Cartas en Diciembre (2)

El que persigue buenas razones en Ti, siempre las encuentra.

13 DE DICIEMBRE DE 2014 · 22:45

Pluma. / Odan Jaeger,
Pluma. / Odan Jaeger

Escribirte de Ti

Querido Dios, mi Mesías:

Siempre tan deseado y tan cerca. Íntimo y casi para tomarte en brazos, y tan grande y elevado que no se acierta a verte sin dejar nunca de mirarte. Vacíos si no te encontramos y los rayos queman cuando se atisba tu presencia...

Con tu claridad lo llenas todo de luz. ¿Por qué aunque iluminemos las calles, las tiendas, los árboles parece que estamos en un espacio de sombras y de penumbras, cuando pasa el leve tintinear de unas festividades?; ¿qué muros son los que ponemos para no ver la luz tan fascinante?. Si tu luz es la que nos hace ver la luz, ayúdanos a ver y sentir, abrazar y comprender.

“Desde el Corazón” que aquellos que con sinceridad te buscan encuentran pronto la respuesta en el amor que te tengan, porque Tú mismo nos lo has dado. El que persigue buenas razones en Ti, siempre las encuentra. Pero no han de ser las que el orgullo de la falsa inteligencia prefiere, ni las que en falsa religiosidad nos hemos inventado, ni aún en las imaginativas espiritualizaciones que hemos protocolado, sino las que se encuentran en lo que Tú has revelado.

Estos días, perdóname Señor, me he puesto a pensar: ¿qué harías hoy si volvieras?. No te enfades si comparto contigo algunas imaginativas respuestas, ellas influenciadas por los vientos que soplan, tales como los que practican una caridad mal entendida. Vendrías a anunciar el Reino siempre a partir de los pobres –dicen algunos buenísimos . “Los proclamarías felices y afortunados, porque son los preferidos de Dios”, pero me temo que Tú no dirías eso, porque se enfadarían no pocos desgraciados, que más que ser preferidos querrían ser ayudados.

Como sigues sin enfadarte conmigo, pienso que si vinieras ahora, desenmascararías el fraude y la corrupción, desmontarías estructuras de poder tirano, derribarías los altares de todos los dioses falsos, viejos o modernos, ayudarías a los ancianos a bajar del autobús, serías gentil con todos y duro con los perversos, aceptarías las caricias de la pecadora y agradecerías su perfume, y tildarías de generación de víboras a los que prostituyen sus almas, te conectarías con Internet para enviar a todo el mundo la “Buena Nueva” de tu mensaje de paz y salvación, compartirías una taza de café con los amigos, buscarías y darías las genuinas alternativas para salir de la crisis… etcétera. Y como eres todopoderoso para hacer esto e infinitamente más, toda la Cristiandad deberíamos decir: ¡ven pronto!.

Y tratando de ser, como sabes que pretendo ser “un aprendiz de escribidor”, con un poco de lírica, pienso que si vinieras, para divertir a los niños, que siempre te gustaron, que abrazaste, bendijiste y nos los pusiste como ejemplos, les harías pajaritas de papel con páginas arrancadas de algunos libros de teología, de liturgias y reglamentos eclesiales. Y siendo muy realista, si vinieras ahora, los primeros que verían en ti el peligro que fuese urgente eliminar, serían bastantes hombres de iglesia; porque ambos sabemos, aparte de tu glorioso plan para nuestra salvación, que a ti no te mataron sólo los abusos de los ricos, ni los corruptos políticos, sino los abusos de los hombres de la religión.

Creo que si vinieras ahora, en una tertulia de buen humor, nos dirías que del mismo modo que nos hemos inventado el “Triangulo de las Bermudas” o el “Yeti” devorador de las montañas del Himalaya, “Santa Claus”, “Papá Noel” o “San Nicolás”, también hemos fabricado el buey y la mula en el establo de Belén, aunque esto sea algo más romántico. Y sonreirías, por la cantidad de centenares de estrofas de pobres villancicos y poemas, que habría que suprimir.

Si nuestros ojos están nublados y turbios, deslumbrados por los muros de nuestra ignorancia premeditada, si vinieras, no te veríamos como eres, pues la limpieza del corazón es aval indispensable para contemplar tu bendito rostro. Habrá que creer en Ti y en cuanto de Ti mismo has dicho y revelado. Creer en Ti y en tu palabra. Y tu palabra eres Tú, y Tú eres la Palabra. Nuestra voz no tiene más sentido de verdad que si hace resonar tu Palabra.

Querido Dios, mi Mesías: solamente podemos escribirte de Ti si tú mismo nos inspiras. Pues, al ir tecleando las letras de mi ordenador, siento en muchas ocasiones el soplo del Espíritu que me lleva por unos renglones de una carta, que sólo son valederos cuando Tú eres el único autor.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Desde el corazón - Cartas en Diciembre (2)