Los poetas y Dios (Araceli Sagüillo)

Aquí les presento los tres poemas que Araceli Sagüillo llevó al X Encuentro Los poetas y Dios.

08 DE FEBRERO DE 2014 · 23:00

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Araceli Sagüillo.

Nacida en Palencia, Araceli Sagüillo es la coordinadora del reconocido ámbito cultural “Los viernes del Sarmiento”, que se celebra semanalmente en Valladolid y que ya suma más de 2000 actos literarios. Escribana de buenos versos, Araceli tiene publicados una decena de poemarios, comoLa charca de los lirios (1994),Mujer(1996),Tiempo de silencio(1999),Las voces(2003), el poema dramáticoEn la alameda(2004), El ático vacío (2009) oTreciembre existe(2011),entre otros. Su poesía ha sido traducida al italiano y portugués. Aquí les presento los tres poemas que Araceli Sagüillo llevó al X Encuentro Los poetas y Dios, celebrado hacia finales de diciembre en Toral de los Guzmanes, organizado por la Asociación Cultural Evangélica Eduardo Turrall, con la colaboración muy especial del Ayuntamiento de dicha localidad leonesa. Ella ha participado en nueve ediciones del citado Encuentro. Son tres textos de excelente factura, pero especialmente son poemas que rebalsan de pozos profundos y lavan ciertas máscaras cotidianas. Hay ternura hacia la infancia y hay constatación de crudas realidades que acechan al inocente, de inmensidad a inmensidad. Aprecio esta propuesta poética, porque ella responde desde su costado abierto, desde sus rescoldos de amor. EL NIÑO Habrá que hacerse niño para volverse santo. Sentir sobre las manos el viento de las penas, hundirse entre poemas a cientos de kilómetros, y envejecer entre rosas para morir en agua de colonia. Memorizar un verso de Neruda porque pensar palabras no es más que su silencio. Dios cobija el silencio allá donde él habita. ESA DULZURA Esa dulzura sorprende al trepar el sueño. Un ángel de verdad agita molinos de viento y barcos de papel. Pestañas rebeldes sonríen al cruzar los húmedos valles y resbalan los besos como si lloraran. Ay, si yo pudiera escalar contigo ese candor de estrellas. Rozaría ese pelo ondulado y las frutales manos se ahogarían conmigo en este mundo de espumas. EL NIÑO AL CRECER… El niño al crecer corre, corre... Y acepta la caída. Le persigue el dolor de estar solo. Dibujando a saltos la vereda perdida desconoce el umbral de la vida. Salta imitando el sentido del aire y vuela hasta la nube blanca. Se estremece su entraña y busca algo, algo que nunca encontrará.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - POR EL ÚLTIMO ADÁN - Los poetas y Dios (Araceli Sag&uuml;illo)