Perversa familia tradicional

Que pienses que la iglesia es tu propiedad, te pone al lado del anticristo, que piensa que la iglesia es suya y se pone en el trono.

07 DE SEPTIEMBRE DE 2014 · 05:10

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Seguimos haciendo iglesia con la iglesia de su casa, la de quien recibe la 2ª carta de Juan. Tú y tus hijos que andan en la verdad, eso está bien. Una modalidad normal tras la resurrección de Cristo son las iglesias que están en una casa. Casa e iglesia se unen o complementan, hasta el punto de que el obispo (pastor, presbítero) debe tener una casa creyente. Si alguno no tiene sus hijos creyentes, no puede ser pastor. Por la lógica natural del lenguaje, se refiere a los hijos que han sido levantados en la casa, no entra la situación más excepcional de alguien que fue llamado y convertido con edad avanzada, y que ya sus hijos estaban con sus propias casas. Este sencillo principio echaría del púlpito, en iglesias fieles, a más de uno, pero no se van porque ni ellos ni las iglesias son fieles.

Muchas iglesias locales han nacido en el seno de una familia, eso es común y está muy bien. España, donde hacemos iglesia, está llena de ejemplos. Incluso en el Vademécum se han conservado direcciones de iglesias en algunos pueblos que corresponde a la propia de algún creyente suelto, pero consta como iglesia. Antes allí se reunían, ahora con el paso del tiempo solo queda uno o dos, viejitos. Esos creyentes en esos pueblos han sido fortaleza de la iglesia evangélica en España. Nuestro mejor recuerdo para ellos y sus casas. Y esto especialmente cuando luego se les ha considerado como gente no “moderna”, que siguen leyendo su Biblia como Palabra de Dios, y creyendo esas cosas de salvación, condenación, y todo. Con sus “limitaciones”, sin embargo, han conservado el testimonio en la localidad, en muchos casos, con grandes dificultades sociales. Pero esos viejos evangélicos no fueron a estudiar a Europa; los pastorcillos de sus denominaciones, sí. Y vienen de visita, y los reciben en la mesa camilla, para orar y leer su Biblia, esa que es Palabra de Dios; pero les dicen que ahora eso ya no es así, que hay que saber leerla, que está en un lenguaje que necesita de sus estudios en Europa para salir adelante.

Que la casa, la familia, es fundamental en la existencia de la iglesia, es evidente. Tu Dios, y el de tus hijos… El pacto de salvación no es ni nuevo ni viejo, es la salvación expresada en la Historia. Pero en la Historia tenemos que las familias han sido también un mal fundamental para la destrucción de la iglesia. Veremos algo de este asunto en otras reflexiones, pero quede constancia aquí de ese mal histórico.

En Israel, tras el regreso de la cautividad, quedaron cautivos de los intereses de familias. El Templo era el lugar de su poder, y el que podía se hacía con el control, a cuchilladas se era menester. Cuando Constantino miró qué cosas podían conservar al Imperio, se da cuenta de que esos cristianos han permanecido en medio de las persecuciones, por tanto, pueden ser muy valiosos para que con ellos se conserve el Imperio, lo que tengan, que lo compartan, al final se trata de política imperial, y Roma debe estar por encima de todo.

En el Nuevo Testamento no vemos “organización” de la Iglesia (sí orden). Luego cada uno pretende encajarle su propia organización denominacional, incluso hasta la iglesia Romana lo intenta, pero no es posible. Las iglesias viven la vida de la fe, el camino de la fe, en la vivencia de la nueva vida en Cristo. Eso es todo. Lo que parezca organización es circunstancial e indiferente. No hay organización ni rituales. Pero cuando el Imperio amarra a la Iglesia para que le sirva de soporte para su supervivencia, le coloca su propia organización. Ya ha nacido la iglesia Romana, es cuestión de que el Imperio la amamante y fortalezca. Guerras de Italia; vean. Familias famosas que se repartían el poder, poniendo a sus miembros de cardenales, de papas. Por la cara de su casa, sin más. Y partiendo la cara a las otras, para quitarlas del poder. Las familias destructivas de la iglesia, la familia tradicional romana. La organización a la medida de las familias. Ahora la Iglesia ya es “organización”, eso es lo primero que se ve, muestra y conserva. Incluso el cisma con la otra parte del Imperio es por tema de orden (fecha de celebración de un rito).

Como vamos haciendo iglesia poco a poco, y estamos en España, pues aquí pongo algo de ese mal de las familias en las iglesias, para prevenir su impulso destructivo. Dicho antes lo dicho, que en muchos lugares las familias, a veces personas sueltas, han sido la simiente que ha conservado en la localidad el testimonio evangélico, y deben ser recordadas y apreciadas.

En España queda en la retina la iglesia del señorito, la del cortijo o palacete. Es decir, que el señorito tenía en su hacienda una “capilla” (iglesia consagrada para oficiar misa); allí hacía su misa. Tenía a su cura pagado; el del pueblo, pero allí era suyo. Era algo más reducido de lo que se daba siglos antes con los señores feudales, que tenían sus iglesias y las llenaban de cuantas más reliquias y adornos mejor. En el campo evangélico, cuando alguien ve a la iglesia local como “su” iglesia (en el sentido perverso de propiedad o uso preferente), donde se deben hacer las cosas como en “su” casa, pues ha entrado la ruina. Y esto ha sido muy común. En no pocos casos, la historia de la iglesia evangélica de una ciudad, ha sido la historia de sus divisiones por motivos de conflictos de familias; como en Roma, pero mediocre. Si quieren les cuento de Sevilla, donde vivo.

La iglesia que está en tu casa, es un bien. Que pienses que la iglesia es tu propiedad, te pone al lado del anticristo, que piensa que la iglesia es suya y se pone en el trono. Ni los pastores son los señores de la iglesia (la local donde sirvan, o la universal, sueño del papado), ni las ovejas son las señoras de los pastores, que los tienen a su servicio para sus caprichos. Eso es común; pastores tiranos que se enseñorean del rebaño; rebaño tirano que se enseñorea de sus pastores. Hacer iglesia con libertad, significa rechazar y destruir ambas bandas de ladrones, que roban al Señor, en uno y en otro campo.

Estos pastores y estas ovejas de cortijo no tienen al Cristo, no saben de su cuerpo, de su comunión; solo se tienen a ellos mismo, y con sus intereses propios hacen “su” iglesia. Nosotros rechazamos ambos bandos, y con Cristo hacemos la suya, donde él reina en los pastores y en las ovejas, donde todos somos su familia, su casa.

Miserables pastores tiranos; miserables ovejas “gordas” que pisáis a las otras del lado. Esos pastores que se apacientan a sí mismos, pues eso hacen fortaleciendo las manos de sus señoritos para conservar repleto su vientre; esas ovejas que se comen todo lo mejor, que por supuesto, es lo que piensan que se merecen, no como las otras ovejas sucias del campo, ellas son ovejas perfumadas de culto de cortijo; para ambas partes ya está dictada vuestra ruina (Ezequiel 34, lean).

Poco a poco, queda mucho por hacer, pues hacemos iglesia. Pero ya estamos, porque nuestro Redentor nos puso en su casa, somos su casa. Fuera con los pastores y ovejas que se enseñorean del rebaño del Señor y le roban su presencia y lugar.

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