Los cuñados

Génesis 1:28

24 DE MAYO DE 2014 · 22:00

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En el principio de los tiempos la Tierra estaba poblada por unas pocas familias en un reducido territorio. Los ancianos transmitieron a sus descendientes la ordenanza divina que les obligaba a esparcirse y ocupar todo el planeta. Pero los jóvenes estaban tan a gusto conviviendo juntos entre hermanos, primos y amigos que despreciaron por completo la posibilidad de separarse para dar lugar un destino incierto. La convivencia había sido posible mientras los clanes estaban compuestos por padres e hijos. Cuando comenzaron a formarse nuevas parejas todos se seguían ayudando y protegiendo. Los hermanos cultivaban la tierra y criaban ganado en mutua colaboración. Incluso los cuñados se ayudaban en lo que se refiere a mudanzas, montaje de muebles, alicatado de baños, colocación de cortinas, de parquet, arreglo de tostadoras, de ordenadores, corte de jamón, etc. Todo iba viento en popa hasta que surgió el cuñado que quiso destacar por encima de los demás pasándose de listillo, lo cual produjo suspicacias. Aquello dio pie a una convivencia insufrible entre cuñados que se agravaba sobremanera cuando se reunían en fiestas familiares como Navidad y Año Nuevo. Hubo una última fiesta familiar en la que se formó tal trifulca entre cuñados que decidieron poner tierra de por medio yéndose a otros territorios, cuanto más alejados mejor. El mongólico, el americano, el caucásico, el malayo, el etíope, todos salieron despedidos con la intención de no volverse a ver. El ofuscamiento airado les alejó tanto que cometieron el disparate de poblar territorios helados como el Polo Norte o cálidos en extremo como el África meridional. Los noruegos y los suecos aún se están lamentando de haber llegado en verano a sus tierras. Esta es la razón, hasta ahora desconocida, del por qué se encuentran humanos en los lugares más recónditos de la Tierra. Y es que el desacuerdo ancestral entre cuñados parece que cumplió propósitos divinos.

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