Iglesia civil

 Somos el templo del Señor, piedras vivas, que el Señor crea y conserva hasta el final.

19 DE OCTUBRE DE 2014 · 05:10

Catedral de Santiago de Compostela.,Catedral Santiago
Catedral de Santiago de Compostela.

Con el lenguaje hemos topado. Y si es lenguaje de iglesia, la cosa es confusa. Y es precisamente lo que el lenguaje no deber ser, confuso; porque es el modo de existir, con las palabras vemos y percibimos, pensamos. La palabras de la Antigua (la Cabeza visible e invisible, la Santidad impía…) ya saben cómo fueron; luego están sus fluidos corporales, excrecencias varias, los que engañan con vana palabrería, los que cambian la ley de Dios por tradiciones humanas. Mis palabras son verdad; habéis sido creados en la verdad… Pues para hacer iglesia de verdad, y en la verdad, frente y contra la Otra, la que es cuerpo místico de la Cabeza coronada con las coronas que el mundo busca y llora, con la gloria que fuera del Redentor buscan… tenemos que recordar algo que es causa de ruina si es de la mentira, y de sentido común y edificación si es de la verdad.

De la iglesia de santidad propia del Templo que mata al Mesías, ya sabemos que vive y reina en su tierra de homicidas y mentirosos; pero la buena, la que no tiene de qué avergonzarse, la que su Redentor ha lavado y se la ha presentada ante sí pura y sin mancha, la nuestra, la que edificamos aquí; ésa también tiene una secuencia histórica, temporal; tiene una vida aquí en la tierra, que es civil, ciudadana de donde viva, con sus circunstancias variables.

Los que pertenecemos a la iglesia viva, porque nos ha comprado el Redentor con su propia sangre, estamos en medio de gente que está en la iglesia visible, pero que es enemiga de la vida; y nosotros estamos caminando con nuestras debilidades y miserias. Tenemos, por tanto, asuntos que son propios de nuestra condición de redimidos; pero otros corresponden a cada uno como ciudadano, como gente que vive en la tierra en unas circunstancias variables. Esto que parece tan evidente, ha sido en la Historia fuente de grandes males para la vida de la iglesia viva, y donde se ha manifestado mejor la naturaleza de la muerta, la de la Cabeza sin Cristo coronada. Por centrarnos en la más representativa, la principal (aunque siempre en el recuerdo de tantas hermanas con nombres diversos), resulta que la iglesia Romana tiene su piedra angular precisamente en pretender ese aspecto visible como sacramento salvífico, como mediación redentora, como administradora de la gracia, de los méritos de cristo (no puedo poner en mayúscula) y de los santos.

Una comunidad de redimidos (con algunos que no los son, ya se ha dicho), por ejemplo, la que nos ocupa donde está el Diótrefes y el fiel Gayo, tendrá muchas complicaciones en la aplicación de esta doble condición: son del cielo, pero son también ciudadanos, con sus derechos y deberes. El nacimiento y crecimiento hasta hoy de la iglesia Romana es tomar lo accesorio, lo temporal civil, como esencia, como sagrario. Y buscar el poder temporal como parte moral de su naturaleza. La iglesia fiel en este campo ha tenido problemas (en algunos momentos y lugares, gravísimos; como en las modalidades que los presbiterianos escoceses propusieron, tan cercanas en eso al papado), la infiel ha tenido su identidad.

Pongamos por caso, que la iglesia donde están Diótrefes y Gayo crece y resulta que sus miembros son mayoría en su ciudad; y toman el gobierno. ¿Cómo gobiernan, con qué leyes “civiles”? No es fácil responder; al menos no es fácil ante tantas páginas de la Historia como testigos.

La iglesia Romana es el ejemplo de esta situación. (No creo que sea necesario teología para derribarla y destruirla, solo con la Historia ya vale. ¿No es la verdad de la Historia “el espíritu de su boca”, incluyendo la Biblia, claro, con que el Señor matará al Matador?) La forma temporal, terrena, de la institución es la Mediadora, sin la que la salvación no es posible; por eso reclama que todas las esferas sean sus instrumentos, y cualquiera que no obedezca es objeto de repudio, incluso de destrucción por las armas. Esa es su historia. Por eso no les importa la figura o conducta de alguno de sus papas, pues lo que importa es el “cuerpo”, la entidad, que siempre permanece con esencia y autoridad propia. Por eso para el bien de la sociedad se debe conservar el papado, que es en su propuesta la sociedad perfecta. Por eso los grandes servidores de la institución, los jesuitas, tienen que defender al papa, mejor: el papado.

La iglesia de los redimidos tiene una manera de vivir que tiene que ser espiritual, por el Espíritu, con sus frutos… pero también tiene que vivir de una manera apropiada con sus vecinos. Somos el templo del Señor, piedras vivas, que el Señor crea y conserva hasta el final; la Otra es de su padre el mentiroso, y quiere un Templo visible, que crea y conserva hasta el final.

Seguiremos, d. v., ya sin tocar este asunto, pero advirtiendo que hacemos iglesia, no hacemos un templo visible, una organización eclesiástica.

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