Bulimia serial

En los últimos años, una de las preguntas normales que salen al paso cuando conoces a gente y tienes ese primer contacto formal, no es preguntar dónde vives o a qué te dedicas, sino responder a la pregunta de qué series estás viendo en ese momento.

18 DE ABRIL DE 2014 · 22:00

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Sinceramente, no tengo mucho tiempo, así que me vais a perdonar que esta semana el artículo sea corto y algo personal. No es que no tenga tiempo como excusa para no escribir más, sino que con toda la libertad que ofrece un trabajo desde casa, las obligaciones también son ineludibles, sobre todo llegar a fecha a los proyectos. Esa es una de las cosas que más me cuesta hacer entender cuando me presento. «Ah, qué bien —me dicen—, trabajas desde casa. Así tendrás tiempo para hacer muchas cosas». Lo cierto es que no lo tengo. Pero lo entiendo, porque ese fue también uno de mis errores cuando dejé mi jornada maratoniana de ocho horas con un descanso de veinte minutos para pasar a estar en casa, con la libertad de trabajar en pijama todo el día si me apetecía (esa maldición del freelance). Yo también pensaba que tendría más tiempo, pero me equivoqué de enfoque: tendría el mismo tiempo, solo que si me esforzaba estaría mejor aprovechado. Pero mucha gente cree que librarse de una jornada laboral fija sería como tener vacaciones perpetuas. Y piensan así, igual que yo, porque siempre hemos confundido el tiempo libre con el tiempo de ocio. ¿No es así como lo explicaban? Ocho horas de sueño, ocho de trabajo, y ocho horas libres, o sea, ocho horas al día en que debes hacer exactamente lo que te plazca, o lo estarás haciendo mal. Suena ridículo ahora, pero muchos lo pensábamos. ¿Y dónde se encaja hacer la compra, poner lavadoras, invertir tiempo en la familia y los amigos? Ah, amigos, esas preguntas no son pertinentes. ¿Ahora entendéis por qué mucha gente de mi generación decide no independizarse ni tener hijos? Simplemente, no les da tiempo. Yo, antes, utilizaba los ratos libres de mi trabajo para estudiar en la universidad. La gente me preguntaba asombrada que cómo me daba tiempo, y yo les decía que no era tan difícil si te organizabas bien. Pero no eran capaces de entender un mundo en que tu tiempo libre no es tiempo de ocio. Lo explicaré mejor con un ejemplo: en los últimos años, una de las preguntas normales que salen al paso cuando conoces a gente y tienes ese primer contacto formal, no es preguntar dónde vives o a qué te dedicas, sino responder a la pregunta de qué series estás viendo en ese momento. Quizá hablo más a treintañeros y veinteañeros de mi generación, pero de verdad que es muy común. Pero ver una serie, o varias, implica muchas horas de inversión a la semana. Implica varias horas de inversión al día. Es la dictadura de la tendencia. Si no vemos tal o cual serie, no pillaremos tal o cual chiste, ni entraremos en tal o cual grupo. No es fácil. Hay que estar al día de todo, meterte en los foros a curiosear las noticias, haber visto los últimos capítulos de la temporada, y si has empezado tarde, esforzarte y empeñar horas en las temporadas anteriores. Es una especie de bulimia serial: consumes, consumes, consumes, y empleas todo tu tiempo disponible, todas tus horas, en estar a la última. Después te sientes mal porque a lo mejor no te ha dado la luz del sol directa en todo el día, pero se te pasa al recordar que todavía te quedan capítulos de tal o cual serie que ver. Las cadenas de televisión (sobre todo del mundo anglosajón) han descubierto que ofrece sustanciosos beneficios tener enganchada a la gente a los televisores y/o pantallas de ordenador de todo el mundo, y así temporada tras temporada se esfuerzan en ofrecernos algo más nuevo, más sorprendente y más suculento. La parte buena es que quizá sea la edad de oro de las series de televisión… quizá. Creo que Jordi Torrents tiene otra opinión al respecto, y ya lo ha explicado en este mismo espacio semanas atrás. Pero la parte mala es que da igual si las series son de oro o de latón, porque esa necesidad de atracarnos de ellas como un bulímico que saquea la nevera cuando tiene hambre no alimenta nada. Ni al bulímico le alimenta el cuerpo ni al adicto a las series le alimenta el alma.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Preferiría no hacerlo - Bulimia serial