La autoridad de servir

Nuestra autoridad es el servicio en amor, bajo la autoridad absoluta del Espíritu.

20 DE SEPTIEMBRE DE 2014 · 21:50

,mano

La Iglesia es el conjunto de los redimidos, de todos y de todas las épocas; todos los que le fueron dados por el Padre a Cristo, ni uno más, ni uno menos. Su cuerpo, por quien él se entregó. Hacer iglesia es vivir esa obra en el tiempo que nos toca a cada uno. La persona de Cristo y su obra, pues, es el centro de ese hacer iglesia.

Luego está la existencia de esa Iglesia en el tiempo concreto, y entonces la vemos mezclada, es la iglesia “visible”, que no coincide con la que Cristo ha salvado. Hacerlas coincidir ha arruinado el camino de muchos; la Romana es el ejemplo, pero no está sola, tiene muchas hermanas.

En esa existencia terrena ya vemos cómo existe en dificultades siempre. El Diótrefes aquel que se opone a que los demás creyentes reciban a los que él no decide, es muestra de esa situación. Que anden en la verdad es lo que busca el autor de la carta, pero esa verdad, que la vive el receptor, Gayo, está en contra de lo que hace Diótrefes. Y la verdad no tiene otra herramienta que ella misma para defenderse, no puede usar lo que le es contrario, la mentira, lo vacío, para defenderse o afirmarse. Esto, que parece tan simple, no es lo que vemos en la Historia; todo lo contrario, sus páginas están llenas de pretensiones de la iglesia visible de mantenerse y fortalecerse precisamente usando las armas del diablo.

El anciano (Juan) ha escrito a la iglesia. Con ello sabemos que allí hay una iglesia, pero cómo está organizada no sabemos, excepto que el Diótrefes pertenece a la misma y ejerce su dominación sobre otros, al final, la propia iglesia queda bajo su tiranía. Esta es la iglesia visible; nosotros hacemos la buena, la de Cristo, pero conscientes de dónde edificamos y con quiénes. Esa iglesia de Cristo vive en medio de diótrefes, vicarios, apóstoles travestidos, santos de altar, torquemadas y santospadres de todo tipo. Un modelo típico de esos enemigos de la verdad, es que procuran que no se lea la misma, porque está escrita. ¿Se acuerdan de cómo la Romana impedía la lectura de cartas que fueron escritas a las iglesias, para todos nosotros? El Espíritu las había dispuesto para que las recibiéremos, pero ellos las ocultaron para que no oyéramos a ese Espíritu. Pues sabían que su “iglesia”, la que imaginaba Diótrefes, no podría permanecer si las cartas eran conocidas por todos. Sabe el Vicario que solo puede permanecer si impide la presencia del Cristo y los suyos; así ha hecho siempre en compañía de sus hermanos de otras tiranías eclesiásticas.

¿Qué hace el autor ante la situación? Pues no apela a la curia vaticana, ni a derecho canónico, ni a comité de relaciones internas… Se trata de actos personales, avisando a quien sabe que anda en la verdad y no ha sido engañado; señalando con nombre a quien está perjudicando a la iglesia; avisando de que luego cuando llegue señalará en público lo que está pasando… Todo de acción personal. Así es en la iglesia de Cristo, personal, afecto, amor, exhortación…

¿Pero así estaremos perdidos ante los tiranos? No, así están perdidos los tiranos. El Espíritu que edifica a su Iglesia, donde es el Señor, no la edifica con otros medios, sino solo los suyos, los espirituales; con ellos vence siempre. Los que no quieren este Espíritu, porque no quieren al Cristo tal como es (fabrican otro travestido), esos son los que organizan la iglesia visible para hacerla santa y sin mancha, son los de las autoridades jerárquicas, sin las cuales su “iglesia” no puede subsistir; le quitas al del trono y se quedan sin nada. Nosotros, los de la iglesia que vive y se edifica por la palabra, por el Espíritu, solo queremos y necesitamos a ese Cristo; luego nos sentamos juntos, de toda lengua y nación, en la mesa como comensales, en comunión con el Señor, por su propia presencia en cada uno; porque ya no vivimos por nuestra cuenta, sino en él y él en nosotros; somos uno. Y eso no es forma externa, ni jerarquías, ni estructuras eclesiásticas…

Diótrefes muestra su poder por la autoridad propia que ejerce sobre la iglesia; esa es la manera que tantos han buscado y tantos ven como imprescindible. El protestantismo no puede subsistir sin esas estructuras de poder, dicen, y muchos se lo han creído, también dentro del protestantismo, y han copiado tipos diversos de diotrefismos. Sin embargo, la iglesia de Cristo se sustenta y edifica y conserva por el poder de su Redentor, teniendo el servicio como el medio de ejercer esa autoridad. Nadie tiene mayor autoridad que esa iglesia, pues ella es la que juzgará con su Señor a las naciones, por supuesto, primero a la Usurpadora con todos sus santospadres, líderes ungidos, apostolillos y profetillas; la Romana y todas sus hermanas, las que no dejan que entren los que viene en nombre del Señor.

¿Entonces la iglesia no tiene estructura externa? Solo en cuanto cuerpo social, como otros, en un sitio determinado. Es decir, si somos una comunidad y nos reunimos y vendemos o compramos un artículo de consumo, pues debemos tener lo que corresponde socialmente, como los demás. Pero esa estructura es civil, no “sagrada”, y está sujeta a la misma jurisdicción civil del resto de los ciudadanos. Esto es lo que la Romana no puede tolerar, su Triple no lo consiente, pero está vencida, la Palabra la ha derrotado, solo queda su cadáver, que procuran conservar como vivo, pero está muerto, huele, es el “perfume” del diablo.

Nuestra autoridad es el servicio en amor, bajo la autoridad absoluta del Espíritu. La de los otros es la del poder de la organización, esa Organización ha sido derribada, con su Cabeza a la cabeza. La fe de la que está en manos de su Señor vence al mundo. Ahí estamos, con tantos, de todas partes. Los otros que edifiquen a la Otra, con sus Otros diversos que ha salido por el mundo.

Poco a poco; reflexionando; que vamos por el buen camino.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Reforma2 - La autoridad de servir