El campo de concentración del Vaticano

Como más de uno ha sido consciente de ser más caprincete de la cuenta, lo ha fiado para largo, y hasta sus herederos han quedado atrapados en pagos de su cuenta para que algún día su alma la saquen del Purgatorio.

03 DE MAYO DE 2014 · 22:00

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	La Ciudad del Vaticano, en Roma</p>
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La Ciudad del Vaticano, en Roma

No se dice, pero el Vaticano posee el mayor campo de concentración de toda la Historia. Y siguen llegando penados de todos lados del planeta. Durante siglos no ha parado de llenarse, y de llenar los bolsillos de su poseedor. El administrador único, como de todos los demás bienes de la institución, es el papa Francisco. Este campo, donde permanecen secuestrados cientos de millones, según sus propietarios, ha sido la fuente de ganancias y riquezas, piedra angular de su institución, desde los primeros tiempos de su composición. (Nada que ver con el bueno de nuestro Pedro.) Cristo, con su salvación hecha una vez para siempre, es la Piedra donde la Bestia cae y se destripa para siempre; el Purgatorio es la piedra donde se sustenta; y el papa es su administrador único. Ya sabemos, aunque muchos no quieran mirar, que el Vaticano se hizo con grandes territorios por el fraude de fabricarse una documentación falsa. Que, además, la hicieron a lo bestia, la Idem ni siquiera se preocupó de afinar el latín. Descubierto el fraude, no se acabó, porque muchos poderes mamaban de sus pechos. Siguen como si tal. Cualquier propiedad (y viene al caso por lo de la reclamación de edificios y privilegios fiscales por parte del Vaticano) está basada en ese fraude primero, y reforzada por el permanente del Purgatorio. ¿Cuántas fortunas no se han puesto en sus manos para que luego le hagan misas a algún difunto? Y como más de uno ha sido consciente de ser más caprincete de la cuenta, lo ha fiado para largo, y hasta sus herederos han quedado atrapados en pagos de su cuenta para que algún día su alma la saquen de allí. Pregunten al papa si hay o no hay Purgatorio. Además, si siquiera un elemental Hábeas Corpus se puede reclamar, pues no existe constancia de nada. Vaya, que si alguien pide saber cuándo debe terminar de pagar para que le digan misas a su difunto, le dicen que siga. Esta Sanguijuela siempre dice: Dame, dame. No te dan ni una muestra de que están allí. Incluso una mafia da señas del secuestrado; las señas de ésta son Todooculto, que la luz es su peligro. Es, pues, del todo lógico, con la lógica del que fue mentor moral de Eva, y que sigue en el mundo como Padre de la Falsa Piedad, que si alguien descubre la falsedad del lugar, pues no hay lugar a más redenciones cuando el Redentor ha redimido de una vez para siempre, que la Bestia saque los colmillos para eliminar a los que ponen luz en el camino. Tal es el caso de los nuestros. Presenté aquí dos semanas atrás la edición de la traducción de Beiträge (Protestantismo Español e Inquisición en el siglo XVI, Mad, Sevilla, 3 vol. en 4 tomos), en esos documentos se muestra una y otra vez la acusación inquisitorial simplemente por “negar el Purgatorio, y decir que la obra de Cristo es suficiente, y no se necesita más”. Cuando se encuentren con el papa Francisco, le cuentan sobre el Purgatorio; él tiene que saber. [De paso; esos libros los presentaremos, d. v., en la universidad de Valladolid a final de mes, seguramente el 26. Ya les concreto más.] Esta cuestión es esencial en la composición de la naturaleza del Vaticano, aunque la tapan como pueden. Una situación parecida sería inadmisible en cualquier sociedad. Es como si te vendieran parcelas, carísimas, con hipotecas para generaciones, que ni existen ni tienen documentación alguna. La peor mafia es una oenegé al lado de este crimen organizado. Pues no se trata de algo doctrinal, más o menos discutible, sino de un acto criminal perseguible de oficio. Y es una acción de secuestro, de siglos, de cientos de millones, cuyos responsables llevan anillo que besan gobernantes; los mismos que luego se reúnen para hablar de derechos humanos y cosas así. Todos en la falda, mamando sus pechos. Siempre hay que decirlo. Esto es la estructura y sus responsables, otra cosa es la situación de tantos y tantos que están por circunstancia dentro del pueblo en general que esa institución dice suyo. Esos son otra cosa, y con ellos abrazo, que también están secuestrados, pero aquí. También hay que advertir sobre los sinvergonzones dentro del campo evangélico (o de cualquier corte religioso o político) que roban bienes prometiendo bienes que dicen tener en sus manos. Algunos (¿dónde se habrá ido el sentido del ridículo?) en sus soplidos; te dicen que pongas el vaso con agua cerca de la radio, mandas algo de dinero y el soplido te da la bendición. Vaya, que te han soplado tu dinero. Engañando y siendo engañados. Pero al lado de la Mafia Triple, estos no pasan de simple menudeo. Hacer ciudadanía también es avisar de los secuestros de la mafia. En ello estamos.

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