No nos cansemos de hacer el bien

En todas las carreras que presenciamos, los corredores aumentan la marcha ante los aplausos y ovaciones del público que encuentran en cada tramo.

28 DE MARZO DE 2015 · 22:05

,

En estos días escuché, en un audio de P+D, una contundente e interesante conferencia del psiquiatra y escritor Pablo Martínez titulada "La vida cristiana en un mundo de obstáculos", la cual fue impartida con motivo de la celebración del 50 Aniversario de la Unión de Mujeres Evangélicas de España (UDME); y con la que animó y retó a todos los asistentes. Además de otros aspectos, en la misma el escritor señaló que "necesitamos modelos de la Biblia y de hoy que nos inspiren y nos ayuden a imitar su fe". En este sentido llamó profundamente mi atención su alusión a los comentaristas que utilizan la metáfora de un estadio lleno de héroes de la fe, lleno de testigos aplaudiendo desde los cielos, que utiliza el autor de Hebreos, y sugieren que los que nos han precedido y que ya están con el Señor, como nuestros padres, nuestros abuelos, nos miran desde el cielo y están viendo cómo corremos. Y nos aúpan, animan, aplauden... Y dice Martínez que "por alguna razón el autor de Hebreos utiliza esta singular, extraordinaria, hermosa metáfora. Por tanto le parece un comentario lógico y plausible y podría ser verdad porque la Palabra es la Palabra".

Y tiene razón; en todas las carreras que presenciamos, los corredores aumentan la marcha ante los aplausos y ovaciones del público que encuentran en cada tramo.

Todo esto me ha llevado a reflexionar incluso en la carrera privada de cada uno de los que deciden atender la llamada de Jesús y permanecer con los ojos fijos en Él. Y la lucha que tienen por permanecer así, mirando al modelo por excelencia y también a los modelos que tuvimos ayer.

Obviamente sé que la salvación es algo personal, y que el Señor no duerme ni se olvida de nosotros sus hijos. Y que en la Biblia tenemos una nube de testigos y modelos que nos inspiran y estimulan a seguirlos, porque nos recuerdan que Dios cumple sus promesas y que esta carrera no es en vano. ¿Pero te imaginas si además de todo esto se nos regala con una nube de testigos de aquí y ahora? Sería el no va más...

Más aún: que nos dicen palabras tales como las que el apóstol Pablo plasmó en sus epístolas y que ahora cito algunas: "Aunque como apóstoles de Cristo hubiéramos podido ser exigentes con vosotros, os tratamos con delicadeza. Como una madre que amamanta y cuida a sus hijos, así nosotros, por el cariño que os tenemos, nos deleitamos en compartir con vosotros no solo el evangelio de Dios sino también nuestra vida. ¡Tanto llegamos a quereros!". Después de estas palabras, ¿se doblarían tus rodillas fácilmente? Siempre hay una posibilidad, pero se haría menos probable.

Y que te dan garantía de la fidelidad y misericordia de nuestro Señor: "Estoy convencido de esto: el que comenzó tan buena obra en vosotros la irá perfeccionando hasta el día de Cristo Jesús". Y tú corres más.

El cuerpo se cansa porque remar a contracorriente exige más esfuerzo y debilita los brazos. Pero ahí las voces se elevan y te dicen: "Perseguidos pero no abandonados; derribados pero no destruidos...". "Pues sabemos que aquel que resucitó al Señor Jesús nos resucitará también a nosotros con él y nos llevará junto con vosotros a su presencia (...) Por tanto, no nos desanimamos. Al contrario, aunque por fuera nos vamos desgastando, por dentro nos vamos renovando día tras día...".

¿Hay obstáculos en tu carrera? En la mía más, diría el apóstol. "... en todo y con mucha paciencia nos acreditamos como servidores de Dios: en sufrimientos, privaciones y angustias.; en azotes, cárceles y tumultos; en trabajos pesados, desvelos y hambre. Servimos con pureza, conocimiento, constancia y bondad; en el Espíritu Santo y en amor sincero...; por honra y por deshonra...; veraces, pero tenidos por engañadores; conocidos, pero tenidos por desconocidos...; aparentemente tristes, pero siempre alegres; pobres en apariencia, pero enriqueciendo a muchos; como si no tuviéramos nada, pero poseyéndolo todo".

Entonces me imagino que el atleta que quiere tirar la toalla se va estirando hacia arriba con nuevos bríos y orgulloso de querer alcanzar la meta. Porque "¿No sabéis que en una carrera todos los corredores compiten, pero solo uno obtiene el premio? Corred, pues, de tal modo que lo obtengáis. Todos los deportistas se entrenan con mucha disciplina, ellos lo hacen para obtener un premio que se echa a perder; nosotros, en cambio, por uno que dura para siempre".

Y qué bálsamo sería si esa nube de testigos, o uno de esos testigos, en otro tramo de la carrera dice que no son infructuosos los esfuerzos por mantener la marcha y que vamos corriendo juntos: "Hermanos, no pienso que yo mismo lo haya logrado ya. Más bien, una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está delante, sigo avanzando hacia la meta para ganar el premio que Dios ofrece mediante su llamamiento celestial en Cristo Jesús".

Testigos que pueden decir con contundencia: "Hermanos, seguid todos mi ejemplo, y fijaos en los que se comportan conforme al modelo que os hemos dado (...) Por lo tanto, queridos hermanos míos, a quienes amo y tanto añoro, vosotros que sois mi alegría y mi corona, manteneos así, firmes en el Señor" (...) "Poned en práctica lo que de mí habéis aprendido, recibido y oído, y lo que habéis visto en mí, y el Dios de paz estará con vosotros".

Pero mirando debajo del sol vi que los testigos de aquí también pueden cansarse y que al mismo tiempo necesitan tener sus propios testigos para mantenerse firmes. Todos necesitamos oír "no nos cansemos de hacer el bien"... "hagamos el bien a todos"... "ayudaos unos a otros a llevar las cargas..." Pero no podemos negar que todavía nos cansamos, acobardamos, murmuramos, quejamos. A ratos nos gustaría estar sentados cómodamente, solo escuchando que Dios tiene grandes promesas para nosotros, y entonces nos entra la ansiedad para que nadie nos estropee el bello momento. Nos agobia tener que escuchar quejas, temas de salud, de crisis económica o de otra índole; que si mi hijo se ha apartado; que hay hambre en el mundo... etc., etc. Y si no fuera poco, abro mi Libro justo en la página donde dice que no me canse de hacer el bien, que sea voz de los que no la tienen, y que es más bienaventurado dar que recibir... cuando quisiera que dijera que me tome un año sabático porque el cuerpo no da más de sí y considero que tengo derechos y que cada uno se cuide y siga su carrera como pueda. Y contrate su propio entrenador.

La verdad es que solo el Señor podría dar una respuesta acertada. Pues no hay justo ni aun uno y el que crea estar firme mire que no caiga. Lo que no podemos negar es que viviendo todavía por este mundo y con personas de este mundo, por mucho que estemos encerrados en nuestra propia burbuja, tenemos las mismas dolencias y situaciones que todos, ya que los demás no son extraterrestres. Y no vamos a negar que nos gusta ir de compras, ver una buena película, entrar en una cafetería o visitar "El corte inglés".

Pero también creo todavía que es el Señor el que llama para encomendarnos algo en su misión y no yo misma. Y que debo estar atenta a si esa llamada es para mí o para otra persona. O si debo compartir lo que hago con otros; o debo cambiar de lugar... De todas maneras por esto no debemos afanarnos, pues si no nos damos cuenta él se encargará de que lo veamos sí o sí. Él tiene el control y solo resta decirle "en tu mano están mis tiempos". Todos.

Hoy, mi cuota de esa nube ya está cubierta. Escuchando al hermano Martínez incremento mi ánimo para seguir corriendo esta carrera del cristiano, que no es fácil. Y abogo por esa nube de testigos, con sus luces y sus sombras; mejor, porque así siempre se pondrán en nuestro lugar. Y nos enseñarán a ponernos en el lugar de otros.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Muy Personal - No nos cansemos de hacer el bien