La gente dice que son el demonio

Albino Suárez, Oviedo, 2013, 140 páginas.

16 DE AGOSTO DE 2014 · 22:00

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Decir en Estados Unidos de un hombre que ha triunfado en los negocios o en cualquier otra actividad, política, social, artística, que es un self-made o self-educated man, se considera como un honor para el aludido. En ese país, el autodidacta merece más respeto que el universitario. Albino Suárez es un poeta autodidacta. El mismo lo proclama en alta voz. Su escuela han sido las minas de carbón de Asturias; allí ha trabajado a lo largo de años. En su tierra asturiana, donde nació en abril de 1933, se le llama cariñosamente “el poeta de las minas”. Este poeta de las minas ha escrito y publicado unos 70 libros, casi todos ellos en verso. Algunos están dedicados a recordar el duro trabajo de los hombres que a diario exponen sus vidas bajando hasta las entrañas de la tierra. En LOS POETAS Y LA MINA (356 páginas) retrata las vidas y los trabajos de poetas que han volcado su inspiración en este difícil campo del subsuelo. Más trágico, más dramático es LOS QUE NO VOLVIERON (254 páginas). Aquí Suárez presenta otra larga relación de mineros muertos en el territorio de Laviana. Bajaron a tierra, pero no subieron. Entraron por la negra boca de la mina, pero no volvieron. LA GENTE DICE QUE SON EL DEMONIO es un libro diferente, de ribetes anticlericales. En portada del mismo el autor estampa esta advertencia: “Sepa por qué este libro no lo bendecirá la Iglesia”. Sabido queda una vez que la lectura alcanza la última página. Se justificará el contenido en el hecho de que su autor confiesa su marginalidad de la Iglesia católica. Ha sido constante su preocupación por ver a España desligada del alto precio que el país paga a la Iglesia católica en España y al Vaticano. Al respecto, Albino Suárez preferiría que la Iglesia viviese a sus expensas y no a expensas del Estado, ya con Concordatos leoninos o privilegios desmedidos. En primera página del libro se reproduce el dibujo de un supuesto Cristo crucificado y, al pie de la imagen, estos versos: Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creo en Ti desde que he Visto el engaño de tú clero. Ya conoces al primero. Fue el sacerdote Caifás. Y, a la par que él, Los demás, que son Tantos, como ves, Que de manos y de pies, No te desclavan jamás. Tú que los ves los conoces, Son de Caifás herederos, Cuyos rezos son más hueros, Que soñando son las voces. No te fíes. Son precoces En fingir, y fingen tanto en dolerse, Que hacen canto De tu tormento en la cruz, Siempre apagando la luz Para no verte el espanto Que va en tu rostro, Jesús. En LA GENTE DICE QUE SON EL DEMONIO Suárez penetra en un tema escabroso, el de la Iglesia católica que en España suele actuar tridentinamente por la fuerza que tiene y el poder que detenta. El autor confecciona aquí un tema partiendo de noticias que aparecen a diario en medios de información. Se cubre bien la espalda al documentar escrupulosamente con fechas, fuentes y jerarquía cada uno de los cincuenta casos que expone en el libro. Cuatro obispos: uno, el escocés Roderick Wright confiesa en septiembre de 1996 que tiene un hijo de 15 años concebido de una mujer divorciada. Un segundo obispo; al irlandés Eamonn Casey se le identifica en 1992 otro hijo suyo y de la divorciada norteamericana Annie Murphy. Tres: los periódicos argentinos LA NACIÓN y CLARÍN desvelaron en agosto de 2005 el caso del obispo Juan Carlos Maccarone, acusado de mantener relaciones sexuales con Alfredo Serrano, quien entregó a las autoridades un video calificado de “impúdico”. Un cuarto obispo, Fernando Lugo, quien renunció a la mitra para entrar en política, llegando a ser presidente de Uruguay, hubo de enfrentarse entre 2008 y 2012 a las reclamaciones de cinco mujeres con quienes había tenido hijos siendo todavía obispo. Cuando en enero de 2008 falleció el sacerdote mejicano Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, salieron a la luz los numerosos escándalos de abusos sexuales cometidos durante muchos años. Ya en 1945 fue condenado eclesiásticamente por el entonces obispo de Cuernavaca debido a las denuncias recibidas de víctimas sexuales. Los escándalos eran públicos y notorios, sin embargo no fue formalmente denunciado hasta 1997. Dice Suárez que Maciel “fue llamado a rendir cuentas al Altísimo el 30 de enero de 2008. ¿Cree Albino Suárez en el Altísimo? LA GENTE DICE QUE SON EL DEMONIO, así piensan millones de católicos de sus propios curas –no es un libro bonito. Su autor lo justifica en el hecho de que no debe silenciarse ninguna acción corrupta. Precisamente el pasado 5 de febrero un duro informe dado a conocer por Naciones Unidas exigía al Papa que ponga a los curas pederastas ante la Ley, “porque los abusos se siguen cometiendo de forma sistemática”. Un día después de que Naciones divulgara por el mundo este informe, los Legionarios de Cristo, fundados por Marcial Maciel, hicieron público un comunicado en el que pedían perdón por los “gravísimos e inmorales abusos de su fundador hacia seminaristas menores de edad, por los actos inmorales con hombres y mujeres adultos, y el consumo desmesurado de medicamentos adictivos”. A todo esto –decía el diario EL PAÍS (7-2-2014)- el Papa calla. Este mismo ejemplar de EL PAÍS, en otra página, informaba: “detenido un párroco (en Santa Coloma de Gramanet, Barcelona) por abusar de tres hermanos”. Aunque entiendo la intención y los motivos que han llevado a Albino Suárez a publicar este libro, lo prefiero escribiendo versos o relatando cuentos y leyendas de su Asturias natal, tal como lo hace en un precioso libro que titula A COGER EL TRÉBOLE. Otro poeta asturiano, Alfonso Camín, guía y maestro de Suárez, según confesión propia, cantaba de forma parecida al amor, al desamor, a la alegría, pero también a la injusticia humana, como hace Suárez en otras obras suyas. Dejándome llevar por la admiración que siempre le he profesado y por la amistad mantenida a lo largo de años, me atrevo a decir que Albino Suárez debería figurar en primera línea de cuantos han escrito versos en España en los últimos sesenta años. Este poeta refleja en su obra los claroscuros de la realidad diaria y su creciente compromiso humanista, siempre entre dos instancias creadoras: la protesta ante los elementos negativos del mundo contemporáneo y la irrenunciable expresión de júbilo ante el mundo natural.

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