El Dios-Hombre de los tiranos

Creo que ahora cuando se habla de “Reforma” se piensa en cambios en las instancias mediadoras, pero no en la presencia del Dios Libre.

15 DE MARZO DE 2015 · 08:45

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Cristo es Dios verdadero, y hombre verdadero; ni un hombre-dios, ni un dios-hombre. Las religiones de los hombres-dios son contrarias a Cristo, por eso la cristiandad papal o protestante que se base en la inmanencia del dios-hombre se levanta contra el rebaño del Cristo, enseñando cosas perversas (lo de Pablo en su despedida en Mileto).

Isaías lo pone (44:9-20 –del 1 al 8 no debe olvidarse–)… De ceniza se alimenta; su corazón engañado le desvía, para que no libre su alma [acudan, acudan, coman los ecuménicos con el papado en la mesa de los ídolos, y confiesen que su dios es el mismo, y paseen de excursión por el purgatorio, y sigan comiendo; que se den un abrazo en la celebración de la transustanciación; alégrense con el cristo que allí apareció, quédense con él hasta que lo deglutan; disfruten.]… Y hace del sobrante un dios. Sí, esto es el modelo, la imagen de la inmanencia, de asumir la continuidad entre el cielo y la historia aquí, entre comer un asado con el fuego del tronco, y hacer del resto un dios. La grosera idolatría del dios-tronco no es más que la existencia del hombre sin Dios, enfrentado a él con su padre Caín, hijos todos del seminal padre de mentira, que pretende controlar la existencia a su manera. Ese corazón desviado es el sustento y formador de la cristiandad (también de otras expresiones religiosas) que no puede soportar a un Dios Libre, Trascendente. De ese corazón sale la cristiandad pervertida, sea la ortodoxa oriental, el papado o sus hermanas protestantes. [Por supuesto, el material del herrero o el tronco de éste, además de un elemento usadísimo para esas cosas: la tradición, en muchos casos es la propia Biblia, convertida en material para cortar y arreglar, como ya hicieron los escribas y fariseos, con el fin de pervertir a la propia Biblia; que su padre el Mentiroso, y su madre la Antigua, son maestros en eso.]

Los “lugares altos”, las advocaciones de Moloch, y casos parecidos, sobre lo que tanto se avisa en la Escritura, no son más que expresiones de ese deseo de continuidad entre el cielo y la tierra, la pretensión de controlar lo que está más allá. Esto tiene formas muy variadas, hay santos patronos para todos los gustos, pero son miembros de un mismo cuerpo. Cuando el judaísmo o luego la cristiandad no es más que la suma de esos lugares altos y advocaciones de Moloch, no está mal que se los estudie entre Religiones Comparadas, pues son lo mismo que otras, aunque con formato peculiar por su situación o estadio histórico. Todas esas religiones que en la Historia puede haber no son otra cosa que expresiones del intento de eliminar a un Dios que sea Todopoderoso, sin que nadie le pueda enseñar, ni decirle ¿qué haces?, de un Dios Libre, que será escándalo para unos y piedra de tropiezo para otros.

Precisamente con todo acierto Calvino relaciona el primer mandamiento con su contraste en los avisos sobre mediadores, adivinos, Moloch, etc., que pretenden controlar la historia presente por medio de disponer en su mano de la escatología final. Igualito que las secciones de la cristiandad que ahora tenemos, evangélicas, ortodoxas o papales. [¿Por qué mencionas a Calvino? Porque es un autor que de modo especial testifica del Dios Libre.] Moloch en esto es muy relevante porque, con sus varias advocaciones, supone un modelo de inmanencia, de continuidad entre el cielo (lo trascendente) y la tierra; y estaba infiltrado en Israel, en la propia congregación del Dios nuestro. Realmente, con los que vomitan al Dios que predestina y ordena todas las cosas, debemos indicarles que tanto da Moloch (algo más repudiable por estética) que el Templo, cuando lo convirtieron en mediación (igual que todos los mediadores actuales: vírgenes, jerarquías, iglesias particulares, santuarios, etc.), pues al final, de mediación se trata. Seguro que eso de ofrecer los primogénitos a Moloch no suena bien, pero lo que se está ofreciendo no es más que la condición de continuidad, se le ofrece lo principal de la continuidad humana, el hijo, para que se pueda seguir el ciclo. Ofreces la humanidad. Por eso estos dioses-hombres o al revés, tienen en común que sus sacerdotes sean eunucos, o que, en algún grupo puntual, se entreguen en orgía sexual a los adoradores, en todo caso, perdiendo su humanidad, su condición y responsabilidad como criaturas. El celibato forzoso es eso, aunque lo revistan de santidad, es la santidad de Moloch. El sacerdote, el mediador, entrega su humanidad como el acto más elocuente de cercanía al dios, al cielo, a lo más allá, para que luego pueda traer a los “mortales” la gracia, la indulgencia, la salvación del dios que sea. Moloch es el dios de las ceremonias religiosas actuales de la cristiandad mediadora, esa que repudia al Mediador. [La inquisición ofreció a su dios Moloch cientos de miles de sacrificios, pasados por el fuego.] La santa madre iglesia jerárquica (bandera de los jesuitas) asume que es continuidad de la encarnación; por eso a nuestra María la han travestido de madre mediadora y se la han llevado al mismo cielo sin ver muerte, pues así es más mediadora que nadie.

Esas instancias, con sus servidores, de metal o tronco, esas mediaciones que fabrican su dios, han tomado parte de las Santas Escrituras, como su padre cuando tentó al Cristo. En ella han visto que se rechaza la mediación de adivinos o hechiceros y Moloch (también los falsos profetas); y puestas como nuevas mediadoras, han perseguido a cualquiera que así aparezca, es decir, cualquiera que pretenda ser puente con la trascendencia, con lo de arriba en el cielo; por eso persiguieron a las brujas (nombre genérico para todos los que pretenden mediar fuera de los cauces oficiales de los mediadores religiosos). Eso lo hicieron los países protestantes; de todo hubo, pues se trata de los que rechazan “otras” mediaciones. Por eso también se rechazó la ciencia y a sus cultivadores, porque pretendían entender de la realidad sin estar sujetos a las mediaciones litúrgicas o religiosas (eran, en ese sentido, como las brujas). Te podían quemar tanto por médico que curaba como por brujo. Eso suena bien, en defensa de la ciencia. Luego los científicos ocuparon el lugar de los mediadores, construyeron sus dioses del metal o del tronco, o de las fórmulas, y rechazaron a todos los que pretendían tener existencia fuera de sus mediaciones. Así pasa también hoy, que los científicos mediadores consideran como excluidos del circuito a los que confiesan creencias religiosas. Es evidente que en la Historia esos mediadores del leño se han peleado entre sí. Tu leño es malo, el mío es bueno. Guerras del papado contra el islam. Guerras entre naciones cristianas; la 1ª y la 2ª Mundiales. Esos hacedores del dios-hombre o del hombre-dios son de su padre, homicidas.

¿Entonces la Reforma qué fue? En sentido estricto, la “liberación” del Dios Libre, que podía salvar sin mediadores, que es el Señor de la Historia, y establece su Gran Día, el Día del Señor, sin domingos o fiestas de guardar, que trae su Justicia en su Escatología, sin quedar sujeto a controladores y leños dispares. Con ese nuestro Dios tenemos una fiesta continua (de eso, d. v., les comento la próxima semana).

Por supuesto eso implica que por Reforma no debemos pensar en “reformas” de las mediaciones. Eso es un problema real. Creo que ahora cuando se habla de “Reforma” se piensa en cambios en las instancias mediadoras, pero no en la presencia del Dios Libre. Con ello se olvida que esas “reformas” sobre cómo hacer al dios-hombre del leño hubo muchas y de muchas formas. La aparición de las órdenes monásticas es un ejemplo de ello; se pensó que la verdadera mediación, el buen hombre-dios tenía que salir no del leño de la sociedad, sino del claustro en el desierto. Entre esas órdenes se produjeron movimientos de “reformas”. Que si sí al trabajo, que si no y sí a la limosna… Entre ellos se pelearon con insistencia, a ver qué dios era el mejor, a ver qué mediación era más adecuada, más santa, más de dios. No se olvide, para no olvidarse del papa, que los jesuitas son un modelo de esas “reformas” (incluso así, reformadores, quisieron nombrar a sus servidores, en un modelo de confusión del lenguaje que sigue en la actualidad). Consideraban que los dioses sacados por los otros de los respectivos troncos eran incorrectos, y ellos proporcionan los ejercicios espirituales adecuados, en los cuales se muestra su capacidad mediadora para ser el espacio de la continuidad. Ellos son mediadores más espirituales.

El problema fundamental, que habrá que tenerlo presente en esto de la celebración del V centenario de la Reforma, es que en el mundo evangélico parece que se asume que lo relevante no es quitar el dios inmanente con la institución religiosa, sino las formas de la institución. No era mejor el dios de un grupo de “santos” en una iglesia (si se permite el nombre) radical, que se pensaba que solo estaba “allí” la opción del hombre-dios, de ser el espacio de la continuidad de la redención, que lo pretendido por el papado. Con los presbiterianos escoceses, por poner otro ejemplo, pasa lo mismo; asumen que su modelo es el medio único donde posarse la paloma, todo lo demás es agua de juicio; y persiguen a los otros, y reclaman que la espada del Estado se ponga a su servicio. Igual que el papado. Esos fabricantes de dioses tienen pintas muy diversas, y los ha habido y está llena la parcela protestante. Incluso algunos, con eso del sacerdocio universal (que está muy bien cuando está bien) han sacado la conclusión de que ya no necesitan a otros mediadores, ni liturgias, ni sacramentos, ahora son ellos solos los mediadores; pero el Dios Libre sigue dependiendo de ellos para poder estar, ahora son ellos los espacios de continuidad. Vaya, que se han hecho papas, curia, cardenales y todo junto. Eso no es Reforma, eso es cambio de altar de Moloch.

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