¿Serán honrados mis deseos?

02 DE NOVIEMBRE DE 2014 · 19:05

,

Me sucede con facilidad, que cuando viajo en coche y el trayecto dura varias horas, me pongo a pensar en historias imaginativas y deseos de los más curiosos. Y durante este tiempo de pensar, no hablo, ya que muchas veces el hablar –y yo lo hago mucho es el arte de sofocar e interrumpir el pensamiento, e incluso es la acción de poner palabras donde faltan las ideas.

Desde el Corazón”, debo reconocer que habrían personas que se sorprenderían de mis pensamientos y deseos, así que escribiendo sobre esto, tendré cuidado porque cuando no se piensa lo que se dice, es cuando se dice lo que se piensa; y en estos casos se pueden interpretar muchas rarezas. Y trato de pensar como semillas para la acción para mis artículos, como si tratara de crear un mundo en cada instante.

Regresando de la 62ª Convención de nuestra UEBE, mientras conducía  ¡y qué aburridas son las autopistas!, pensaba en deseos que quisiera para la gente. Y comprobarán mis lectores, por los que comparto, que salen de una armonía entre mente y corazón:

A quienes han perdido ilusión que la recuperen y la conserven.

A quienes han dejado de creer que encuentren motivos para recuperar la fe.

A las personas perjudicadas por las preferentes, que encuentren magníficos abogados que logren recuperar todos sus dineros.

A todos los que están sufriendo un desahucio, que un genial y compasivo programador infecte con un potentísimo virus todos los ordenadores de bancos explotadores y de algunos juzgados.

A los profesores de la enseñanza pública, que, a pesar de los pesares, y de los recortes, y de las mentiras, y de la poca ayuda de tantos padres, y de la generalizada hostilidad que soportan a diario, nunca olviden que son imprescindibles y un pilar de la civilización.

A sus alumnos, que sean conscientes del tesoro que tienen en las manos y que saquen todos los sobresalientes que puedan para demostrarlo.

Al personal de la sanidad pública que, a pesar de los pesares, y de los recortes, y de las mentiras, y de la generalizada hostilidad que soportan a diario, nunca olviden que son imprescindibles y otro pilar de la civilización y de la salud.

A sus pacientes, que sean conscientes del tesoro que tienen en las manos y que peleen pacíficamente pero con vehemencia para estar a la altura de los que pelean para que no pierdan sus derechos.

A los corruptores, que primero se arruinen y después paguen largos años de cárcel sin derecho al tercer grado.

A los empresarios indecentes, porque hay bastantes, para que alguien más indecente que ellos les estafe y les deje sin un céntimo.

A los abuelos y las abuelas que sostienen familias enteras con esas pensiones que cada vez valen menos, que les quieran muchísimo sus nietos.

A los tristes que se reconcilien con la alegría.

A los maltratadores que se encuentren con un maltratador en su camino, y mejor que paguen con la cárcel sin favores de tipo alguno.

A los pequeños héroes de la vida cotidiana, todos esos hombres y mujeres anónimos que se desviven por ayudar a los demás, ánimo y fuerza para seguir adelante.

A los explotadores, a los especuladores, a los despiadados de violencia o de guante blanco, a los traficantes de armas y drogas, a quienes abusan de la miseria ajena y la multiplican con su avaricia, con su egoísmo, que se mueran deprisa, porque el mundo será mejor sin ellos y el infierno recibirá sus súbditos.

A los cínicos, mentirosos, calumniadores, hipócritas, que se ahoguen en el frío veneno que destilan sus lenguas de reptil.

A los justos, recompensa.

A los generosos, prosperidad.

A los culpables, lo peor.

Y a todos mis lectores, mucha salud, bienestar y amor.

Todo esto y más, pensé como deseos, en un viaje de horas por la autopista.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Desde el corazón - ¿Serán honrados mis deseos?