Eduardo Delás: La realidad es el campo de misión de la iglesia

Los planes teológicos de cualquier institución teológica han de ser concebidos y aplicados en diálogo con el mundo y la cultura. Proceder de otro modo significa convertir la educación teológica en “una pieza de museo”, algo irrelevante, insustancial y errático.

16 DE MAYO DE 2014 · 22:00

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Eduardo Delás.

Continuando con la serie sobre educación teológica, entrevistamos a Eduardo Delás, uno de los responsables de la Escuela Bíblica Evangélica de Valencia (EBE). Delás espastor de la Primera Iglesia Evangélica Bautista de la Calle Quart en Valencia. Estudió en IBSTE (hoy Facultad Internacional de Teología), donde fue profesor por varios años. Es, además, Licenciado en Teología Sistemática por la Facultad de Teología de Catalunya, Licenciado en Ciencias Bíblicas y Doctor en Teología por la Facultad de Teología de Valencia. Libros publicados: Dietrich Bonhoeffer: Un teólogo a contratiempo (2006);Dios es Jesús de Nazaret(2007); Seguir a Jesús de Nazaret hoy (2008); Santiago: La fe viva que impulsa a la misión, junto a Samuel Escobar (2011); ¿Bienaventurados los pobres? La revolución pendiente (2012); Jesús: La buena noticia del seguimiento. Síntesis de Marcos (2013). Pregunta.- ¿Cuál es el propósito de la enseñanza y la educación teológica? Respuesta.- El objetivo de la educación teológica es ayudar a la iglesia a crecer y madurar para que cada creyente pueda ocupar su lugar en la comunidad cristiana haciéndose disponible y sirviendo con sus dones, a partir de la imitación y el seguimiento de Jesús, desde la vivencia del fruto del Espíritu. El “Nuevo Hombre” que es la Iglesia, necesita “hombres nuevos” plenos de adultez espiritual. P.- ¿Es la educación teológica parte de la misión más allá de la evangelización? R.- Estamos acostumbrados a pensar en clave dualista: La educación teológica es la teoría, la evangelización es la práctica. Esto es inexacto. Comprender que la iglesia es una comunidad en estado de misión permanente, debe librarnos de actitudes maniqueas y permitirnos resituar correctamente ambas cosas porque la misión es: Creer y vivir. P.- ¿Cuál el papel de la enseñanza en la Misión? R.- Para responder a esta pregunta es preciso profundizar en lo que podríamos llamar “la teología del recuerdo”, con el fin de recuperar la memoria provocativa de Jesús de Nazaret. Hay tres palabras centrales del propio Señor en las que el binomio “enseñanza/misión” aparece en toda su radicalidad: La enseñanza desde la palabra/mandamiento. La enseñanza en forma de modelo ejemplarizante. La enseñanza como poder para la misión. La primera se encuentra en Mateo 28:18-20: “Id y haced discípulos a todas las naciones enseñándoles que guarden todas las cosas que yo os he mandado…”. Aquí aparece la enseñanza en forma de palabra/mandamiento. Lo que llamamos “la Gran Comisión” significa hacer discípulos de Jesús. Esto quiere decir proclamar el evangelio de tal manera que los que creen entiendan y vivan el seguimiento del Maestro, siendo enseñados a guardar todas las cosas que Jesús ha mandado. Profundizar en esta propuesta del Señor implica, desde luego, renunciar a slóganes impresentables y clichés de moda, que abaratan y banalizan los contenidos del evangelio. De lo que se trata es de entender que las cosas que Jesús ha enseñado, es decir, sus palabras y sus obras escritas en las narraciones de los evangelios, constituyen el centro neurálgico de la misión. Hablamos, pues, de practicar una memoria pro-activa de las palabras de Jesús de tal modo que sean capaces de transformar vidas de un modo radical. La segunda palabra del Señor la podemos leer en Juan 20:21 – “Como me envió el Padre, así también yo os envío”. Aquí aparece la misión desde el ángulo del modelo ejemplarizante que es el propio Señor. No sólo existe un mandamiento para cumplir la misión, además existe una persona que ha sido enviada del cielo a la tierra y se ha encarnado permitiéndonos ver, oír y palpar desde abajo y desde dentro del mundo la gloria de Dios. Esa persona es Jesús de Nazaret. A una palabra puede contradecirla otra palabra, pero una vida ejemplar resulta ser una palabra irrebatible. “El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y vimos su gloria…”. La enseñanza que abre la comprensión última de la misión es la necesidad de la encarnación de la iglesia, siguiendo el modelo de la encarnación del Hijo de Dios. La tercera palabra se encuentra en Hechos 1:8 – “Pero recibiréis poder cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo…”. Aquí aparece la enseñanza asociada a la misión como poder desde el Espíritu. Jesús pronuncia estas palabras en los momentos previos a su partida para decirles a los suyos que se va, pero dejando claro que se queda en el Espíritu. Él es el “Consolador” que enseña y recuerda todo lo que Jesús ha enseñado. Él es el “Abogado” que tiene como tarea plasmar la plenitud de Cristo en la iglesia que se encuentra en estado de misión. En el Espíritu se encuentran los recursos necesarios para rehacer y proseguir en la historia el camino de Jesús: Poder sobre todo otro poder. P.- ¿Es la educación teológica solo para los líderes y pastores? R.- Si se piensa sólo en clave de “líderes” a la hora de formar teológicamente, está claro que la educación teológica se dirige a un público objetivo y, por tanto, a un determinado “nicho de mercado” consumidor. Si, además, se presenta la teología en un plano académico al que sólo tienen acceso algunos elegidos, es obvio que los destinatarios serán muy pocos. Universalizar la educación teológica significa enseñar con la capacidad de transformar la teología académica en teología popular, sin banalizar los contenidos. Si tiene que haber “pastores y líderes” en la iglesia no será porque se “fabriquen en serie” o “por generación espontánea” a partir de una formación clasista, sino porque se empiece por hacer partícipe a toda la iglesia de una educación bíblico-teológica popular, seria y profunda que permita “aterrizar” en la realidad. La realidad es el campo de misión de la Iglesia. P.- ¿Deben las instituciones y programas de educación teológica realizar una revisión misional de sus planes de estudio, estructuras y ética, de manera que sean los adecuados para coadyuvar a la iglesia a responder a los desafíos a los que se enfrenta en este siglo XXI? R.- Convendría recordar aquí que la Teología, madre de todas las ciencias en siglos pasados, ha llegado a ser una disciplina en crisis desde hace mucho, en buena medida por no responder correctamente en sus contenidos a lo que podríamos llamar “los signos de los tiempos”. Los planes teológicos de cualquier institución teológica han de ser concebidos y aplicados en diálogo con el mundo y la cultura. Proceder de otro modo significa convertir la educación teológica en “una pieza de museo”, algo irrelevante, insustancial y errático. P.- ¿Cómo se encuentran nuestras iglesias en materia de educación teológica, hoy? ¿Cómo implementarla a todos los niveles, en caso que no todos los creyentes tengan acceso a la misma? R.- En este terreno sólo podría hablar con autoridad de las iglesias que más conozco. Si evaluamos le educación teológica por el nivel medio de los creyentes, podría decir que nos encontramos en una situación que reclama poner en marcha todas las alertas. El deficiente conocimiento y la pobreza en la praxis de muchos es un exponente claro de las grandes carencias existentes. Las iglesias disponen de diferentes “herramientas” para impartir educación teológica y, a mi juicio, habría que emplearlas todas con más eficacia. A saber: El púlpito, la Escuela Dominical, el discipulado personal y/o celular, las escuelas bíblicas nocturnas y, por último, las Facultades de Teología Protestantes. P.- ¿Cómo debe, entonces, hacer frente a estas necesidades? R.- Aprendiendo a motivar a los creyentes para que entiendan la necesidad de una formación completa e interdisciplinar. Además de conocimientos y prácticas en los saberes en los que uno es especialista en el terreno laboral y/o estudiantil, es preciso profundizar en el discipulado personal. Jesús llamó a sus discípulos para que estuvieran con él (cercanía e intimidad) y para enviarlos a predicar (movimiento, dinamismo, misión). P.- ¿Cuáles las consecuencias de una falta de educación teológica, tanto para la iglesia como para la misión? R.- “Mi pueblo fue destruido porque le faltó conocimiento”, decía el profeta Oseas. Cuando no se practica el aprendizaje/obediencia, las consecuencias pueden ser graves porque la iglesia tiende a convertirse en una institución religiosa donde se va a oír, mirar y callar, sin relevancia alguna para el mundo. P.- ¿Deben las iglesias relacionarse con seminarios o institutos bíblicos? ¿Cuál la mejor forma de hacerlo? R.- Lo primero que la iglesia tendría que hacer es convertirse en una comunidad hermenéutica de discípulos que juntos interpretan la palabra de Dios, aprenden de ella, la viven y la comparten con su mundo respondiendo al compromiso de la misión. A partir de ahí, es posible y hasta probable y deseable que se despierte el apetito de algunos por una educación formal en teología impartida desde los seminarios. En ese sentido, bienvenida sea la formación académica en nuestras actuales Facultades de Teología. P.- ¿Cómo asegurar la centralidad de la Biblia en nuestra educación teológica pero sin dejar de lado otras vertientes de conocimiento y la realidad social en la que estamos insertos? R.- Entiendo que esto se puede lograr si se dispone de un plantel de profesores en nuestras Facultades de Teología que impartan materias de manera interdisciplinar: Biblia, Teología, Filosofía, Sociología, Psicología, etc. y eso, desde una lealtad absoluta a la veracidad y autoridad de las Escrituras. En este terreno, me parece fundamental “leer” permanentemente las líneas de pensamiento contemporáneo en el terreno social y cultural, para ir resituando la formación teológica en diálogo con la realidad de un mundo siempre cambiante. P.- ¿Cómo ha sido su experiencia en cuanto a su propia formación? R.- Me he formado primeramente en mi propia iglesia, estudiando la Biblia con ayuda de tutores, después en la Escuela de Teología de la FIEIDE, en el IBSTE y, posteriormente, en las Facultades de Teología de Catalunya y Valencia. Tengo en gran estima la enseñanza recibida, pero me gustaría aportar que, en buena medida, nuestras instituciones docentes deberían enseñar junto con la teología académica, la manera de reconvertirla en teología popular, de modo que resultase pertinente y convincente aterrizando en las necesidades concretas de la iglesia y del mundo. P.- Usted es uno de los responsables de EBE-Valencia, ¿qué retos y qué perspectivas plantea en cuanto a la educación teológica en España? R.- 1. La educación teológica hay que impartirla “desde abajo y desde dentro”, es decir, a toda la iglesia y “por tierra, mar y aire”. Es necesario trabajar en un proyecto educativo eclesial que sea capaz de enseñar la teología bien entendida como parte de la vida cristiana desde su inicio. Porque la teología es la fe en estado de ciencia. 2. Es preciso, a su vez, aprovechar los recursos que pueden ofrecer las llamadas “escuelas bíblicas nocturnas”, practicando la formación continuada con todos aquellos que ocupan lugares de responsabilidad docente en la iglesia, así como con todos los que tienen inquietudes por formarse más para servir mejor. 3. Es prioritario, igualmente, apoyar a nuestras Facultades de Teología y reclamar de ellas un nivel de formación excelente, acorde con el mundo contemporáneo, sus ideas y sus creencias. Pero, sobre todo, es preciso que los jóvenes y adultos que escogen estudiar en estas instituciones y que poseen una clara vocación pastoral y carácter para ejercerla, tengan la oportunidad de trabajar “a pie de obra” durante un tiempo prudencial, una vez concluida su formación, bajo la tutela de pastores que puedan orientarles y aconsejarles en esta difícil, compleja, pero imprescindible tarea. Esa es una asignatura suspendida que hay que aprobar YA. Finaliza la entrevista. Gracias, Eduardo, por su valiosa colaboración para con esta serie sobre la E.T. Interesante lo que afirma: “Cuando no se practica el aprendizaje/obediencia, las consecuencias pueden ser graves porque la iglesia tiende a convertirse en una institución religiosa donde se va a oír, mirar y callar, sin relevancia alguna para el mundo”.

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