Tregua árabe-israelí ¿tiempo de esperanza?

Se propone un ejercicio de memoria y reflexión basado en una historia aceptada por judíos, cristianos e islamistas, aunque para los últimos con importantes diferencias de relato, en el libro del Génesis.

30 DE AGOSTO DE 2014 · 22:00

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Aprovechando la tregua al horror de la guerra árabe-israelí (1), esta nota se enfoca en un temprano suceso ocurrido en la era patriarcal. Lo hace con el deseo de arrojar luz sobre el conflicto que nos ocupa. Siempre hubo enfrentamientos entre los humanos. Con argumentos o sin ellos; a cara lavada o con disfraces se proclaman y defienden motivos que generan conflictos. Hay árabes y judíos que hacen una bandera de su versión de la verdad (2). Pero hay otros, paradigmas del odio ancestral, que escriben la historia de la humanidad con la guerra fratricida (3). Queda una minoría, la de los genuinos cristianos que creen en Dios como Señor de la historia; no sujeto al tiempo, al espacio o a caprichos humanos, capaz de cambiar historias de odio y muerte por otras de amor y vida eterna (4). Él es el único autor veraz cuyas obras pasadas se hicieron para ser entendidas en el presente por personas nacidas del Espíritu; y les anticipa lo que hará en el futuro, para que comprueben que Él no es hombre para que mienta (5). Los seres que registraron los hechos que explican las promesas divinas recibieron fe para hacerlo aun enfrentando adversidad, persecuciones y la muerte. Pero no recibieron lo prometido (6). La salvación eternal se recibe por fe, se disfruta por fe y añade esperanza de cumplimiento total por fe. El varón y la mujer afortunados por ser iglesia de Cristo cantan jubilosos: “Su bandera sobre mí fue amor”(7). AUTOR Y RELATORES DE LA HISTORIA Los escritores elegidos por Dios para transmitirnos Sus propósitos en el AT fueron seres mortales que escribieron lo que Él les ordenó. No transmitieron interpretaciones de los mensajes de Dios; tampoco una selección de creencias y costumbres culturales de su día para un uso argumental. Conscientes del contexto histórico que les tocó vivir en su día, pusieron por escrito lo que el Espíritu de verdad les inspiraba (8). Los hechos históricos no son argumentos de discusión sino figuras del mensaje. Se espera de todo genuino cristiano que no saque de contexto los escritos del AT ni que exhiba cualquier hecho histórico como la única verdad. Un ejemplo: los que apoyan hoy a Israel contra los árabes porque Jehová les hacía ganar batallas en la antigüedad revelan no haber comprendido aun los eternos propósitos de Dios, solo ven lo temporal. Por esa razón los genuinos cristianos saben que el Antiguo Testamento es una colección de escritos que siguen un hilo invisible pero real que conduce a la persona de Jesucristo, el único que podía asumir – y asumió por pura gracia de Dios- la tarea de darle sentido a la historia de la humanidad (9). Jesucristo hizo real el propósito del Padre. Esto es lo que siguen negando tanto judíos como musulmanes. Ninguno de los autores del AT vivió lo suficiente como para conocer a Jesús de Nazaret en persona. Nadie pudo vanagloriarse por ser ‘el último’ eslabón que conectase siglos de historia con el Mesías esperado. Tras un ‘silencio de cuatrocientos años’, entre Malaquías y Mateo, después de proclamar a viva voz que Jesús es el ‘cordero de Dios que quita el pecado del mundo’ (10)Juan - el bautizador – tras ver con sus ojos al Señor fue injustamente decapitado por el rey judío tras un escandaloso incidente, muriendo así el último de los profetas que precedieron al Mesías. El autor de esta serie de comentarios intenta transmitir su convicción de que el sentido de la historia está dado por la fidelidad de las promesas de Dios al ser humano en su progresivo cumplimiento; no por pactos, promesas o decisiones de los humanos. Entiende que, a causa del pecado, nuestra capacidad de comprensión ha sido severamente dañada; la mente humana no puede digerir de golpe la Revelación divina; necesita ir creciendo gradualmente en ella. En eso también se manifiesta el amor de Dios y su misericordia. Jesús lo sabía, por eso dijo a los judíos que habían creído en él: “Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.”(11) El estudiante disciplinado sabe bien que su avance en el conocimiento de los propósitos de Dios es directa consecuencia de permanecer en la Palabra revelada. Si bien el creyente nacido del Espíritu sabe que es libre, también sabe que ahora solo conoce en parte y que ha de llegar el día cuando conocerá como es conocido (12). Por tal motivo no abusa de su libertad sino que obra todo aquello para lo cual fue liberado por el poder de Dios. LAS RAÍCES HISTÓRICAS A RECORDAR Con el fin de disipar malentendidos y desalentar interpretaciones erróneas, este autor se define como un estudiante de las Escrituras. Esta convicción le ayuda a no creerse dueño de la verdad, y sí a reconocer que necesita del Señor todos los días (13). Está convencido de que los escogidos de Dios son actores que juegan un papel concreto, por muy pequeño que parezca, en la historia de la Redención de la humanidad. No defiende casilleros teológicos ni le molestan los que lo meten en uno u otro. Sólo aspira a que los lectores que confían en Jesucristo descubran por sí mismos que ya estamos viviendo lo que Dios nos ha prometido para la eternidad, aunque todavía no se hayan cumplido plenamente Sus propósitos. Se propone un ejercicio de memoria y reflexión basado en una historia aceptada por judíos, cristianos e islamitas, aunque para los últimos con importantes diferencias de relato, en el libro del Génesis. Aunque es breve y muy anterior al nacimiento de Moisés, contiene datos clave que nos ayudarán a descifrar la conflictiva relación árabe-israelí que ha ocupado las primeras planas especialmente en las últimas seis décadas (14). Abram y Sarai están de regreso de Egipto donde vivieron tras huir de la hambruna que había asolado su tierra. Ya en Canaán y después de diez años, Sarai hace una propuesta a su marido conforme a pautas culturales no usuales para nosotros pero que sí lo eran para aquella región, cultura y época; esto es, que la esposa cediese a su sierva para tener hijos. Leamos el texto sagrado del que siempre podemos sacar verdades no vistas antes: “Sarai mujer de Abram no le daba hijos; y ella tenía una sierva egipcia, que se llamaba Agar. Dijo entonces Sarai a Abram: Ya ves que Jehová me ha hecho estéril; te ruego, pues, que te llegues a mi sierva; quizá tendré hijos de ella. Y atendió Abram al ruego de Sarai. Y Sarai mujer de Abram tomó a Agar su sierva egipcia, al cabo de diez años que había habitado Abram en la tierra de Canaán, y la dio por mujer a Abram su marido. Y él se llegó a Agar, la cual concibió; y cuando vio que había concebido, miraba con desprecio a su señora. Entonces Sarai dijo a Abram: Mi afrenta sea sobre ti; yo te di mi sierva por mujer, y viéndose encinta, me mira con desprecio; juzgue Jehová entre tú y yo. Y respondió Abram a Sarai: He aquí, tu sierva está en tu mano; haz con ella lo que bien te parezca. Y como Sarai la afligía, ella huyó de su presencia. Y la halló el ángel de Jehová junto a una fuente de agua en el desierto, junto a la fuente que está en el camino de Shur. Y le dijo: Agar, sierva de Sarai, ¿de dónde vienes tú, y a dónde vas? Y ella respondió: Huyo de delante de Sarai mi señora. Y le dijo el ángel de Jehová: Vuélvete a tu señora, y ponte sumisa bajo su mano. Le dijo también el ángel de Jehová: Multiplicaré tanto tu descendencia, que no podrá ser contada a causa de la multitud. Además le dijo el ángel de Jehová: He aquí que has concebido, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Ismael, porque Jehová ha oído tu aflicción. Y él será hombre fiero; su mano será contra todos, y la mano de todos contra él, y delante de todos sus hermanos habitará. Entonces llamó el nombre de Jehová que con ella hablaba: Tú eres Dios que ve; porque dijo: ¿No he visto también aquí al que me ve? Por lo cual llamó al pozo: Pozo del Viviente-que-me-ve. He aquí está entre Cades y Bered. Y Agar dio a luz un hijo a Abram, y llamó Abram el nombre del hijo que le dio Agar, Ismael. Era Abram de edad de ochenta y seis años, cuando Agar dio a luz a Ismael.” (15) Sarai reconoce de manera muy personal la soberanía de Jehová en su esterilidad; pero como desea tener hijos busca la solución por la vía humana. La conducta de Agar para con Sarai revela aspectos que no son extraños para nosotros hoy día. Porque este caso es muy especial nos enfocaremos en tres hechos importantes: 1. Una sierva es usada por su ama estéril para que le diese hijos con su marido. Es una decisión humana tomada en un contexto cultural definido. Hoy hay muchas mujeres que se deciden por ‘soluciones’ científicas o el alquiler de vientres con tal de tener un hijo; ignoran cuestiones morales y éticas salvables por vía de la adopción. 2. Una seria discusión matrimonial termina cuando Sarai pone a Jehová como juez. La mujer afrentada decide imponer de manera irreflexiva y autoritaria la solución a su equívoco de la manera menos aconsejable. Su esposo la respalda. 3. Agar es visitada por el ángel de Jehová cuando huye al desierto. El encuentro es proverbial. Para muchos comentaristas bíblicos ‘el ángel de Jehová’ no es otro que el Hijo de Dios apareciendo antes de su encarnación en Jesús (16). Hay cristianos que no se atreven a opinar sobre la bendición que reciben Agar e Ismael. La historia continúa. Ismael tiene trece años de edad cuando Dios desciende y anuncia a Abram que tendrá un hijo de Sarai. La reacción que tienen tanto él como ella, como es comprensible, es de descreimiento y confusión. Típico de los humanos que se creen dueños de su propio destino la actitud del matrimonio es natural y hasta lógica. Sin embargo, lo natural y lo lógico no alcanzan para desvelar el propósito divino. Por eso Abram, que amaba a Ismael, intercede por su hijo: “Y dijo Abraham a Dios: Ojalá Ismael viva delante de ti.” (17) Y Él le responde: “Ciertamente Sara tu mujer te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Isaac; y confirmaré mi pacto con él como pacto perpetuo para sus descendientes después de él. Y en cuanto a Ismael, también te he oído; he aquí que le bendeciré, y le haré fructificar y multiplicar mucho en gran manera; doce príncipes engendrará y haré de él una gran nación. Mas yo estableceré mi pacto con Isaac, el que Sara te dará a luz por este tiempo el año que viene. Y acabó de hablar con él, y subió Dios de estar con Abraham.”(18) Abraham se circuncida y hace lo propio con todos los varones de su casa, incluido Ismael, en obediencia a Jehová. Pero, entre la promesa de Dios y su cumplimiento Abraham intercede por Sodoma donde vive su sobrino Lot y, más adelante, vuelve a conducirse con engaño tal como había hecho en Egipto, esta vez con el rey de Gerar. Tras este trance superado por Abimelec, Sara dará a luz a Isaac cumpliéndose en su tiempo la promesa de Dios. La disputa entre las madres se traslada luego a los niños, Ismael se burla de Isaac y esta repetición de la historia escrita por los humanos termina con la expulsión definitiva de Agar e Ismael de la casa de Abraham y Sara (19). Así, el ‘pacto Abrahamico’ para los judíos y cristianos es por la línea de Isaac que conduce a Jesucristo y para los musulmanes es por la línea de Ismael que conduce a Mahoma(20). LA INTERPRETACIÓN DEL APÓSTOL PABLO Si hay un judío que fue fiel a sus raíces ese es Saulo de Tarso; hasta aquél día que, yendo detrás de los cristianos que perseguía, fue llamado por Jesús camino a Damasco y transformado para servirle con fidelidad hasta morir (21). El apóstol a los gentiles escribe a los creyentes en Galacia que pretendían seguir guardando las costumbres judías, aun después de recibir a Jesucristo. Antes lo había hecho con los romanos; ahora amonesta a los gálatas enfatizándoles que los hombres son justificados por la fe, no por obras de la ley de Moisés. Martín Lutero fue contundente respecto de la doctrina de la justificación por la fe (22). Pablo explica a los gálatas que si uno ha sido justificado por Cristo ya no necesita seguir siendo judío; y les da un ejemplo para que no olvidasen en qué consiste la diferencia entre ser judío y haber nacido de nuevo. El amor del apóstol por los gálatas es innegable. Les habla como un padre a sus hijos; muestra su interés por su estado espiritual real; quiere saber hasta dónde han sido engañados. Por eso les induce al auto análisis por medio de un ejemplo bíblico. Intenta ayudarles a dejar de depender de la ley y afirmarse en la seguridad de que han sido justificados por la fe; que comprendan que están siendo transformados en semejanza a Jesucristo por la renovación del Espíritu Santo. “Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros, quisiera estar con vosotros ahora mismo y cambiar de tono, pues estoy perplejo en cuanto a vosotros. Decidme, los que queréis estar bajo la ley: ¿no habéis oído la ley? Porque está escrito que Abraham tuvo dos hijos; uno de la esclava, el otro de la libre. Pero el de la esclava nació según la carne; mas el de la libre, por la promesa. Lo cual es una alegoría, pues estas mujeres son los dos pactos; el uno proviene del monte Sinaí, el cual da hijos para esclavitud; éste es Agar. Porque Agar es el monte Sinaí en Arabia, y corresponde a la Jerusalén actual, pues ésta, junto con sus hijos, está en esclavitud. Mas la Jerusalén de arriba, la cual es madre de todos nosotros, es libre. Porque está escrito: Regocíjate, oh estéril, tú que no das a luz; prorrumpe en júbilo y clama, tú que no tienes dolores de parto; porque más son los hijos de las desolada, que de la que tiene marido. Así que, hermanos, nosotros, como Isaac, somos hijos de la promesa. Pero como entonces el que había nacido según la carne perseguía al que había nacido según el Espíritu, así también ahora. Más ¿qué dice la Escritura? Echa fuera a la esclava y a su hijo, porque no heredará el hijo de la esclava con el hijo de la libre. De manera, hermanos, que no somos hijos de la esclava, sino de la libre.” (23) Agar y Sara son presentadas por Pablo como alegorías de las dos caras que tiene el pacto Abrahamico. Les informa que las historias de Ismael e Isaac dejan enseñanzas mayores que la coherencia de su relato, su literalidad e historicidad. En efecto, muestran la diferencia existente entre los que siguen confiando en las obras de la ley y los que descansan sólo en Cristo y su obra perfecta de justificación por fe a favor del creyente. Agar, la madre del hijo nacido por decisión carnal (Ismael) es figura del monte Sinaí donde Moisés recibió la Ley de manos de Jehová Dios. Ella se corresponde con la Jerusalén terrenal por la que disputan judíos, árabes y no pocos cristianos a lo largo de la historia y hasta hoy. Sara, la madre del hijo de la promesa divina (Isaac), es figura del monte Sion celestial, donde se asienta la Nueva Jerusalén, la iglesia verdadera cuya cabeza está en el Santuario eterno. “Porque no os habéis acercado al monte que se podía palpar, y que ardía en fuego, a la oscuridad, a las tinieblas y a la tempestad, al sonido de la trompeta, y a la voz que hablaba, la cual los que la oyeron rogaron que no se les hablase más, porque no podían soportar lo que se ordenaba: Si aun una bestia tocare el monte, será apedreada, o pasada con dardo; y tan terrible era lo que se veía, que Moisés dijo: Estoy espantado y temblando; sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles, a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos, a Jesús el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel. Mirad que no desechéis al que habla. Porque si no escaparon aquellos que desecharon al que los amonestaba en la tierra, mucho menos nosotros, si desecháremos al que amonesta desde los cielos.” (24) Este autor ha visitado iglesias evangélicas transformadas en verdaderos mercados religiosos. Decoradas con estandartes y banderas llenas de símbolos judíos, en las que se vende y compra tierra, agua y aceite de Jerusalén ‘bendecidos’, y otros ‘suvenires’; desde donde se organizan viajes de turismo ‘con propósito’ a la ‘Tierra Santa’. Resulta una absurda contradicción que los que hayan gozado los privilegios de haber creído en Jesucristo deseen volver a vivir en el legalismo que no libró de la esclavitud y condenación a los judíos incrédulos. Preguntémonos si esta necedad no resulta de ignorar la diferencia entre el Israel de Dios y el de los hombres. -----ooooo0ooooo----- Notas. 1.Ver más en P+D, INTERNACIONAL , Acuerdo político, Israel y Palestina acuerdan tregua permanente 2.Ilustración: http://www.elpais.com.uy/mundo/israelies-palestinos-reanudan-conversaciones-paz.html 3.Ismael e Isaac fueron hermanos, aunque nacidos en circunstancias diferentes como se describe en las Sagradas Escrituras 4.Juan 3:16 5.Números 23:19 6.Hebreos 11:39; muchos citan esta ‘galería de la fe’ sin comprender por qué esos nombres están allí, ni qué significa todo ese capítulo 7.Cantares 2:4 8.2ª Timoteo 3:16; Hebreos 1:1-3 9.Juan 8:54; 10:17, 18, 25, 37; Mateo 24:35; Marcos 13:31; Lucas 21:33; Hechos 17:22-32; Apocalipsis 3:21 10. Juan 1:29, 36 11. Ibíd. 8:31,32 12. 1ª Corintios 13:9-12 13. Mateo 28:20 14. El autor sugiere leer las entregas III a VI de su serie ‘Prosperidad y Evangelio’, Agentes de Cambio, Magacín octubre-noviembre de 2013 15. Génesis 16, negritas del autor 16. La descripción que del niño hace el ángel de Jehová es un claro anticipo de la relación que tendría con su hermano; la que sería transmitida a su descendencia. Además este pasaje es incontestable por parte de los ‘Testigos de Jehová’ que niegan la divinidad de Jesucristo 17. Génesis 17:18 18. Ibíd.19-22, negritas del autor 19. Se recomienda leer Génesis 21 y 22:1-19 20. Para más, visitar el ‘El blog musulmán de Omar’ y ver la manera que los árabes musulmanes usan la Torá para describir las genealogías. http://anderbal.blogspot.com.es/2013/03/las-12-tribus-de-ismael-pacto.html 21. Leer Hechos 9 22. Puede bajar el comentario de Martín Lutero de la epístola a los Gálatas http://www.davidcox.com.mx/libros/l/lutero-galatas.pdf 23. Gálatas 4:19-31, negritas del autor 24. Hebreos 12:18-25

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