Ataques contra protestantes en Ixtapan del Oro

Santiago Pascoe fue uno de los misioneros que denunció los crecientes ataques a evangélicos en la localidad.

11 DE ENERO DE 2014 · 23:00

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Ixtapan del Oro, en la actualidad. 

El misionero Santiago Pascoe conoció bien de persecuciones en su contra. Algunas ocasiones las sufrió personalmente, en otros momentos supo de esas intolerancias perpetradas contra los evangélicos y las denunció por escrito. Este personaje llegó a México en 1865, procedente de Inglaterra con la intención de “propagar el evangelio del Señor Jesucristo”. Él mismo escribe: “fue preciso buscarme ocupación por algunos años, mientras aprendía el idioma, la religión y costumbres del país. Vine contratado de contador y agrimensor de una compañía inglesa para explotar una mina de plata en los montes de Ixtapan del Oro del estado de México”.1 A partir de agosto de 1872 Santiago Pascoe distribuye biblias y materiales evangelísticos en Toluca. De manera formal Pascoe, su familia y algunos convertidos inician reuniones de carácter evangélico el domingo 23 de febrero de 1873. Por la mañana tiene a su cargo la predicación el pastor Francisco Aguilar. En la noche tal actividad le corresponde a Pascoe, “hubo mayor asistencia y unas cuantas vidrieras fueron quebradas [por los antagonistas al grupo]. En pocas semanas la asistencia llegaba a unas cien personas, habiendo como veinticinco miembros y cuarenta candidatos”.2 Pascoe fue el tercer predicador en los servicios que se llevaron a cabo a partir del 25 de diciembre de 1873, en ocasión de abrirse lo que fuera el Claustro Mayor de San Francisco a las actividades de la Iglesia metodista de Gante número 5, en el centro de la ciudad de México. Unos meses antes de que le correspondiera predicar en el lugar mencionado, él publicó (y al parecer escribió) un folleto que daba cuenta de la persecución padecida por la célula de la Iglesia de Jesús en Capulhuac, estado de México, el 12 de abril de 1873, sábado de Gloria. Los agresores utilizaron armas blancas y de fuego. Resultando heridos cinco de Joquicingo (que habían asistido a confraternizar con sus hermanos en la fe de Capulhuac) y muerto Luis Gonzaga, quien recibió un balazo y veintisiete puñaladas.3 El escrito que dio cuenta del martirio de Gonzaga está incluido en un libro escrito por un nieto de Santiago Pascoe.4 Como agente de la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera, bajo la dirección de Pascoe “trabajaron muchos repartidores en varios estados de la República [mexicana], colocando por la venta o por la donación miles de ejemplares del Sagrado tomo”.5 El 28 de noviembre de 1888, en Southport, Inglaterra, tiene lugar el deceso de Santiago Pascoe.6 Su labor periodística a favor de la causa evangélica sería recordada como “extraordinaria y fecunda” por Victoriano D. Báez, ministro metodista, quien evocaba: “sus escritos fueron casi siempre de combate, pero ¡qué combate tan noble! Sus enemigos, por más obcecados, le rindieron pleito homenaje por su caballerosidad y energía”. Agregaba que “sus demás escritos doctrinales tienen un sabor tan exquisito, que gustan tanto hoy día como en los días de su publicación. Casi no hay evangélico en México que no posea algún escrito del egregio campeón. Su labor periodística formará época en la historia del protestantismo”.7 El misionero Santiago Pascoe fue muy activo en el periodismo, además de escribir en distintas publicaciones fundó El Heraldo, con sede en Toluca. Frecuentemente entraba en polémica con quienes él llamaba “los romanistas”. Enviaba remitidos a los principales diarios del país, ya fuese para denunciar actos persecutorios contra alguna comunidad evangélica o bien para defender la legitimidad del protestantismo en el país.8 En ocasión de los actos en contra de la integridad de los evangélicos en Ixtapan del Oro, estado de México, Pascoe hizo llegar una carta al director de El Monitor Republicano, la que fue publicad en la edición correspondiente al 17 de junio de 1881. A continuación la reproducimos: "Varias veces me ha pedido noticias de lo que pasa por aquí: le remito ahora una crónica breve y fiel de las hazañas de los católicos de Ixtapan del Oro. Desde que las Leyes de Reforma fueron decretadas por primera vez, jamás han sido obedecidas en esta población. La reciente circular del presidente de la República sobre la observancia de las dichas Leyes, fue honrada aquí con una soberbia procesión religiosa en las calles, el día 8 de mayo. El 5 del actual se inauguró el culto protestante en Ixtapan, previo el aviso a la autoridad como la ley exige. En perfecta paz se abrió el culto, aunque era día de plaza y en pleno día. No hubo desorden ni disgusto de ninguna clase. El presidente municipal puso en conocimiento del arzobispo católico (que estaba de paso en Villa del Valle, cabecera de este distrito) del culto protestante que se trataba de establecer, y sin duda, aquel dignatario le dio las instrucciones convenientes. Vuelto a Ixtapan, el alcalde mandó reunir los pueblos inmediatos para saber si estaban conformes con tener un templo protestante: los vecinos, hasta entonces bastante pacíficos, llegaron a creer que no podían soportar tal novedad. El jueves 9 del presente, al presentarse el predicador protestante en Ixtapan para celebrar culto, encontró mucha gente reunida: fue llamado al juzgado, donde le informaron que el pueblo insistía en que no se verificara el culto. El alcalde rogó mucho en el mismo sentido. La gente se atumultaba muy amenazante y no fue posible celebrar el culto. El día 10 recibí un oficio del I. Ayuntamiento terminantemente suspendiendo el culto evangélico en Ixtapan, hasta que la Jefatura Política resolviera lo conveniente. El alcalde fue al Valle para pedir auxilio y para poder hacer respetar la ley y para dar garantías a los protestantes. El digno jefe no pudo prestarle auxilio alegando que sus soldados, siendo católicos, serían los primeros en molestar a los protestantes. Los católicos, orgullosos al ver que las autoridades les apoyan tan eficazmente, claman, no sólo que se prohíba el culto evangélico en su población, sino que sean desterrados los que viven en este rancho de San Telmo donde hay culto también, y juran que a balazos nos echarán. Hoy, domingo, el 12, no hubo culto en Ixtapan: los protestantes guardaron mucha prudencia con el fin de provocar un tumulto; más en vano, muchos católicos de varios pueblos, armados de machetes, garrotes y piedras, se agruparon en la plaza, y viendo que no hubo víctimas en el templo protestante, se echaron sobre tres indígenas protestantes de Santa Cruz y miembros de la congregación de San Telmo. Estando en la plaza y completamente sin armas, los pobres resistían a una turba de fanáticos capitaneados por un cuñado del presidente municipal. Llegó la comisión y a la cárcel fueron a dar los tres agredidos protestantes. La comisión enseguida recorrió las calles en busca de los pocos protestantes que habían ido a la plaza a comprar sus alimentos: encontraron a mi mozo, indio y protestante que había ido a traer el recaudo para mi casa: estaba él sentado tranquilamente lejos del lugar del tumulto, pero le llevaron a la cárcel. Ningún católico fue encarcelado, sólo los cuatro protestantes, y hasta robaron las frazadas de las tres víctimas del tumulto. El alcalde había salido de la población antes del alboroto. Hace pocas horas que aconteció lo relatado, y los rumores y las amenazas de lo que nos van a hacer los embravecidos católicos nos aturden. El orden está completamente trastornado: las autoridades son impotentes, y aun peor, son indiferentes. El Jefe Político ha cruzado sus brazos y no alza ni un dedo para vindicar la majestad de la ley. Los revoltosos, los católicos, embriagados con el triunfo y de aguardiente, son los dueños de la situación: y los muchos bandidos y pronunciados de profesión que hay por aquí, están alerta para aprovecharse de la oportunidad. Nosotros, los protestantes, estamos recogidos en nuestros montes esperando a ser asaltados y resueltos a defender nuestras vidas y hogares, y nadie bajará a la población hasta que el gobierno del estado ponga remedio a esta situación tan triste y peligrosa, y devuelva a la ley su soberanía y a los ciudadanos sus garantías." Semanas después, el primero de agosto, en un escrito que redacta a las dos de la madrugada, Santiago Pascoe emite un nuevo comunicado que hace llegar a distintos periódicos. En su edición del 10 de agosto y en primera plana El Telégrafo (“Diario político y literario, comercial y de aviso”) reprodujo el escrito: "Habiendo quedando impunes los motines católicos de junio 9, del 12 y del 16, sin castigo de ninguna clase, los fanáticos y bandidos, que son los que gobiernan aquí, han hecho otro motín y han derramado sangre. El culto protestante quedó suspenso desde junio 9 hasta ayer julio 31, día en que (engañados por las promesas de las autoridades superiores), los protestantes se animaron a seguir sus cultos. Se amotinó el pueblo capitaneado por los mismos caudillos de los motines anteriores. El predicador protestante está sitiado por los sublevados en una casa en Ixtapan, sin poder salir de la población. A las tres de la tarde una turba de asesinos se echaron sobre varios protestantes, hombres y mujeres, hiriendo gravemente a varios con balazos, machetazos, palos y pedradas. A las nueve de la noche llegaron a este rancho un protestante y su mujer –ella encinta–, ambos heridos y bañados en sangre. Los infames católicos dieron todos sus golpes en la cabeza. Hasta esta hora –11 horas después del motín– no se sabe la suerte de tres protestantes, víctimas del motín: pero uno de ellos, herido muy gravemente, fue llevado por los católicos, no sabemos a dónde, ni para qué. Mañana espero saber la suerte de ellos, y la del predicador de los protestantes residentes en Ixtapan. He aquí, pues, el resultado inevitable de la indiferencia y promesas vanas de las autoridades. Pedí justicia y socorro al tiempo de los motines anteriores, y me la dieron con el filo de la espada: yo fui el molestado y el amenazado, no los revoltosos que cometieron los crímenes. Tal vez esta nueva denuncia me resultará en nuevas y mayores molestias, pero es imposible callarme en presencia de tantos crímenes. Por telegrama pido al señor Presidente nos auxilie, pues la triste experiencia nos ha convencido de que jamás habrá garantías, ni civilización aquí, si no pone un remedio el gobierno federal. Si pido socorro de nuevo al señor gobernador, de nuevo nos dejará a las crueles misericordias del jefe político de este Distrito, cuya punible indiferencia ha sido el origen de tantos males. Auxílienos usted, con su poderosa voz: pues la sangre ha comenzado a correr y solo Dios sabe cuándo se parará." Sobre el desenlace no he hallado más información, si, por ejemplo, actuó el gobierno federal para proteger los derechos de los evangélicos en Ixtapan, o el caso quedó como uno más en la extensa cadena de intolerancias padecidas por los protestantes. ****
1 En Apolonio C. Vázquez, Los que sembraron con lágrimas. Apuntes históricos del presbiterianismo en México, Publicaciones El Faro, México, 1985, p. 192.
2 Juan N. Pascoe, “Rasgos biográficos de Santiago Pascoe”, El Abogado Cristiano Ilustrado, 28/VIII/1913, p. 553.
3 Nicanor F. Gómez Pascoe, Ahora sí soy su soldado, Publicaciones El Faro, México, 2004, p. 59 y El Abogado Cristiano Ilustrado, 15/II/1888, p. 27.
4 Nicanor F. Gómez Pascoe, op. cit., pp. 65-71.
5 H. P. Hamilton, “Las Sociedades Bíblicas, su obra en México”, El Abogado Cristiano Ilustrado, 1/I/1893, p. 9.
6 El Faro, 15/I/1889, p. 12.
7 Victoriano D. Báez, “Prensa evangélica: su importancia, sus defectos, su porvenir”, El Abogado Cristiano Ilustrado, 13/VIII/1903, 270.
8 Por ejemplo El Monitor Republicano, 17/VI/1874, p. 3.

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