Desde el AVE

13 DE SEPTIEMBRE DE 2014 · 21:50

Tren Ave español.,Ave, conversación
Tren Ave español.

Entró en el tren AVE cuando el resto de los viajeros del coche 1 ya estábamos acomodados. Saludó a la azafata del coche con gesto de habitual y, sin vacilar, se dirigió a su asiento, que casualmente fue el que quedaba a mi izquierda C5. Me dio los buenos días. Lo hizo con una voz agradable. Era alto y atractivo, mandíbula cuadrada, hoyuelos en las mejillas al sonreír. Olía a buena colonia. Podría anunciar cualquier producto caro para hombres: un coche de alta gama o un masaje after shave; pero no creo que anuncie nada, salvo a sí mismo. Vestía un elegante traje, camisa clara y corbata color manzana; al tener que obligarme a recoger mis papeles de notas, y cerrar mi libro de estudio, para que pudiera pasar a su asiento, me pidió disculpas y me sonrió. Empezó el viaje, abatió él su mesa, y de un elegante portafolio sacó unos papales. Yo me dispuse a seguir con mis vagas notas, y de pronto escuché: “somos muy parecidos”; “¿quiénes? le pregunté”; “usted y yo”; “quizás, pero no veo en qué”. (Aunque en mi presunción, viniendo de él, sin duda la frase es un cumplido, porque está visiblemente encantado consigo); “pues se ve que es usted un gran trabajador”, aclara.

Manejó sus papeles con precisión y elegancia de movimientos. Yo traté de concentrarme en mis notas, y de pronto me pregunta “¿vive usted en Madrid?”; “no, en Barcelona”; “así que se aleja de Barcelona, que mañana será como una jaula con todo el montaje por el día de la Diada (*) y busca algo de tranquilidad”; “no, nada de eso. De hecho, voy a Madrid en razón de trabajo”; “pues yo también voy por trabajo, pero me lo he programado para no tener dificultades en las manifestaciones de la diada”; sigo intentando el concentrarme en mis notas de estudio. “También el 9 N. me vendré a trabajar a Madrid, para no cometer el desliz que sugiere el señor Oriol, de atender el llamado a la desobediencia civil, pues me ha influenciado mucho, al mencionar que ello, sería como el sueño de Martín LUTHER KING”; y con un descaro que ya empezaba a molestarme me preguntó “¿usted qué opina?”; “pues en principio, que el tal señor no ha leído ni el discurso del Pastor Bautista, ni sus mensajes ni sus posicionamientos políticos. El defensor de los derechos de los negros, apelaba a la Constitución para acabar con la segregación racial, y el señor que usted me menciona apela a la segregación de Catalunya y no respetar la Constitución. Si hubiera leído el famoso discurso “I Have a Dream”, sabría que además de mencionar la Constitución –para abrazarla, no para atacarla , las ocho veces que menciona “I Have a Dream” (yo tengo un sueño) lo hizo para subrayar los lazos de unidad en donde la abolición de la esclavitud tenía que llegar: ‘con un precioso amanecer para terminar una larga noche de cautiverio’; Luther KING terminó su discurso apelando a una ‘sociedad unida que deje de lado sus diferencias’ que ya defendió el Presidente Abraham LINCOLN (1 de Enero de 1863) además de acabar, en parte, con el poder de los territorios para decretar leyes secesionistas. Debiendo escuchar también, el señor JUNQUERAS, al buen predicador, que culminaba su mensaje con: ‘hemos aprendido a volar como los pájaros, a nadar como los peces, pero no hemos aprendido (sobre todo algunos) el sencillo arte de vivir como hermanos’”.

No sé si fue mi tono de voz, o lo dicho, que al vecino de asiento se le ocurrió decir: “Dispense, no era mi intención hacerle un interrogatorio, pero me parece que usted tiene ideas muy claras y conocimientos que yo no sabía. Para mí, por otra parte, lo más importante es mi trabajo, y veo que usted sigue con sus notas. Para mí, el trabajo es el medio de realizarme, y de obtener lo que deseo…”; “¿el medio?”, le pregunté; abriendo sus ojos, añadió tras una pausa: “algo más que el medio. Es a través de él como se sube a la cumbre, siempre que se actúe con audacia y con ambición, siempre que se desafíen los riesgos con intrepidez y sangre fría…” y en su entusiasmo, al observar que yo seguía con mis notas, añadió: “y veo que usted trabaja a la par que escucha… ¿ve?, por eso le dije que nos parecíamos”.

Como no encontraba la forma de pasar a hablarle del Evangelio, le pregunté de forma directa: “¿qué opina usted del amor, y de amar, si me permite preguntárselo?”; “¿amar?”, me dijo levantando con asombro sus cejas. “Ya le he dicho que tengo dos hijos”; “pero ¿eso es todo?”; “¿qué más quiere usted?, a mi edad no se puede perder el tiempo"; “¿a qué edad?, le dije”: “a la mía, supongo que a ninguna”; “¿me está diciendo sinceramente que amar es perder el tiempo?”; “hombre, si el amor es útil, no, pero lo es pocas veces. Esa área de la vida no me interesa ya”; “¿y la religión?”; me respondió con una sonora carcajada… él creía que se parecía a mí, menos mal que no es verdad.

(*) Artículo escrito en la fecha del 10 de Septiembre.

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