Pedro Puigvert: Creo en la formación permanente

La falta de educación teológica coloca el creyente en un plano de inferioridad para poder dar testimonio de su fe y puede ser presa fácil de todo viento de doctrina.

05 DE ABRIL DE 2014 · 22:00

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Pedro Puigvert.

Continuamos con interesantes apreciaciones sobre la Educación Teológica. Valiosos aportes sobre el tema nos da nuestro entrevistado de hoy, Pedro Puigvert, Presidente del Centro Evangélico de Estudios Bíblicos (CEEB). Puigvert es graduado en Teología por el CEEB, Bachiller en Ciencias Bíblicas, ha realizado estudios de Hebreo y Teología Sistemática en la Escuela de Teología de la FIEIDE y prepara su tesis para obtener un Máster en Ciencias Bíblicas en el CEIBI. Además, colabora en diversas revistas evangélicas (Alétheia, Edificación Cristiana, Pueblo Protestante, etc.) y realiza comentarios sobre libros bíblicos en las Notas Diarias. Es anciano de la Asamblea de Hermanos de la Av. Mistral 87 de Barcelona. Pregunta.- ¿Cuál es el propósito de la enseñanza y la educación teológica? ¿Es la educación teológica parte de la misión más allá de la evangelización? Respuesta.- Prefiero referirme a la educación bíblico-teológica, porque no se puede aislar la teología del fundamento bíblico que la sustenta. Su propósito es equipar al hombre de Dios para toda buena obra. De acuerdo con esto, la formación es integral y como tal debe formar parte de la misión. Con relación a nuestra institución traslado lo que escribí en la presentación de nuestra web: “Desde su origen, los promotores se propusieron marcar una línea de enseñanza muy clara: el CEEB sería “evangélico por cuanto enseña y defiende la posición bíblica del llamado protestantismo histórico, de acuerdo con la Declaración de Fe y el espíritu de la Alianza Evangélica Española”. Esto significa que sus profesores creen y enseñan que la Biblia es la Palabra de Dios en conformidad con los principios de sola Scriptura, sola Gratia, sola Fide, solo Cristo, que propugnaban los reformadores del siglo XVI. En todo momento se procura que la enseñanza no tenga matiz denominacional, pero “es lo suficientemente amplia para respetar, y exponer, los distintos puntos de vista sobre cuestiones secundarias, de carácter denominacional”. La adopción de esta línea de pensamiento sitúa al CEEB dentro del marco conservador evangélico alejado de las posiciones del liberalismo teológico, que no solo ha quebrado la fe de muchos en la vieja Europa y en otros lugares, sino que ha vaciado los templos de adoradores del Dios verdadero. Los alumnos que asisten a los cursos y seminarios que impartimos, son enseñados en las verdades del Evangelio para que a su vez sean instrumentos útiles en sus iglesias locales, sirviendo en aquellos ministerios apropiados a los dones que el Señor les ha concedido, en conformidad con los principios que encontramos en las mismas Escrituras: “lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros” (2 Ti. 2.2). Por tanto, los alumnos que pasan por nuestras aulas no se enfrentan a un estudio simplemente científico y frío de un libro o de una teología que es consecuencia del pensamiento que han sistematizado destacados estudiosos del pasado, sino que en todo momento buscamos el fruto espiritual de una reflexión continua de la Palabra de Dios que nos lleva a aplicarla a nuestras vidas y de las iglesias de las que formamos parte, en una renovación constante y para su fortalecimiento. En otras palabras, el estudio bíblico-teológico que imparte el CEEB no se hace al margen de la realidad en que vivimos, sino en contacto con la sociedad que nos rodea y a la que deseamos llegar con el mensaje salvador de Jesucristo de una manera viva y apropiada con la Palabra de Dios, una palabra eficaz que transforma la vida de todos aquellos que se acercan a ella para hacérsela suya, por cuanto “la fe es por el oír, y el oír por la palabra de Dios” (Ro. 10:17). P.- ¿Cuál el papel de la enseñanza en la Misión? R.- La Misión entendida en su sentido global precisa de la existencia de una enseñanza adecuada para poder realizarla con garantías en dependencia del Señor. Sin embargo, la enseñanza teórica no lo es todo, sino que de alguna manera hace falta también la práctica en el campo de misión. El interrogante que nos planteamos en algunas instituciones de enseñanza es: ¿cómo arbitramos un sistema en que el estudiante que se está preparando en las aulas ponga en práctica sus conocimientos? En un aspecto, el carácter de nuestra institución tiene el problema resuelto en parte, aunque de manera no totalmente satisfactoria. Por regla general, los alumnos no vienen a estudiar para obtener un título con el que poder ejercer un ministerio, sino que están realizando un ministerio y buscan herramientas para realizarlo de la mejor manera posible. De ahí el papel fundamental de la enseñanza como recurso para la Misión. P.- ¿Es la educación teológica solo para los líderes y pastores? ¿Deben las instituciones y programas de educación teológica realizar una revisión misional de sus planes de estudio, estructuras y ética, de manera que sean los adecuados para coadyuvar a la iglesia a responder a los desafíos a los que se enfrenta en este siglo XXI? R.- En libro reciente el teólogo e historiador Justo L. González hace unas observaciones muy pertinentes al respecto: llega a la conclusión que los nuevos tiempos requieren una reorientación y redefinición total de los estudios teológicos y la preparación ministerial. Para ello formula siete propuestas: 1) Devolver la educación al sitio que le corresponde, la iglesia en su expresión local. El mejor aprendizaje tiene lugar en comunidad, no entendida como “seminario” sino la comunidad de fe. 2) Desarrollar métodos de enseñanza y de evaluación de cursos, no tanto sobre la base de lo que se aprende, sino más bien sobre la base del modo en que se enseña y se comparte tanto el contenido como el proceso de aprendizaje, 3) Hacer de la educación teológica un proceso de toda la vida y de toda la iglesia. El fin de la educación teológica no es un título o un diploma, sino la contemplación del rostro de Dios en el Reino final de paz y justicia. 4) Promover un tipo de educación que ayude a toda la iglesia a enfrentarse a circunstancias siempre cambiantes y a retos inesperados. 5) Redefinir la relación entre los estudios teológicos y la práctica del ministerio ordenado. Esto ha de hacerse en dos direcciones: a) hay buen número de personas que procuran estudios teológicos, no necesariamente para dedicarse al ministerio pastoral, sino para dedicarse a otros ministerios; b) hoy gran número de personas practican el ministerio pastoral y buscan los estudios teológicos como un medio para mejorar esta práctica. 6) Crear programas para adiestrar a mentores en la tarea de la reflexión teológica y de la práctica pastoral. 7) Producir y promover materiales de estudio y reflexión que pueden servir de recurso para todo lo que antecede. El problema no es la falta de recursos impresos, sino su enorme abundancia que sirven de poco y que con el advenimiento de Internet esto se ha multiplicado. Producir materiales que contribuyan positivamente a la vida de la comunidad de fe. Estoy de acuerdo con González en que la educación bíblico-teológica tiene que ser para todo el pueblo de Dios, aunque el liderazgo necesita una preparación más completa. P.- ¿Cómo se encuentran nuestras iglesias en materia de educación teológica, hoy? ¿Cómo implementarla a todos los niveles, en caso que no todos los creyentes tengan acceso a la misma? R.- El nivel de enseñanza bíblico-teológica en las iglesias es bastante pobre. En algunas ni siquiera tienen una reunión de estudio bíblico o una clase de Escuela Dominical para adultos semanal. En otras han unido la reunión de oración con la de estudio bíblico y ni es una cosa ni otra. Asimismo, el púlpito está también descuidado, aunque hay signos de renovación en este sentido. Las iglesias tendrían que poner en marcha un plan de estudio doctrinal por una parte y exegético por otra. Además, se debería primar la predicación expositiva en el culto. Al mismo tiempo hay que buscar la mejor manera para que un mayor número de hermanos puedan acceder a los estudios cuando tengan tiempo libre. Ya no es cuestión solamente de preparar un plan por edades, sino también por conocimientos porque no se puede estar dando siempre la leche espiritual, sino que hace falta el alimento sólido (He. 5:11-14). P.- ¿Cómo debe, entonces, hacer frente a estas necesidades? R.- En primer lugar, las iglesias deberían ser conscientes de la importancia de la educación bíblico-teológica de todos sus componentes, empezando ya con el catecumenado previo a su admisión como miembros, ya sea por el bautismo o por haber solicitado la membresía procedente de otra congregación. En el caso de no disponer de suficientes recursos humanos para implementar un plan de estudios, podría pedir la colaboración de las instituciones de enseñanza o de otras congregaciones que tuvieran personas preparadas para impartir estudios. Además, es importante señalar la necesidad de dotarse de recursos suficientes para formar adecuadamente. En la actualidad, se pueden realizar cursos por extensión o también online, lo que facilita mucho la labor. P.- ¿Cuáles son las consecuencias de una falta de educación teológica, tanto para la iglesia como para la misión? R.- El empobrecimiento de la fe conduce a la indolencia y muchas veces al desaliento, acabando por abandonar y formar parte del grupo de cristianos nominales que pierden todo interés por la obra de Dios. La falta de educación teológica coloca el creyente en un plano de inferioridad para poder dar testimonio de su fe y puede ser presa fácil de todo viento de doctrina o caer en la herejía. En la actualidad hay muchos falsos profetas que tuercen las Escrituras para beneficio propio y los creyentes poco formados aceptan sus postulados porque no son capaces de distinguir entre la verdad y el error. Es una constante que el error se propaga más rápidamente que la verdad. Sin embargo, la educación bíblico-teológica no es la panacea que resuelve todos los problemas, porque desdichadamente, hay bastantes que han recibido una buena formación y luego han fracasado en los ministerios que han realizado. En cuanto a la misión, todavía es más necesaria la formación de todos aquellos que son llamados a servir al Señor en otros lugares, sobre todo si la entendemos de manera integral. A la formación propia de cada siervo de Dios, debería formar parte de su preparación el elemento transcultural y también la experiencia que le aportaron sus estudios seculares, pues el misionero debe estar preparado en un momento dado para realizar un trabajo secular y sostenerse con el mismo. Recuerdo que cierta misión no admitía obreros que no tuvieran un oficio con el que poder ganarse la vida en un momento dado, por si llegaba el caso de no recibir financiación de la entidad que lo había enviado al campo misionero. P.- ¿Deben las iglesias relacionarse con seminarios o institutos bíblicos? ¿Cuál la mejor forma de hacerlo? R.- No es solo un deber, sino una necesidad. Los pastores deberían interesarse por la marcha de los estudios de los miembros de su congregación que están formándose en una entidad educativa del tipo que sea. En primer lugar, hablando periódicamente con el alumno que está bajo su cuidado espiritual para preguntarle sobre el modo en que avanzan sus estudios y dándole oportunidades de ponerlos en práctica. Aparte de esto, debería conocer la vocación del alumno y qué tipo de ministerio piensa desarrollar. Esto le permitirá darle paso en alguna de las áreas de trabajo de la iglesia local, en el caso que no esté involucrado en ninguna. El seguimiento de este alumno que se está preparando, será mucho más fácil cuando tiene la oportunidad de servir en su propia congregación. Es más difícil cuando el alumno ha tenido que desplazarse a otra localidad o a otro país para realizar sus estudios teológicos. En cuanto a los seminarios e institutos bíblicos, deberían mantener contactos periódicos con los pastores de las congregaciones de donde proceden los alumnos para conocer su opinión sobre el modo en que ponen en práctica las enseñanzas que reciben. Todo esto ayudaría al alumno a crecer en madurez, ya que el fin que se persigue es ayudar a los hermanos para la obra del ministerio. P.- ¿Cómo asegurar la centralidad de la Biblia en nuestra educación teológica pero sin dejar de lado otras vertientes de conocimiento y la realidad social en la que estamos insertos? R.- El plan de estudios debe estar centrado en las Sagradas Escrituras en cuanto a las materias básicas que lo componen. Asimismo, hay un grupo de asignaturas que abarcan otros tipos de conocimiento, cuyo enfoque debería tratarse desde una perspectiva bíblica, como es el caso de la ética, la metodología educativa y la misión integral entre otras. Naturalmente, es necesario contextualizar los estudios. P.- ¿Cómo ha sido su experiencia en cuanto a su propia formación? R.- Comprendí al poco tiempo de convertirme al Evangelio que para servir al Señor tenía que prepararme adecuadamente. Coincidió que por aquellas fechas se creó el CENTRO EVANGÉLICO DE ESTUDIOS BÍBLICOS (CEEB), de manera formé parte de la primera promoción de alumnos y fui el primer graduado de la institución. Posteriormente, amplié estudios de Teología Sistemática y Hebreo Bíblico en la Escuela de Teología de la FIEIDE. En realidad, mi formación ha sido continuada desde que empecé a estudiar, ya que un año más tarde de mi graduación empecé a enseñar en el mismo CEEB y esto requería un estudio proseguido para actualizar mis conocimientos. El hecho que el CEEB impartiera sus clases por las tardes/noches, facilitó enormemente el que pudiera destinar varios años a mi formación después de la jornada laboral. De manera que después de casi cincuenta años de mi conversión todavía sigo estudiando preparando mi tesis para obtener el máster en Ciencias Bíblicas, especialidad Sagrada Escritura. Por tanto, creo en la formación permanente. P.- Usted es uno de los responsables de una Facultad de Teología ¿qué retos y qué perspectivas se plantean? R.- En estos momentos estamos realizando un proceso de integración que arrancó en 2010 con la Escuela Bíblica Evangélica (EBE). Compartimos el mismo currículo en cuanto al Curso Superior y lo hemos adaptado de manera que en el futuro pueda ser convalidado en parte por las Facultades de Teología que hayan firmado el acuerdo con el Ministerio de Educación para el reconocimiento civil de los estudios teológicos. Digo en parte, porque será necesario que los alumnos que hayan obtenido todos los créditos del currículo, puedan completar sus estudios en alguna Facultad de Teología sumando los créditos que necesiten para obtener el título. Al ser una institución que impartimos clases nocturnas, no podemos ofrecer el número exigido de horas que son necesarias. Aparte de esto, nuestra vocación sigue siendo la formación de hermanos de las congregaciones evangélicas -nuestra institución es interdenominacional- para que puedan ejercer sus ministerios con una base bíblico-teológica firme, al margen de titulaciones oficiales que pueden venir por añadidura, pero no es lo sustancial. P.- ¿Piensa que todas las instituciones académicas evangélicas priorizan también en sus planes de estudio el desarrollar en el alumnado un compromiso con la realidad que lo circunda? R.- No conozco a fondo todas las instituciones evangélicas dedicadas a la formación bíblico-teológica, aunque en sus planes de estudio la mayoría de ellas tienen en consideración contextualizar los estudios para llegar a este compromiso con la realidad en que viven los alumnos. Sin embargo, esto puede apreciarse mejor conociendo las enseñanzas de cada profesor, pues salvo excepciones, el nombre de las materias no es un indicio suficiente. Finaliza la entrevista. Gracias, Pedro, por recordarnos que la educación teológica, para la iglesia, no es una asignatura optativa sino obligatoria, vital para la formación y transformación de las personas en verdaderos colaboradores de Dios en su propósito de colocar todas las cosas bajo el mando de su Hijo.

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