Con la pala en una mano, y la espada en la otra

Nehemias 4, novelado

05 DE ABRIL DE 2015 · 16:50

,

- ¡Esto no lo podemos tolerar más; es insoportable; no debemos  permitir que  sigan adelante con este proyecto!

Odio y enojo brotan como saetas de fuego de los ojos de Sanbalat. Es un sesentón delgado,  de cara curtida y  arrugada como un bandoneón. Sus ojos de águila parecen que se clavan en forma sucesiva en los miembros  de la audiencia como hundiéndoles las garras. (**)

Los comandantes militares  reunidos en una ciudad  de Samaria hacen con sus cabezas un calculado gesto de aprobación.

Uno de  los más condecorados  pide la palabra:

- Nosotros estamos dispuestos a hacer lo que sea necesario, pero tiene que ser hecho en forma tal que no despierte sospechas.  Ese Nehemías tiene muy  buenas conexiones en el gobierno, es uno de los confidentes más respetados del rey Artajerjes. 

Sanbalat hace una mueca arrugando la mitad de su cara, expresando el desprecio que siente por el gobernador de Jerusalén. Está que no se puede  aguantar un minuto más. Está que “explota”. Su rostro enrojecido  luce como uno de esos letreros de tránsito que dice: “PARE”.

- ¿Qué están haciendo esos judíos enclenques? ¿Acaso piensan que van a poder ofrecer sacrificios como lo hacían antes que el Templo de Salomón fuera destruido? - La voz de Sanbalat se torna ronca y con ironía prosigue - ¡Ni que pudieran juntar el polvo de las cenizas y volver a tener las mismas piedras que fueron quemadas! Yo creo que lo que ese  Nehemías está haciendo nos representa un peligro con repercusiones imprevisibles y muy perjudiciales para nosotros.

Cada vez que Sanbalat manda su andanada de quejas e insultos contra Nehemías   el general Xujizzi aprueba en forma repetida  con su cabeza. Los otros militares   a su mando de  inmediato repiten la misma señal como si se “contagiaran” o  estuvieran  “programados”.

Toma  la palabra un  alto oficial del gobierno amonita llamado  Tobías.  Su voz expresa el sarcasmo venenoso de su personalidad.  Aparenta unos cuarenta y tantos años; está vestido con un ostentoso atavío que trata inútilmente  de disimular su abdomen distendido por muchas comilonas. Sus escasos cabellos y barba son grisáceos. Sus ojos se mueven en todas direcciones y parece que saltaran como si fueran langostas. (**)

Amigos, – dice -  no tenemos por qué preocuparnos. Este muro que están  construyendo no les va a servir  para nada. No les va a defender de nadie. Yo creo que están perdiendo el tiempo. ¡Miren! - y les señala una  jaula donde han encerrado a una zorra - Si un animalito de estos se subiera al muro, se viene abajo como si  fuera de arena.

Un fuerte aplauso y una carcajada  general es la respuesta de los presentes.

Mientras tanto,  en Jerusalén Nehemías está haciendo la obra de la reconstrucción de las fortificaciones  que rodean a Jerusalén. La muralla está destruida en muchas partes y la ciudad está expuesta a cualquier ataque.

Los ayudantes vienen y van con preguntas y problemas que Nehemías soluciona. El gobernador de Jerusalén está vestido correctamente, pero sin lujos. Es un hombre de unos cincuenta años. Su rostro muestra el aspecto de un hombre inteligente, rápido y seguro de sí mismo. Se acercan unos mensajeros   que traen  un comunicado urgente y secreto:

-  Gobernador,  nos envían los ancianos del pueblo de Zijuzzo.  Nos hemos enterado que  hay planes para atacar la parte más  baja de la muralla mañana de noche.

 - ¿Quiénes son? -  pregunta Nehemías - Los enviados responden lentamente como mordiendo cada palabra:

-  Son Sanbalat, Tobías, los árabes, los amonitas y los de Asdod. 

Por unos momentos el rostro de Nehemías empalidece. Sus ojos negros y  sinceros se abren y su frente se arruga. Unos segundos después la tranquilidad vuelve a su semblante.

Nehemías se arrodilla, y los enviados lo imitan. Levanta sus manos hacia el cielo y ora:

-    "Oye, oh Dios nuestro, que somos objeto de su menosprecio y vuelve esas palabras de oprobio  sobre sus cabezas,… no cubras su iniquidad, ni su pecado sea borrado delante de ti…” (v.4-5).

Nehemías se levanta y en su rostro está la paz que el Señor sólo puede dar.

-    Volvamos a trabajar fuerte. Nos falta poco para llegar a la mitad (v.6).

Llegan nuevamente otros correos dando cuenta del eminente peligro:

-  El enemigo ha convocado una nueva reunión   para discutir “el problema” de la construcción de la muralla. Han resuelto  juntar un gran grupo de guerreros  y atacar en conjunto la parte más vulnerable  del muro.

-  ¿Qué vamos a hacer? - preguntan los ayudantes del gobernador. La embestida es eminente y se nos viene una fuerte partida.

Nehemías una vez más ora al Señor (v.9). Llama a los jefes de familia y les dice:

-  De aquí en adelante cada familia será responsable de una parte de la muralla. Recuerden, cuando ustedes estén protegiendo la fortificación,  no solamente están amparando  a Jerusalén sino que   están defendiendo a sus esposas, a sus hijos  y a sus hermanas.

-  Señor gobernador, - dice uno de los principales del pueblo -   los acarreadores están cansados, la cantidad de escombro es muy grande; yo creo que no podemos hacer este trabajo, y menos ahora que hay peligro que nos ataquen.

Nehemías con voz resuelta responde:

- Vamos a trabajar en turnos.  La mitad de los hombres van a trabajar y la otra mitad van a  usar el tiempo de descanso actuando como centinelas con sus armas prontas.

Todos tienen que están armados y preparados   para combatir. Que cada obrero trabaje con una mano en la obra y que con la otra esté pronto con la lanza.

Algunos de los magistrados hacen un gesto como diciendo: “Vamos a ver que pasa”.  Otros, con fe, demuestran su agradecimiento elevando sus ojos al cielo.

Nehemías nuevamente se levanta (v.14) y a viva voz y con firmeza   exclama:

-    ¡No temáis delante de ellos! Acordaos del Señor  grande y temible, y combatid por vuestros  hermanos, por vuestros hijos, por vuestras hijas, por vuestras mujeres y por vuestras casas”.

Otros de los principales murmuran entre sí diciendo: ¡Pero qué va a pasar si nos asalta  un fuerte contingente de guerreros y no  podemos hacerles frente!

El gobernador de Jerusalén  reitera con convicción las palabras: “El Señor es  grande y temible”.  Yo sé que “la obra es grande y amplia, y nosotros estamos distanciados en la muralla, lejos los unos de los otros. En el lugar donde oigáis el sonido de la corneta (trompeta) allí reuníos con nosotros. Y nuestro Dios combatirá por nosotros”.

  - Excelencia, - dice uno de los guerreros - ¿Va Vd. a  exponerse en caso de ataque?

Nehemías con firmeza responde:

- Donde  suene la trompeta, yo estaré con vosotros… Yo sé que el Señor permanece con nosotros y El es “grande y temible”.

 

La Historia Bíblica y Nosotros

Podemos clasificar a la mayoría de los creyentes  en tres grupos: los “híper-espirituales”, los “prácticos” o “realistas” los “intermedios”. Estos últimos son un grupo heterogéneo que combinan los dos anteriores en proporciones  variadas.

 Los “híper-espirituales” son aquellos que siempre hablan de la importancia de orar. En general tienen una tendencia a no hacer mucho. Si se aproxima un huracán oran intensamente y dejan las ventanas con sus vidrios expuestos como de costumbre. 

Son los creyentes que orarían al Señor para que envíe un ángel para que cocine  y aderece el gran almuerzo que la iglesia local tiene planeado. Como el Señor no envía el ángel razonan que no oraron lo suficiente.

Los “prácticos o realistas”   por el contrario, si saben que se aproxima una gran tormenta  se apresuran con toda su energía  a hacer todo lo que pueden. Colocarían  de inmediato tablas de protección delante de  los vidrios de las ventanas, y  quizás se acuerden de orar pidiendo la dirección del Señor luego que han terminado la tarea.

A veces los creyentes jóvenes  oran que el Señor les prospere en sus vidas pero no están dispuestos a tener la disciplina del estudio  de un oficio o de una profesión. Aún en ocasiones  quieren salir “a servir al Señor de inmediato” pero les falta una preparación esencial sobre la vida.

En Nehemías vemos  un ejemplo de aquel que tiene un excelente equilibrio  entre lo espiritual y lo práctico. Él está dispuesto a orar en cada momento que surge una dificultad; sin embargo, toma las precauciones  que son necesarias. El ora a Dios y al mismo tiempo  establece  una guardia de día de y de noche (4:9).

Frente a la amenaza de un ataque por sorpresa hace que los trabajadores se dediquen en forma alternada al trabajo y a la defensa.

El ha recibido  una comisión  definitiva del Señor. Sabe que lo que está haciendo es la voluntad divina y no tiene duda que el Señor le va a ayudar. Sin embargo, manda a los trabajadores que cada uno trabaje “con una mano y en la otra lleven la espada” (4:17).

Nehemías con sus hombres trabajando en la restauración del muro nos hace pensar  en nuestra vida cristiana. Nuestro labor secular y  para el Señor tiene que ser como la de estos hombres. Con una mano trabajando y con la otra teniendo la espada. (Efe.6:10:18).

Nehemías era un buen conocedor de  la sicología humana.  Para obtener el máximo arrojo de  sus guerreros  los coloca a cada uno resguardando sus propias familias. Ellos no van a estar peleando una guerra “sin una causa clara”. Ellos van a estar defendiendo a sus hermanos, hijos, hijas y esposas.

Nehemías era un hombre de una fe profunda en el Dios de Israel. A través de las páginas de este libro vemos el conocimiento que él posee de los atributos  divinos.

Reconoce que  Dios oye y contesta la oración. Para poder atender miles de plegarias simultáneas  tiene que conocerlo todo (v. 4 omnisciencia).

Sabe  que Dios es justo y castiga al que comete afrentas. (v.4). Para poder hacerlo, tiene que ser omnipotente; de lo contrario, no podría retribuir a cada uno por sus pecados.

El  está convencido que el Señor es grande y temible; y porque está de nuestro lado tenemos confianza y no tenemos necesidad de tener miedo. ¿Quién puede medir la grandeza de  aquel delante de quien las naciones son como el polvo en una balanza que no pesa nada (Isa.40:15)). Nuestra fe en el Señor aumentará al captar los distintos atributos que nos hablan de la majestad de Dios.

La obra de Dios siempre ha estado bombardeada por enemigos. Durante la construcción de la muralla  la primera ola  de ataque fue la calumnia, cuando son acusados de conspirar contra el rey. Al mismo tiempo se utiliza  la burla (2:19)  con el propósito de desmoralizar.  Se aprecia  en las palabras burlonas de Tobías: “si sube una zorra derribará el muro que ellos edifican” (4:3).

En la próxima “oleada de ataque”   los adversarios  de Judá al observar  que la obra progresa, se enfurecen y deciden atacar y matarlos a todos (4:11). Una y otra vez, ante cada distinta  embestida, Nehemías interrumpe brevemente lo que está haciendo y pronuncia una oración sucinta pero precisa. Él está tan acostumbrado a orar a Dios, que puede detener  en cualquier momento su actividad y con confianza dirigirse al Señor.

El gobernador de Jerusalén reconoce que el trabajo que tienen de restaurar la muralla es una obra grande (v.19). También se da cuenta de la debilidad y peligro que significa el estar separados los unos de los otros. Él plantea el plan a seguir en caso de un ataque sorpresivo.  

Si  un contingente ataca una parte de la muralla que tiene poca protección, se hará sonar la alarma (la trompeta  o corneta) y de inmediato un grupo selecto y fuerte de guerreros acudirá a ese lugar. Probablemente no todos, sino una unidad  especial ya determinada. 

Esto es todo lo que ellos pueden hacer, pero cuando lo efectúan tienen la promesa que “Nuestro Dios combatirá por nosotros” (v.20). Palabras muy semejantes a las del Apóstol: “Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?” (Rom. 8:31).

Nehemías está indignado con sus enemigos. No solamente porque se oponen a él y su proyecto sino porque al hacerlo  están afrontando la voluntad divina. Es así que en su oración le implora al Señor que castigue a sus adversarios en cuatro áreas distintas:

-  Que el Señor los condene y “devuelva su afrenta sobre sus cabezas”.

-  Que sean llevados prisioneros en tierra de cautiverio.

-  Que le Señor no cubra la iniquidad de ellos.

  - Que sus pecados permanezcan delante de los ojos del Señor - “ni su pecado sea borrado delante de ti”  (v.4-5).

La frase “en el lugar donde oigáis el sonido de la trompeta (corneta) allí reuníos con nosotros” trae a nuestra memoria las benditas palabras del Apóstol al decir  - refiriéndose a la Segunda Venida de Jesucristo - “El Señor mismo descenderá del cielo…con trompeta de Dios…seremos arrebatados juntamente con ellos… para el encuentro con el Señor…y así estaremos siempre con el Señor” (1Tes.4:16,17).

 

Notas al margen

Sanbalat era probablemente el gobernador de Samaria como lo sugieren documentos oficiales (*)

Tobías es posiblemente el gobernador de Ammón o Transjordania;  miembro de una dinastía que incluía gobernadores y gente de importancia en la zona de Amón. ** Estaba emparentado con el influyente sacerdote Eliasib (Neh.13:4). (Se utiliza el término siervo como  nosotros lo usamos para Ministro de Estado).

Gesem o Gasum: Sería un árabe de mucha influencia en el gobierno. De acuerdo a documentos sería  el gobernador de Dedan y rey de Qedar (misma ref. pag. 691)

 

Temas de discusión

¿Cómo respondió Nehemías a las acusaciones y burlas?

¿Cómo actuó Nehemías frente al peligro de un ataque ?

¿Qué caracteriza las oraciones de Nehemías?

¿Cuáles son los atributos de Dios que se ven  en este capítulo?

Importancia del “equilibrio y balance” entre lo espiritual  y lo práctico.

 

Bibliografía

 

 * Ref.The Expositor s Bible Commentary Fran E Gaebelein. Vol. 4 pag 687

 Zondervan 1988

** Misma referencia pag.688

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Ahondar y discernir - Con la pala en una mano, y la espada en la otra