Casta de elegidos

Quienes defienden el estado de cosas de los “eminentes” ante al pueblo “pagano” cuando les llaman casta, deberían consultar en el Diccionario: “Ascendencia o linaje”.

07 DE SEPTIEMBRE DE 2014 · 05:25

© Manuel López. Estamento de Próceres. Consejo Nacional, actual Senado. Madrid, 1976. De la exposición fotográfica itinerante  Manuel López. Imágenes 1966-2006 (disponible).,
© Manuel López. Estamento de Próceres. Consejo Nacional, actual Senado. Madrid, 1976. De la exposición fotográfica itinerante Manuel López. Imágenes 1966-2006 (disponible).

“La cámara es mi herramienta”, dejó dicho André Kertész, fotógrafo húngaro afincado primero en París y luego en Nueva York, quien fue uno de los padres de lo que hoy llamamos ensayo fotográfico aplicado al fotoperiodismo. “A través de ella”, continuó, “doy una razón a todo lo que me rodea.”

En el caso de quienes usamos indistintamente otras disciplinas de comunicación o creativas aparte o además de la fotografía, la razón a todo lo que nos rodea… o ronda nuestra mente, o corazón, intentamos darla a través de herramientas y procesos diversos. A Kertész le bastó el lenguaje fotográfico para dejar constancia de sus aportaciones seminales a la composición fotográfica a través de sus esfuerzos por establecer y desarrollar lo que hoy llamamos ensayo fotográfico.  

“Fotografío lo que no deseo pintar y pinto lo que no puedo fotografiar”, dijo otro de los monstruos del arte de la luz, Man Ray.

Otro de los grandes fotógrafos de todos los tiempos, Lewis Hine, dijo que: “Si pudiera contarlo con palabras, no me sería necesario cargar con una cámara”.

En mi época de periodista parlamentario al principio de la Transición usé preferentemente la cámara fotográfica. De aquellos azarosos y apasionantes días procede esta foto. Es la imagen del rótulo en el quicio de la puerta que daba acceso al salón de Plenos del Consejo Nacional del Movimiento, institución –“estamento”– cuyo nombre fue maquillado durante el franquismo como Consejo Nacional a secas y posteriormente rebautizado en democracia como el actual Senado.

Dirá el lector o lectora que para qué diablos sirve un “estamento de próceres”. Ahí estamos, o mejor dicho ahí estaremos cuando el pueblo tenga la oportunidad de expresar en las urnas su aprobación o no a la más que previsible reforma de la Constitución Española.

Sobre el papel, el Senado es la segunda Cámara en la que se acoge la representación territorial del Estado Español. Pero gana fuerza la convicción de que el actual Senado en realidad es el gran chollo para quienes tienen la suerte de ser elegidos, bien por las urnas, bien por el dedo, por el magnífico sueldo y las cuantiosas prebendas y regalías de todo tipo anejas al ejercicio –que muchos llaman directamente por su nombre: disfrute– del cargo.

Tan codiciado destino para la clase política como extemporánea institución en sí misma, el estamento de próceres está seriamente tocado –¡ya iba siendo hora!– por el tsunami político que las movilizaciones de la indignación popular a raíz del movimiento del 15-M en Madrid han desatado poniendo patas arriba la perpetuación del gobierno no por el pueblo o con el pueblo, sino a costa del pueblo. Esto ha quedado escandalosamente patente en los recientes “descubrimientos” de los ingresos totales, en dinero y en especie que se embolsa esa clase política de los eurodiputados, cuyo mayor mérito para acceder al disfrute del cargo en muchos casos no es otro que haber sido derrotado en elecciones en su circunscripción, haber agotado aquí su carrera política o simplemente el cobro de favores políticos.

Estamento, según el Diccionario, es el “Estrato de una sociedad, definido por un común estilo de vida o análoga función social. Estamento nobiliario, militar, intelectual.”

Prócer quiere decir: “Eminente, elevado, alto. |Persona de la primera distinción o constituida en alta dignidad.” La redacción del artículo enmendado propuesta en el avance de la vigésima tercera edición del DRAE no deja lugar a dudas sobre la inmensa distancia que separa al pueblo de sus dirigentes al uso, la casta:

“Persona de la primera distinción [“eminente”] constituida en alta dignidad.

Casta de elegidos, vaya.

Quienes por defender el estado de cosas –de los “eminentes” frente al pueblo “pagano”– se rasgan las vestiduras cuando se les llama casta, bien harían en consultar esa voz en el Diccionario: “Ascendencia o linaje”.

Hasta la fecha, sus señorías nos lo habían ocultado. Ahora ya no les vale.

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