Itiel Arroyo: “¡Vivo para predicar!”

En la décima entrega de nuestra serie de predicadores jóvenes españoles, entrevistamos a  Itiel Arroyo.

21 DE MARZO DE 2015 · 22:55

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¡Bienvenidos!

Esta semana seguimos con nuestra serie sobre ‘predicadores jóvenes en España 2015’ entrevistando a un hermano en la fe vasco, Itiel Arroyo (30).

Casado con Dámaris Gallo (y ahora en el proceso de buscar bebes), Arroyo declara: “Soy ingeniero informático de profesión, predicador por llamamiento ineludible”.

Coincidí brevemente con Arroyo el verano pasado en el retiro de jóvenes Beach 2014 (Galicia) donde los dos fuimos invitados a ministrar la Palabra. Escuché con mucho interés mientras nuestro hermano exponía el pasaje difícil de Éxodo 4:24-26 con gran luz y claridad.

Me dio gozo ver su pasión por la predicación de las Escrituras en el púlpito y por eso quería que formara parte de esta serie.

Pasemos, pues, a la entrevista.

Will Graham (WG): ¿Qué hay, Itiel? Me alegro de que estés con nosotros hoy en Brisa fresca. Sólo un par de preguntitas antes de empezar: ¿cuántos años tienes? Y, ¿cuántos años llevas predicando?

Itiel Arroyo (IA): Tengo 30 años y recuerdo que mi primera predicación fue con 17 años, aunque en realidad, eso que hice no podría llamarse “predicación”, pero de seguro puse toda mi pasión en ello. Recuerdo que fue en una pequeña reunión de mi comunidad local, un domingo a la tarde, con mis papas y cuatro familias más como oyentes. Les hablé de los mártires y como fueron torturados por la causa del Evangelio. ¡Extrañamente tardaron bastante tiempo en volver a dejarme predicar!

WG: (Risas) ¡Vaya, pobre! Bueno, ahora algo un poco más serio. ¿Cómo sabías que Dios te estaba llamando a predicar?

IA: Al principio no imaginaba que Dios me estaba llamando a predicar su mensaje, ya que ni siquiera me gustaba la predicación, al menos la predicación que yo escuchaba en mi círculo eclesial. Me parecía aburridísimo. Sin embargo, cuando fui bautizado con el Espíritu Santo, comencé a sentir mi corazón ardiendo con la necesidad de contarles a otros lo que Jesús estaba haciendo en mi vida. Entonces, me llevaba la Biblia al instituto, junto con mi Walkman y cintas de alabanza de la época, buscando la posibilidad de discutir con alguien acerca de la existencia de Dios. La mayoría de veces quedaba avergonzado sin tener las respuestas adecuadas a los argumentos de mis compañeros, por lo que me obsesioné con estudiar la Biblia para estar listo para rebatirles la próxima vez. Cuando quise darme cuenta, ya estaba enganchado.

WG: ¿Y cómo pueden los jóvenes saber si Dios les está llamando a ser predicadores?

IA: De la misma manera que uno descubre si ha nacido para jugar a futbol, dedicarse a la danza o crear arte: ¡No puedes dejar de pensar en ello! El llamamiento se manifiesta como una obsesión. Aunque no tengas el conocimiento suficiente, ni la habilidad suficiente, ni el vocabulario suficiente no puedes contener el impulso dentro de ti, tienes que compartir lo que has aprendido de Jesús.

Para mí, el llamamiento de predicador se manifiesta como Jeremías lo describió: “Si digo que nunca mencionaré al Señor o que nunca más hablaré en su nombre, su palabra arde en mi corazón como fuego. ¡Es como fuego en mis huesos! ¡Estoy agotado tratando de contenerla! ¡No puedo hacerlo!” (Jeremías 20:9, NTV)

WG: Aleluya. Sí, siempre empleo el mismo versículo para describir mi llamamiento a la predicación también. Esta pasión por la predicación por la Palabra nunca deja de arder por dentro. Bueno, como regla general, ¿cómo preparas un sermón?

IA: Cuando comencé, mis sermones eran imitaciones de otros sermones, básicamente plagiaba a mis predicadores de referencia. Con el tiempo, fui desarrollando mi estilo propio y aun sigo desarrollándolo.

WG: ¿Y cómo es ese estilo tuyo?

IA: Para contestar a tu pregunta, debo hablarte primero de mis disciplinas como predicador, que son las que me ayudan en la preparación de mis sermones.

Entre mis disciplinas se encuentra la lectura constante de la Biblia, acompañada de la lectura de algún otro libro (tengo una biblioteca curiosa en mi casa), además del ayuno y la oración programados. Constantemente estoy escuchando predicaciones que bajo de la red, de todo tipo de corrientes teológicas, aprendiendo de la enseñanza de algunos maestros y escandalizándome con la enseñanza de otros. Mantengo estas disciplinas semanalmente, para que la Palabra de Dios esté fresca en mi mente, hasta que de pronto una verdad se ilumina en mis pensamientos y no puedo dejar de pensar en ella. Ese es un momento único, que no llega tan a menudo como desearía, es el momento de la inspiración divina. Versículos, ideas y conceptos empiezan a conectarse en mi mente de forma frenética, por lo que tomo mi cuaderno y vomito todo sobre el papel, intentando crear un esquema, lo que llamo el esqueleto del mensaje. Después me siento durante varios días frente a mi ordenador para poner carne a ese esqueleto, oro para darle Espíritu a ese esqueleto y cuando tengo mi engendro, siento que tengo que matarlo y volver a empezar, porque soy tan crítico que no me gusta el primer resultado. Por lo que busco la ocasión para predicarlo y una vez que lo hago, me vuelvo a sentar frente al ordenador para corregirlo y mejorarlo. Eso lo hago hasta que creo que el mensaje ha tomado su forma definitiva. Archivo todos los mensajes y me imagino que son flechas en mi vaina, esperando el momento de ser lanzados al corazón del hombre.

WG: Gracias. ¿Y quiénes son algunos de tus héroes teológicos/ héroes en la fe? ¿Por qué?

IA: El primero es Victor Rodriguez, el que fue mi líder de jóvenes cuando tenía 15 años, porque gracias a la frescura con la cual nos hablaba de Jesús, yo dejé de cerrar mis oídos en la iglesia y comencé abrirlos para escuchar el Evangelio. Sinceramente, él hizo el mensaje comprensible, desafiante y divertido. Después llegaron otros, como los hermanos Jobe, dos pastores americanos que organizaban eventos de jóvenes en España llamados Contracorriente. Recuerdo verles predicar con sierras eléctricas, ataúdes, cruces gigantes… diez años después aun recuerdo sus mensajes y mi reacción ante ellos: “¡Quiero predicar como ellos!” Y no me avergüenza admitir que en mi juventud Dante Gebel fue un predicador muy influyente en mi fe.

Me considero un “friki” de los provocadores de avivamiento como Jonathan Edwards, John Wesley, Charles Finney o Charles Spurgeon, hombres que estaban ardiendo de pasión por Dios y cuyas predicaciones prendieron el corazón de muchos. Leo sus biografías, los escritos de sus diarios y sus sermones. En la actualidad, admiro a aquellos predicadores que viven lo que predican y que salen de la comodidad de los púlpitos para involucrarse en la tarea de cargar en sus hombros a la rebelde, sucia y enferma “oveja perdida”.

WG: ¿En qué consiste, para ti, un buen predicador? ¿Qué cualidades necesita en el púlpito y fuera de él?

IA: Un buen predicador tiene que ser igual fuera del púlpito que dentro del púlpito, es lo que la Biblia llama “Integridad”, una coherencia entre lo que predica públicamente y lo que vive en privado.

A esto añadiría las tres cualidades para los diáconos nombradas en Hechos 6, lo que yo llamo las “Tres C”: carácter, conocimiento y carisma. Un carácter moldeado por el martillo de Dios, un conocimiento doctrinal que sea el resultado de su amor por la Palabra y una unción que derive su intimidad con el Espíritu Santo.

En definitiva, creo que un buen predicador tiene que tener un carácter que progresivamente se parezca al de Jesús, un mensaje tomado del corazón de Dios y basado en la sana doctrina, pero que además tome el riesgo de impartir el poder del Espíritu Santo: Sanando a los enfermos, echando fuera a los demonios y bautizando a la gente con la Vida de Dios.

WG: ¿Cuáles son algunos de los peligros que un predicador tiene que enfrentar?

IA: Los mismos peligros que todo discípulo de Jesús debe enfrentar, pero especialmente debe tener cuidado con el orgullo, el amor al dinero y el sexo ilícito. Estos tres parecen ser los peligros más comunes para todos nosotros.

WG: En tu opinión, Itiel, ¿cuáles son los grandes desafíos y las grandes necesidades del cristianismo contemporáneo?

IA: Para la iglesia moderna, volver al origen es nuestra mayor necesidad. Tengo la sensación de que hemos convertido las iglesias en teatros, los pulpitos en escenarios y la predicación en simple motivación, debemos volver a la esencia.

Por otra parte, creo el mayor desafío es ser radicalmente Bíblico y a la vez ser relevante para nuestra cultura. Pero podemos hacerlo con la ayuda del Espíritu Santo.

WG: Sabiendo que P+D está llegando a millones de lectores jóvenes cada mes, ¿qué consejo le darías a un creyente joven en nuestros días?

IA: Ama el Libro, relaciónate con el Espíritu Santo que lo inspiró y compártelo con el mundo.

WG: Pues, allí lo dejamos hermano. Mil gracias por todo y adelante en el Señor. ¡Qué sigas proclamando las Escrituras sin cesar!

* La semana que viene estaremos hablando con: Alex Sampedro (Valencia)

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