Nicanor Parra: antipoesía y trascendencia (III)

La muerte es un hábito colectivo. Nicanor Parra, Artefactos (1972)

20 DE SEPTIEMBRE DE 2014 · 21:55

,

La camisa de fuerza” (1962-1968)

“Los versos de Parra no eran para nosotros ayuda-memorias emocionales: eran experiencias inmediatas. Eran nuestra conciencia de la realidad personal oculta; nos abrían los ojos”. Así se expresó el poeta Armando Uribe al referirse al impacto de la obra parriana en una época en que Pablo Neruda dominaba el panorama de la poesía chilena.1 Para este autor, los antipoemas “eran la poesía por el lado del revés, por el lado del que uno vive cuando admite el mundo como es y no sabe cómo debe ser… desde Residencia en la tierra ningún poeta chileno había dado en la realidad común y ominosa de una manera tan absoluta”.2 El futuro Premio Nobel saludó la anti-poesía no sin ciertas reservas, pero vislumbró en ella el huracán que arrasaría hasta con él mismo: “Me dijo: me equivoqué contigo, pensé que no eras poeta, pero sí eres un poeta. Si publicas un libro entero con esos poemas, no vas a dejar títere con cabeza”.3 Fue muy directo con el autor de La cueca larga —el poemario que influiría en Estravagario (1958)— al reconocer que también manejaba la rima. No obstante, con el tiempo se instalaría una vaga y “cordial” distancia entre ellos.

Pedro Lastra, al reseñar Canciones rusas (1967) resume bien la trayectoria de Parra, un proyecto que, en efecto, se instaló a contracorriente del optimismo nerudiano pero que brillaba ya con luz propia:

 

Después de más de veinte años de sostenido y consciente trabajo, Parra ha logrado dar cima a una concepción estética, cuyos aspectos principales se refieren a la prescindencia de toda retórica, a la sustitución de un vocabulario poético gastado, por las expresiones coloquiales más comunes, entre las que no escasean ni la información periodística ni el léxico burocrático, en un contexto general que suele adoptar con frecuencia un carácter conversacional. Sin embargo, Parra consigue siempre sacar el mejor partido de las palabras, y la incorporación de aquellos elementos considerados durante mucho tiempo atrás como espurios, le permiten describir, cabalmente, los contenidos de la vida moderna.4

 

Nicanor Parra: antipoesía y trascendencia (III)

 Uno de estos contenidos, precisamente, es la crítica y la ironización de lo religioso, lo sagrado, lo considerado intocable, para darle un tratamiento de humor negro hasta entonces impensable.

Las experiencias aludidas por Uribe, al enfrentarse a esta “deconstrucción” del lenguaje religioso hacen que éste comience a “decir” cosas imposibles pero que siempre estuvieron en germen pero que, debido al control ideológico de las iglesias, nadie se atrevía a extraer. En “La camisa de fuerza” (1962-1968), sección incluida en la amplia antología Obra gruesa (1969), el atrevimiento avanza y, llega a evidenciarse en la mismísima “Acta de independencia” mediante un texto que lleva ese título:

 

Independientemente

de los designios de la Iglesia católica

me declaro país independiente.

 

Para agregar, ya en “pleno uso” de sus nuevos derechos, y con el tono sardónico requerido, que nunca pierde:

 

A los cuarentaynueve años de edad

un ciudadano tiene perfecto derecho

a rebelarse contra la Iglesia católica.

Que me trague la tierra si miento.5

 

Al romper lanzas contra la iglesia mayoritaria, el hablante poético declara su independencia cultural, estética e ideológica para asumir, a partir de entonces, el lenguaje de la institución, en la línea de lo que observó el crítico uruguayo Emir Rodríguez Monegal, citado por Lastra: “‘Poesía prosaica, sin duda […]. Pero prosaica del mismo modo que lo es Les fleurs du mal: por la insistencia en atravesar la piel de lo cotidiano, para encontrar debajo las presencias invisibles, pero seguras, del dolor, del engaño, de la locura, de la muerte. Una suerte de ferocidad alegre y trágica a la vez encuentra salida en esta poesía’. Ampliando estas observaciones, Parra ha agregado que la finalidad última del antipoeta es hacer saltar a papirotazos los cimientos apolillados de las instituciones caducas y anquilosadas”.6 Y eso es lo que hará con algunas de las creencias o postulados cristianos más acendrados.

 

Nicanor Parra: antipoesía y trascendencia (III)

 En “Frases” (de Canciones rusas) rematará sus observaciones con un aparente verso positivo: “Dios es un buen amigo de los pobres”.7

Para después atacar en “La camisa de fuerza” con uno de sus poemas contundentes y discutidos, “Padre nuestro”, ante el que hay que detenerse para discurrir sobre él, pues parte de la oración original y la modifica a placer, con un humor dudoso para algunos, pero que para otros es motivo de meditación:

 

Padre nuestro que estás en el cielo
Lleno de toda clase de problemas
Con el ceño fruncido
Como si fueras un hombre vulgar y corriente
No pienses más en nosotros.

Comprendemos que sufres
Porque no puedes arreglar las cosas.
Sabemos que el Demonio no te deja tranquilo
Desconstruyendo lo que tú construyes.

Él se ríe de ti
Pero nosotros lloramos contigo:
No te preocupes de sus risas diabólicas.

Padre nuestro que estás donde estás
Rodeado de ángeles desleales
Sinceramente: no sufras más por nosotros
Tienes que darte cuenta
De que los dioses no son infalibles
Y que nosotros perdonamos todo.8

 

J.M. Ibáñez Langlois (de quien no debe olvidarse que también es sacerdote) ha insistido en que, más allá del inútil afán de cristianizar poemas como éste, es posible hallar un sentido religioso en la veta de autores como Unamuno, Nietzsche o Newman: “…yo diría que en expresiones como éstas […] puede haber más sentido de Dios, más experiencia o búsqueda religiosa que en volúmenes enteros de literatura devota”.9 Señala que Parra “se limita a comulgar con el dilema en todo su dramatismo [“Creer es creer en Dios”, dice en otro lugar]. […] El hecho es que la conjetura misma es una forma del sentir cristiano”.10 Y agrega:

 

El horizonte bíblico del hombre caído ha sido poetizado —antipoetizado— por Parra con una hondura religiosa, con una profundidad casi mística, con un sentido angélico y demoníaco, con la profundidad ardiente de un San Agustín o de un San Juan de la Cruz. De un santo al revés, se me dirá; pero todos sabemos que en la antipoesía, el estar las cosas al revés o al derecho no tiene excesiva importancia; el asunto es que estén. Su dirección puede dar vuelcos diametrales en cualquier momento. Su dirección puede dar vuelcos diametrales, en cualquier momento. La noche mística del sentido, la noche terrestre del alma, consagra estas terribles ambigüedades.11

 

Y agrega, siempre en la búsqueda de no sobre-interpretar textos tan complejos como “Padre nuestro”:

 

Yo no pretendo atribuir un credo al poeta, ni menos interpretar en sentido religioso “simbólico” sus imágenes. Para nada quiere con símbolos, nada sabe de afirmaciones metafísicas. […] Digo sólo que el modo de existir y de dudar del poeta —también el modo de parodiar la liturgia, des escupir al cielo, de protestar ante las potencias divinas— es un modo específico de la experiencia religiosa. […] El amor oculto y el sarcasmo pueden andar muy juntos; la invectiva religiosa puede ser una forma de conciencia de lo divino.

Digo también que desde la situación de esta poesía resulta siempre posible el salto de fe.12

 

Parra avanzaría aún más en este tenor, en la misma sección, como lo veremos en la siguiente entrega.

 

....

 

1 A. Uribe Arce, “Como un herido a bala”, en La Nación, Santiago de Chile, 9 de julio de 1967, suplemento dominical, p. 5, cit. por A.G.B., “Amistad y tensión: los años en que Parra quebró el reinado de Pablo Neruda”, en La Tercera, Santiago de Chile, 2 de diciembre de 2011, http://diario.latercera.com/2011/12/02/01/contenido/cultura-entretencion/30-92535-9-amistad-y-tension-los-anos-en-que-parra-quebro-el-reinado-de-pablo-neruda.shtml.

2 Idem.

3 A.G.B., op. cit.

4 P. Lastra, “Introducción a la poesía de Nicanor Parra”, presentación del recital realizado en la Universidad de Chile (Valparaíso), agosto de 1967, en Revista del Pacífico, Facultad de Filosofía y Educación, Universidad de Chile, Valparaíso, año V, núm. 5, 1968, www.nicanorparra.uchile.cl/estudios/lastra.html.

5 N. Parra, Obra gruesa. Texto completo. Santiago de Chile, Andrés Bello, 1983, p. 122.

6 P. Lastra, op. cit.

7 N. Parra, Obra gruesa, p. 125.

8 Ibid., p. 128. Cf. www.nicanorparra.uchile.cl/antologia/camisa/index.html.

9 J.M. Ibáñez Langlois, “La poesía de Nicanor Parra”, en N. Parra, Antipoemas. Barcelona, Seix Barral, 1972, p. 40.

10 Ibid., p. 41.

11 Idem. Énfasis agregado.

12 Ibid., p. 42. Énfasis agregado. Para una visión crítica de estas opiniones de Ibáñez Langlois, véase: Leonidas Morales, “La poesía de Nicanor Parra (II)”, en www.nicanorparra.uchile.cl/estudios/poesiadenicanor2.html.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Ginebra viva - Nicanor Parra: antipoesía y trascendencia (III)