Todos los números y colores

Un paisano me aclara lo del número: –Ahí cada hombre tiene hasta tres chicas.

07 DE SEPTIEMBRE DE 2014 · 06:05

Foto: Xesús Manuel Suárez.,
Foto: Xesús Manuel Suárez.

“Tenemos todos los números y colores”. Fotografío el anuncio en una zona turística tropical. ¿Será una tienda de moda? ¿O una fábrica de zapatos? La publicidad es atrayente y despierta la sensación de generosa oferta, que tengas las necesidades que tengas saldrás satisfecho.
La foto completa es esta:

 

La foto completa. / X. M. Suárez.

Un paisano que me ve hacer la fotografía, convencido de que tengo un notable interés por la “factoría”, me aclara lo del número:
–Ahí cada hombre tiene hasta tres chicas.
El ser humano vendido como mercancía con servicio al cliente 24h. Empiezas a matar a tu prójimo cuando en tu mente y en tu corazón le quitas su cualidad de ser humano. Lo sabíamos desde la Santa Inquisición y desde la esclavitud y desde el exterminio de judíos, pero lo tenemos aquí entre nosotros. Los primeros responsables son los clientes, esos occidentales civilizados y cultos como aquel paciente que me dijo:
–¿Así que se va usted al Caribe? Allí hay que ir sin la mujer, porque las caribeñas son muy calientes.
Le miro y ni le contesto. Me pregunta entonces con cortesía:
–¿Y se va usted allí de vacaciones?
–Voy a ayudar con una ONG a personas que se caen de hambre y enfermedad, a niños y mamás adolescentes, a chicas en la miseria que son poseídas por precio por españoles –y le señalo a él con el dedo– que van de turismo sexual y se justifican diciendo que las caribeñas son calientes.
Una factoría de chicas de todos los números y colores, como una fábrica de zapatos: “comprar los pobres por dinero, y los necesitados por un par de zapatos”[1]. Dios hace una valoración muy diferente de cada ser humano:
“¿No se venden dos pajarillos por un cuarto? Con todo, ni uno de ellos cae a tierra sin vuestro Padre”[2]. A la vista de los hombres, un pajarillo es tan poca cosa, tiene un precio tan inmedible que ni siquiera la moneda más pequeña lo puede valorar: hay que juntar dos para que lleguen a valer algo. Con todo, cada uno de ellos despierta el interés personal de Dios.
Para Dios una chica como las de la factoría no es un número. Una multitud rodeaba en una ocasión a Jesús, pero en medio del número Jesús identificó a una mujer: “¿Quién me ha tocado?”, preguntó y no paró hasta hablar personalmente con ella. A la salida de Jericó un mendigo ciego estaba al pie del camino por el que Jesús pasaba rodeado de un montón de gente. Jesús paró a toda una multitud para dirigirse personalmente a él: “¿Qué quieres que te haga?”[3]
Esa aproximación personal de Dios a ti y a mí es la que nos saca del anonimato para convertirnos en alguien con nombre: “le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe”[4].
Cada pajarillo tiene un precio inmedible; cada persona ignorada, cada chica vendida por precio, cada embrión eliminado, tiene también un precio inmedible: la sangre de Jesús.

 

[1] Am 8.6

[2] Mt 10.29

[3] Mr 10.51

[4] Apo 2.17

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Ollada galega - Todos los números y colores