La España del bienestar

Se nos lleva tiempo diciendo que España funciona, y no es verdad.

09 DE NOVIEMBRE DE 2014 · 06:05

La península ibérica desde el espacio.,
La península ibérica desde el espacio.

Tengo dos cosas de las que no puedo acusarme ni ufanarme, porque son heredadas –según mi admirable madre, que en cielo está, pues uno crece y envejece, pero ciertas cosas ya estaban ahí. Esas cosas son el sentido del humor y la irascibilidad contenida.

De lo primero, muchas personas me lo dicen, de lo segundo muy pocos lo conocen. Mi humor me es como una salsa que me ayuda a tragar determinados guisos que, sin ella, serían incomestibles; y creo que es la única salsa que no aumenta mi diabetes. Y el enojo y la ira uno de los pecados que confieso tener, aunque por obediencia al sabio principio bíblico, procuro que no se ponga el sol sobre él. Esa emoción que me asalta de repente como un brebaje amargo, que me distorsiona el tono de voz, que se me opone delante de los ojos como un solideo de hormigas, y que consigue que sufra un berrinche contenido pero molesto. Y en tales situaciones no me queda más remedio que poner en funcionamiento ambas cosas: el humor y el enojo, y yo siendo el campo de batalla. Mi estado más frecuente –que algunos consideran debilidad es el de la comprensión y el buen humor. El enojo me lo cuecen la obra mal hecha, el desamor, el abandono del compromiso corporativo porque las cosas no se hacen a su gusto, la falta de atención y compromiso, la indiferencia a las responsabilidades, la dejadez de algo a medio hacer, la increencia. De modo que tengo muchos momentos de ira privada, lo cual no es bueno para mi organismo.

Y como uno “Desde el Corazón” charla consigo mismo, me digo “y ¿por qué he de airarme, si esta es la real vida?; lo que pasa es que sólo te das cuenta cuando la cabeza en la que cae la teja es la tuya”. Pero contesto, es razonable que me enoje, cuando las cosas no funcionan en mi entorno, pero es que mi ira es sobre muchas otras cosas más. Y yo me refiero a muchas que me emberrinchan: se nos lleva tiempo diciendo que España funciona, y no es verdad; lo que más funciona a la luz de los índices de audiencias son esos programas que se hacen la competencia donde salen personajillos contando sus triquiñuelas, chascarrillos y concupiscencias. O esos reality o talk show o concursos de supuestos talentos o de turbias y truculentas preguntas. Y me interrogo diciéndome que mientras nos informan de desahucios, de viviendas de inhabitables espacios y desvencijados barrios ¿queda alguna casa, supercasa o palacio aún por mostrar de los abundantes poderosos?

No hace muchas semanas, un político de renombre, de los muchos que hay, han caído y caerán, presumiendo de gran dignidad, proclamaba: “los corruptos cuando más pronto desaparezcan mejor… hay que ir contra ellos”, él mismo ahora se pasea por el “Club entre rejas del Soto del Real”, por cientos y cientos se cuentan los imputados por razones de sobornos, malversación de fondos, blanqueo de dineros, tráficos de influencias, corrupciones a mansalva; y lo curioso es que no son personas sin estudios o con salarios tan bajos que los pobres no podrían vivir de sus sueldos. ¿Es esto la España del bienestar? Quizá debe serlo, pues si en Alemania, con casi 80 millones de ciudadanos, tienen unos 120.000 políticos, en España con 46 millones, tenemos 450.000 políticos; de forma que el viejo grito inmigrante de: “Pepe, vente a trabajar a Alemania”, puede actualizarse con “Hans, vente a hacer política –o jugar al fútbol a España”.

Cada día se acumulan más y más temas sin resolver, o resueltos a lo tente mientras cobro o esperamos que prescriban. Cada vez la gente confía menos en las resoluciones de la autoridad. Y para qué voy a hacer una enumeración, cojo mis periódicos y los lectores cojan el suyo: Desde la abrumadora marea de delincuencia extranjera a la dudosa administración de justicia; desde la discriminación de ciertas universidades a debates de temas cristianos y la manga ancha a los más increíbles programas amorales; de los estremecedores trincones de muchos organismos, al ancha es Castilla de los hipercomerciantes; desde el Fisco que se ha convertido lento y seguro en el enemigo público número uno; las sorprendentes declaraciones de los millones de beneficios de Bancos que uno tontamente se pregunta ¿y no podrían tales beneficios ayudar más a los parados ya sin ingreso alguno?; desde los humillantes designios y valoraciones de nuestras primas por extrañas organizaciones internacionales, a la desertización de nuestros pueblos; desde el menosprecio al campesinado y al jornalero mal pagado. Se nos dijo que España iba a funcionar. Y no ha sido así, no es así y ahora puede que se nos rompa.

“Desde el Corazón” puedo minimizar mi enojo, especialmente porque es tiempo de ir a descansar, pues el sol ya se puso hace horas, pero no puedo dejar de denunciar la falta de honradez, de austeridad y eficacia porque para ello lo elegimos. Así como advertir que pasarán por el justo juicio del Altísimo. Pues si un Estado no mejora la calidad y las condiciones de vida, y menosprecia las perfectas Leyes de Dios es, como una idea chinesca, de un fantasma que procura su propio auge, y llama a eso bienestar de España.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Desde el corazón - La España del bienestar