Yo creo en Dios

Dios ha tomado su mayor expresión humana en Jesús.

23 DE NOVIEMBRE DE 2014 · 06:40

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“¿Para qué sirve creer en Dios, si no está en ninguna parte? Dios solamente existe en la imaginación de los ilusos o de los débiles de espíritu. Solamente los que tienen un miedo feroz a la muerte, e incluso a la vida, y les aterra enfrentarse a las realidades humanas, son quienes quieren refugiarse en una quimera. Estos son los que prefieren huir de la realidad presente inventándose un mundo inexistente que algún día, según ellos, se tornará real aunque solo sea en la imaginación de unos ingenuos creyentes que apuestan por la credulidad en un dios imaginario, utópico y además encolerizado por el desafecto humano hacia su persona”. Esto dicen algunos sesudos.

“¿Qué clase de dios es ese ser tan perfeccionista y exigente que reclama obediencia absoluta a sus criaturas? Porque no admitir, de una vez por todas, la inexistencia de Dios y quedarnos todos tan tranquilos; por tanto amigos, “comamos y bebamos que mañana moriremos” y concluyamos con aquel dicho popular que reza: “El muerto al hoyo y el vivo al bollo”.

Si ese dios judeo cristiano nos hizo realmente libres para decidir nuestro destino personal, por qué se empeña tanto en molestarnos con tantos reclamos y proclamas a través de sus representantes, que por cierto no siempre resultan tan creíbles como se les supone. Por qué no aceptar de una vez por todas un mundo sin dios, organizado y administrado solamente por esta especie humana que sigue evolucionando hacia el protohombre que va superando sus anteriores etapas evolutivas, según se desprende (dicen algunos) de los estudios más avanzados de las ciencias biológicas, alcanzando su clímax en un futuro no muy lejano, pasando de ser el homosapiens al homosúmmum”.

Algunos todavía se preguntan: “¿Acaso necesitamos a ese supuesto dios que parece un tanto fantasmagórico? ¿Dónde está Dios, si está en alguna parte? ¿Cómo es Él? ¿Sería posible conocerle de verdad o es mucho pedir? ¿Cómo, cuándo y dónde se le puede conocer? Que alguien nos lo explique a ciencia cierta”.

Cuántos pasan por la vida sin enterarse ni preocuparse en absoluto de la existencia de ese buen Dios que, según algunos descreídos, parece más ausente que presente de las diversas circunstancias y problemáticas humanas.

Permítanme de pronto dejar de ser un ateo empedernido para convertirme ahora mismo en un sencillo creyente en el Dios que nos creó y que además nos ha regalado su maravilloso Don Inefable, el cual es Jesucristo.

Elohim está en el ambiente que nos rodea, está en el eco de las montañas, está en los mares inmensos, está en las alturas y también en las llanuras. El soplo del Omnipotente está en toda la creación animada e, incluso de manera latente, en la inanimada. Él está indeleblemente en toda nuestra estructura molecular y, por supuesto, en nuestra esencia humana convirtiéndonos en una replica de su divina semejanza. Sin duda alguna somos cual Adán y Eva, la obra maestra de Dios.

Elohim ha implantado, en el centro vital de nuestras almas, la conciencia que nos alerta de los peligros y bondades de la vida, como el árbol de la ciencia del bien y del mal en el paraíso perdido, y también ha plantado, en el centro nuclear de la historia humana, ese otro árbol de la Vida que es la cruz de Cristo, la cual puede dar salvación y esperanza a un mundo perdido en sus propios extravíos.

Dios ha tomado su mayor expresión humana en Jesús. Él es Único, sus palabras nos transforman por completo, su incondicional entrega y su dramática muerte en la cruz nos reconcilian con Dios y con nosotros mismos. Jesús, el Resucitado, es el Camino al Padre, la Verdad suprema y la Vida eterna personificada. Él y solamente Él es la Luz que ilumina nuestra existencia. Entonces amigos, hoy mi último consejo para vosotros es “buscar a Dios mientras pueda ser hallado”. Por tanto, si oyes hoy Su voz no seas indiferente a su llamada…Porque hoy es el día de tu salvación.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - El Tren de la Vida - Yo creo en Dios