es una fe muerta y estéril. Sin embargo, quizás todavía estemos a tiempo de reaccionar y convertirnos en creyentes y comunidades responsables antes que ser reprobados.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - El Tren de la Vida - Qué podemos hacer por los demás...