Soy un esclavo que ama a su Señor

Y desde mi libertad personal he decidido convertirme en un "doulos", un esclavo incondicional de Jesucristo.

09 DE AGOSTO DE 2014 · 22:00

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Este año cumplo treinta y cinco años al servicio del Señor Jesucristo, y puedo identificarme totalmente con las palabras inspiradas del apóstol Pablo cuando dice: "Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, y ser hallado en Él..." Filipenses 3: 7-9. Quizás pueda parecer un tanto extremista esta declaración pública, de que soy y me declaro un esclavo de Jesucristo, pero me siento en una deuda de infinita gratitud hacia mi amado Señor. Él me libró de la servidumbre inmoral del pecado y del pernicioso poder de Satanás. Yo era un auténtico esclavo de mis bajas pasiones y de otras muchas miserias humanas; Jesús me rescató y me hizo un hombre auténticamente libre. Y desde mi libertad personal he decidido convertirme en un "doulos", un esclavo incondicional de Jesucristo. Algunas veces he llegado a pensar que hubiera sido muchísimo mejor no haber sido creados como seres libres (soy consciente de que este punto de vista algunos lo podrían discutir teológicamente); porque me admira el alto riesgo que supuso para Dios otorgarnos el libre albedrío y convertirnos, de esta manera, en criaturas semejantes a Él en autonomía y capacidad volitiva para decidir nuestro propio destino. Es cierto que, en alguna que otra ocasión, mi carne y mi engañoso corazón (a quien considero mi falso profeta) me dicen: "Vive la vida a tu manera y olvídate del camino de la renuncia a tus legítimos derechos, porque tú eres un hombre libre”. Y yo respondo de nuevo, diciéndole a mi alma, a mi carne y a las huestes espirituales de maldad que intentan ejercer presión sobre mi vida y ministerio de esclavo, que soy muy feliz sirviendo al mejor de los amos y que, aunque pudiera vivir diez mil vidas aquí en la tierra, seguiría siendo impagable mi eterna deuda de gratitud hacia mi Salvador. Jesús es mi Luz y mi Salvación, Él es mi bien y mi verdadero benefactor en todos los aspectos de mi vida actual. Yo creo en los milagros a día de hoy, pero mi mayor milagro es Él mismo. He muerto a mis ambiciones personales, no me interesa para nada el prestigio social ni cualquier otra distinción humana, lo mejor de la vida es conocerle a Él, amarle y servirle con buen ánimo y vivir con el gozo del Espíritu Santo en mi corazón. Lo importante de mi historia personal no soy yo, es mi Amado Jesús a quien se lo debo todo, absolutamente todo.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - El Tren de la Vida - Soy un esclavo que ama a su Señor