Jardín cerrado, por Stuart Park

Como especialista –así me creo- en EL CANTAR DE LOS CANTARES estimo que estoy en condiciones de afirmar que el libro de Stuart Park es uno de los más bellos que he leído a lo largo de mis años, y he leído muchos.

07 DE FEBRERO DE 2014 · 23:00

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Cuando inicio este artículo la memoria actúa en mí como la placa de una cámara fotográfica. Corría el mes de junio y el año 1957. Un amigo mío, abogado y rabino judío, Carlos Nesri, marcó mi número de teléfono para pedirme que asistiera a una conferencia sobre EL CANTAR DE LOS CANTARES que iba a pronunciar en el Teatro Cervantes, situado en la entonces calle Esperanza Orellana de aquél Tánger internacional de mis amores, en el norte de Marruecos. Nesri era un orador de matrícula. Lo recuerdo lleno de entusiasmo cuando comentaba el versículo 8 del segundo capítulo, texto que él aplicaba a la esperanza del pueblo de Israel ante la llegada de un Mesías que todavía está esperando, al no reconocer a Jesucristo como tal:
-“¡La voz de mi amado! He aquí él viene saltando sobre los montes, brincando sobre los collados”.
Aquél rabino judío me descubrió el pequeño libro de Salomón. También recuerdo con qué orgullo citaba las palabras del gran rabino Aquibá, del primer siglo cristiano, en el sentido de que “el mundo entero no vale lo que vale EL CANTAR DE LOS CANTARES”.
Desde entonces, EL CANTAR DE LOS CANTARES ha sido mi libro favorito del Antiguo Testamento, después del Génesis. Sobre él he escrito numerosos artículos, he pronunciado conferencias, lo he comentado en emisoras de radio. Con el tiempo he logrado reunir un considerable número de libros escritos en español, francés e inglés sobre CANTARES.
Hace años emprendí la redacción de una obra en tres tomos tratando del CANTAR, donde pretendo analizar la interpretación literal del libro, la racionalista, la judía, la católica, la protestante y una interpretación espiritual. Aún estoy en este proyecto.
Como especialista –así me creo- en EL CANTAR DE LOS CANTARES estimo que estoy en condiciones de afirmar que el libro de Stuart Park es uno de los más bellos que he leído a lo largo de mis años, y he leído muchos.
Antes de entrar de lleno en él quiero escribir unos párrafos sobre el autor.
Stuart Park nació en Inglaterra. Allí, en la prestigiosa Universidad de Cambridge, estudió hasta obtener una licenciatura en Filología Románica, que no romántica, aunque también, porque si la Filología es el estudio de un idioma según los escritos que lo dan a conocer, en JARDÍN CERRADO Park estudia, hasta llegar a las profundidades, el corazón de Salomón a fin de percibir los latidos románticos que se perciben en EL CANTAR DE LOS CANTARES.
El joven Park asimiló en plena juventud el dicho de Shakespeare, el estudio es semejante al sol glorioso del cielo. El amor al estudio es la única pasión que dura tanto como la vida. Fiel a estos principios, abandona la bruma inglesa en busca de temperaturas cálidas y se instala en Filadelfia, al suroeste del estado de Pennsylvania. En la Universidad de Temple se doctora ¡en literatura española! ¡Tenemos a un inglés en Norteamérica estudiando español! Así es éste hombre. ¿No estaba España más cerca de Inglaterra que Estados Unidos? ¿Por qué no se matriculó en la Universidad de Salamanca, pongo como ejemplo?
A España vino, pero con otra misión: anunciar el Evangelio glorioso del Señor nuestro Jesucristo a los habitantes de esta tierra. Y ahí lo tenemos, en Valladolid, donde dicen que se habla el mejor castellano, enseñando la Biblia y escribiendo libros. Su literatura es formidable. Toda la temática de su obra está impregnada del amor que le une a Dios y a Su Palabra. El estilo literario de Stuart Park traduce a la perfección el estudio de un pensamiento instalado en la realidad cristiana puramente fundamentalista, quiero decir, una realidad que no se aparta a derecha ni a izquierda de la doctrina cristiana, que va directa al corazón de la verdad.
Las 159 páginas de JARDÍN CERRADO forman una introducción, ocho capítulos y un prólogo. Estos son los títulos de los capítulos: las cámaras del rey; el tiempo de la canción; el cortejo de bodas; jardín cerrado; los temores de la noche; la mujer vestida de sol; tierra de promisión y la llamada de Yahvé.
A todo esto precede un prefacio escrito por un brillante poeta de proyección internacional, casi universal. Un poeta, espiritual de expresión esencial y trasparente. Un poeta de corazón tan romántico como lo tenía Salomón cuando escribió EL CANTAR. Un poeta que domina el lenguaje castellano como el lucero domina la oscuridad y proyecta los rayos que alumbran: Alfredo Pérez Alencart, profesor en la Universidad de Salamanca.
Dice Pérez Alencart en un párrafo de antología: “leo la explicación de Stuart en perfecto connubio con el poema. Y quedo trasviendo dos mil quinientos años con un amor escrupuloso por la Divinidad que está al fondo del alma y por el Eros de las bellas alegrías, del contacto que no se inventa, del sexo matrimoniado al Amor, de la ternura que empareja sin beatitudes ni desenfrenos”.
Por su parte, Stuart Park aclara en la introducción: “el autor del CANTAR destruye el mito de la superioridad del varón que algunos ven en la doctrina bíblica, y al regresar al Edén, reivindica la gloria de la mujer en el centro de la revelación divina. Se trata de un retorno al Edén… EL CANTAR nos invita a presenciar una noche de amor, pero no como intrusos, ya que la unión de los esposos se expresa mediante metáfora y símbolo, como conviene en el mundo de la poesía. EL CANTAR trasciende la sexualidad humana y el género, la diferenciación racial, social y cultural, para liberar en nuestra mente y en nuestro corazón las aguas vivas del Espíritu”.
Una cualidad más del libro escrito por Stuart Park: la capacidad de síntesis de la que hace gala el autor. Un ejemplo: en cuatro párrafos da a conocer las variadas y distintas interpretaciones que se han dado al libro bíblico, siempre condicionadas por las ideas religiosas o no religiosas de quienes han escrito sobre él. Luego, en pocas páginas, separando la paja del trigo, ofrece una amplia visión de todo aquello que de importancia tiene el libro de Salomón. Si la síntesis es la suma o compendio de una materia, el autor inglés lo demuestra con amplitud en su escritura.
Ni siquiera me atrevo a recomendar el libro de Stuart Park. Libro como el que ha escrito no necesita de recomendaciones ni de alabanzas. El lector que abra la primera página no lo dejará hasta leer la última. Será este mismo lector quien tocará campanas anunciando a otros el descubrimiento de semejante joya.
Hoy, cuando en tantos kioskos y librerías se exponen libros sobre el amor, un amor barato, que deja en el corazón la melancólica advertencia de la falsedad, el amor del que nos habla Park, descubierto por él en EL CANTAR DE LOS CANTARES, es el amor que queda adscrito de una vez para siempre y del todo a otro ser. Es el amor que empieza por el amor. El amor que construye el edificio de los sentimientos. El amor sublimado por la inspiración de Dios.
Jardín Cerrado. Ediciones Camino Viejo, Valladolid 2013, 159 páginas.

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