En Navidad hace 140 años

El 25 de diciembre de 1873, día de Navidad, el cristianismo evangélico mexicano dio un paso significativo al comenzar actividades la Iglesia metodista de Gante núm. 5.

21 DE DICIEMBRE DE 2013 · 23:00

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Iglesia metodista de Gante núm. 5. 

El 25 de diciembre de 1873 abrió sus puertas al culto evangélico el antiguo claustro mayor de San Francisco, en Gante número 5, céntrica vía en la capital del país. Desde entonces la Iglesia metodista la Santísima Trinidad ha sido un referente histórico no nada más para la denominación protestante a la que pertenece, sino también para el conjunto del protestantismo mexicano que más conocimiento tiene de los antecedentes de cómo echó raíces en la ciudad de México un cristianismo distinto al católico romano. La construcción del primigenio templo de San Francisco fue concluida en 1525. La edificación fue “la primera iglesia que hubo en todas las Indias de lo que se llama Nueva España y Perú”.1 En sucesivas reconstrucciones y ampliaciones el lugar gana en extensión, hasta que San Francisco, “entre atrio, capillas, templo principal y convento propiamente dicho, cubría casi toda el área comprendida actualmente entre las avenidas Madero, San Juan de Letrán [Eje Central Lázaro Cárdenas] y calle de Venustiano Carranza, hasta lo que hoy es Edificio Iturbide y Banco Mexicano [actual Palacio de Cultura Banamex]”.2 San Francisco desempeñó una función muy importante para la catequización católica de los indígenas. “Con la llegada, a fines de 1526 o principios de 1527, de fray Pedro de Gante, quien se trasladó a México después de haber residido en Texcoco, San Francisco vino a albergar la primera gran escuela para indios que hubo en el Continente, el claustro vio a menudo discurrir, ora en fervorosa actividad, ora en profundas meditaciones, su nobilísima figura: ¡el más grande educador que en aquel siglo tuvo América!”.3 El Claustro Mayor de San Francisco fue obra del padre Buenaventura de Salinas, iniciándose la construcción en 1649 y concluida dos años más tarde.4 Durante el resto de la Colonia española y hasta 1861, bajo el dominio político de los liberales juaristas, San Francisco continúo como pieza clave para las tareas del catolicismo romano en el país. En octubre de 1821 en el Claustro de San Francisco tuvo efecto la Acción de Gracias por la consumación de la Independencia. La ceremonia fue presidida por Agustín de Iturbide, quien para ese entonces todavía no se había hecho investir como Emperador de México. En 1855 el edificio albergó por tres días (1 al 3 de junio) las ceremonias eclesiásticas para celebrar la declaración del dogma de la Inmaculada Concepción de María. Las leyes de Reforma promulgadas por Benito Juárez tuvieron como consecuencia que para los últimos días de diciembre de 1860 San Francisco fuese abandonado por los frailes. Al año siguiente, en abril, fue abierta la calle de Gante con el objetivo de unir Independencia (hoy 16 de septiembre) y San Francisco (hoy Madero). La nacionalización de algunos bienes del clero católico romano hizo posible que en mayo de 1862 un particular, Emilio Degollado, comprara el Claustro de San Francisco. A partir de entonces el lugar tendría subsecuentes propietarios y variados usos. Fue teatro, salón de bailes y circo. En mayo de 1873 cesaron las representaciones de zarzuelas en el lugar, y a partir de entonces cerró sus puertas. Los dueños buscaron ponerlo en venta. Desde los primeros días de su arribo a la ciudad de México ((23 de febrero de 1873) el misionero metodista William Butler se hizo a la búsqueda de un espacio que pudiese usarse como lugar de reuniones para la que vendría a ser la Iglesia metodista episcopal en México. Antes que él había llegado el obispo Gilbert Haven, quien desembarcó en Veracruz el 28 de diciembre de 1872, y el 3 de enero del año siguiente estaba instalado en la capital mexicana. Permaneció en el país tres meses, tras los cuales regresó a los Estados Unidos.5 Haven y Butler comprobaron que en la ciudad de México, que entonces contaba con 200 mil habitantes,6 ya existían bien implantados núcleos evangélicos, particularmente los vinculados al movimiento de la Iglesia de Jesús. La que llegó a ser la Iglesia de Jesús tuvo sus antecedentes en el grupo de los llamados Padres Constitucionalistas. Éstos fueron sacerdotes católicos que iniciaron su organización en 1854, apoyaron la gesta liberal y la Constitución de 1857 que abrió la posibilidad de que en el país pudiesen existir legalmente organizados otros credos religiosos distintos al catolicismo romano. El de los Padres Constitucionalistas fue un movimiento que se caracterizó por ser “reformista intracatólico, nacionalista y antirromanista”.7 Uno de los sacerdotes identificados con la lid por crear en la nación mexicana un cristianismo sin lazos con Roma organizó en su casa reuniones de estudio bíblico, en las cuales también se practicaba la Cena del Señor la cual impartía en dos especies. El pan y el vino “los distribuía [Manuel Aguilar Bermúdez] de rodillas”.8 Esto acontece antes de la Intervención francesa en México, es decir entre 1861 y principios de 1862. Su domicilio estaba localizado en el número 4 de la calle de la Hermandad de San Pablo.9 En 1864 el sacerdote Manuel Aguilar Bermúdez, y el representante de la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera, John William Butler, entre otros, tienen reuniones de carácter evangélico en la ciudad de México, “en los bajos de la casa núm. 21 de la calle de San José del Real”.10 Entre los asistentes se encuentran José Parra y Álvarez, Prudencio G. Hernández y Sóstenes Juárez.11 No mucho después del decreto de tolerancia de cultos promulgado por el emperador Maximiliano (26 de febrero de 1865),12 Butler, Sóstenes Juárez y algunos Padres constitucionalistas forman la Sociedad de Amigos Cristianos. Al triunfo de la República sobre los conservadores y Maximiliano, dicha Sociedad trasmuta su nombre por el de Comité de la Sociedad Evangélica, y sus integrantes abren al público sus reuniones que continúan desarrollándose en San José el Real.13 Manuel Aguilar Bermúdez escribe una carta en 1865 a la Sociedad Bíblica de Londres, la que inicia refiriendo que lucha “en la República mexicana por la fe que una vez fue entregada a los santos”, eco de una cita bíblica localizada en el Nuevo Testamento (Judas 1:3). Notifica que “ha sido necesario combatir con las preocupaciones del fanatismo que ha existido aquí hace más de 300 años y también con la indiferencia religiosa de muchas almas extraviadas”.14 A la muerte de Aguilar Bermúdez, abril de 1867, el liderazgo lo toman Rafael Díaz Martínez (Padre Constitucionalista) y Sóstenes Juárez. El grupo dirigido por ellos permanece en San José el Real num. 21. Por otra parte un integrante, Gabriel Ponce de León, decide iniciar obra nueva en su hogar que se localizaba en la calle de la Alegría, “distante una cuadra hacia el oriente de la plazuela de la Santísima”.15 En 1868 las actividades del pequeño grupo de Gabriel Ponce de León, escribe uno de los asistentes, comprenden “oración, canto, lectura de la Biblia, una pequeña exhortación, y la Santa Cena; uno de los jóvenes recitaba un capítulo del Antiguo y del Nuevo Testamento”.16 El mismo testigo narra que: "Los cultos que continuaban celebrándose cada ocho días en la casa del Sr. Ponce de León, movían la curiosidad y atención de los vecinos; veían, oían sin cesar muestras de impaciencia, y durante la semana trataban bien a la familia. Dios comenzó a presentar los que habían de ser salvos. El primero que aumentó la congregación fue el Sr. Santiago Cárdenas. Era ciego desde que nació […] El instrumento que tocaba era el arpa […] El fue el primer músico protestante en la gran Tenoxtitlan y su arpa el primer instrumento que sonó en las congregaciones evangélicas de la misma. Después se convirtió la esposa del Sr. Cárdenas, su hijo y el padre de su esposa. Siguió a estas personas el niño Agustín Guerrero quien apenas contaba nueve años de edad.17" Ponce de León sería uno de los que se unirían a la primera célula metodista que logó conjuntar en su corta estancia el obispo Gilbert Haven. Así mismo otros evangélicos comprometidos con el grupo de San José el Real (que muda su domicilio al callejón de Betlemitas hacia principios del último tercio de 1869, según publica un importante diario18) o su sucedánea la Iglesia de Jesús del misionero Henry C. Riley, Manuel Aguas y Agustín Palacios iban a nutrir los primeros esfuerzos organizados del metodismo en México. El 19 de enero de 1873 el primero en inscribirse para recibir clases metodistas por parte del obispo Haven fue Ignacio Ramírez Arellano.19 Al domingo siguiente (26 de enero) tiene lugar la primera sesión a la que asisten el mencionado Ramírez, Gabriel Ponce de León, James Evans, John Petherick, la señora Hall y Mary Petherick.20 Ramírez Arellano, al igual que Manuel Aguas, fue fraile dominico. También renunció al sacerdocio católico romano para formar parte de la Iglesia de Jesús. En casa de Miguel Pinto, situada en la calle de San José de Gracia, parece que a partir de 1870 Ignacio Ramírez Arellano imparte clases de filosofía retórica, historia y exégesis a un grupo de jóvenes interesados en prepararse para el ministerio evangélico. Las clases tienen lugar por las noches. De acuerdo con uno de los que nunca se ausentaba de los cursos, Arcadio Morales, el pequeño grupo tuvo, entre otros asistentes, a Jesús Medina, Hexiquio Forcada y Arcadio Sánchez.21 Haven y Butler eran enviados de la Iglesia metodista episcopal. Por su parte John C. Keener, de la Iglesia metodista episcopal del sur, llega a la ciudad de México el 21 de enero de 1873.22 Una fuente sostiene la misma fecha como la del arribo de Alejo Hernández a la capital mexicana.23 Éste fue seminarista católico y combatiente contra los conservadores y la Intervención francesa. Estuvo en la cárcel y al salir de ella se exilió en Brownsville, Texas, donde hizo contacto con una congregación protestante, leyó la Biblia y se convirtió al protestantismo. De acuerdo con la fuente mencionada, Hernández habría sido quien compró la antigua capilla de San Andrés, que formaba parte del Convento Capuchino. Otra fuente consigna que el 26 de febrero de 1873 fue John C. Keener quien adquirió la capilla de San Andrés, que estaba situada en la esquina de la calle de Estampa de San Andrés y el callejón del 57.24 Hoy en ésta esquina confluyen Xicoténcatl, Donceles y cerrada del 57. En esta versión Alejo Hernández llega a la ciudad de México “para hacerse cargo de la Capilla de San Andrés” a partir del 29 de junio de 1873.25 La Iglesia metodista episcopal (a la que pertenecían Haven y Butler) tenía integrantes pero no un lugar adecuado para sus reuniones. Por su parte la Iglesia metodista episcopal del sur (a la que estaba adscrito Keener) contaba con la capilla de San Andrés pero carecía de congregantes. Keener otorga en préstamo al núcleo de Butler la capilla de San Andrés, donde inician cultos públicos el domingo 30 marzo de 1873. La Iglesia metodista episcopal, tras haber comprado por medio de Butler el Claustro Mayor de San Francisco logra el pleno dominio de ése espacio en junio de 1873. Los trabajos para restaurar el lugar toman seis meses. En distintos medios impresos es publicada información sobre la apertura de San Francisco a las actividades evangélicas. Durante varios días aparece en El Monitor Republicano y en El Siglo Diez y Nueve un anuncio notificando que “Los cultos religiosos dedicados a la apertura de la Iglesia evangélica de la Santísima Trinidad (situada en la calle de Gante núm. 5) tendrán lugar los días 25 y 28 del actual y 4 de enero próximo”.26 Ambos periódicos proporcionaron algunos datos adicionales, reproducidos a continuación: “Día 25 de diciembre [jueves], en la mañana a las diez y media, sermón por el Rev. Dr. J. Carter. En la noche a las siete y media, sermón por el Rev. Dr. [Ignacio] Ramírez [Arellano]. Día 28 de diciembre, en la mañana a las diez y media, sermón por el Sr. D. Santiago Pascoe, de Toluca. En la noche a las siete y media, sermón por el Rev. Alejo Hernández. Día 4 de enero del año 1874, en la mañana a las diez y media, sermón por el Sr. D. [Marcelino] Guerrero, M. D., de Pachuca. En la noche a las siete y media, sermón por el Sr. Arcadio Morales. Se invita al público para asistir”.27 Los periódicos cercanos a la fecha del 25 de diciembre continuaban otorgando considerable espacio a escritos laudatorios de Manuel Acuña, famoso poeta de la época que se suicidó el 6 de diciembre de 1873 en la Escuela de Medicina situada frente a la Plaza de Santo Domingo. El edificio antes había sido el Palacio de la Inquisición. Acuña tenía 24 años, y en su corta carrera de poeta escribió piezas memorables. Entre ellas la titulada “El hombre”, en una de cuya partes se lee: “Decídselo a la nada,/ que ella, tal vez, sabrá cuál fue la cuna/ de ese arcángel vestido con harapos/ a que llamamos hombre”.28 Entre la abundancia de escritos que rememoraban a Manuel Acuña aparecieron pequeñas notas sobre la nueva Iglesia evangélica que abriría sus puertas el día de Navidad. Por ejemplo, El Federalista del 21 de diciembre publicaba: “Ya tienen un nuevo lugar de oración los que creen en el Infierno y niegan la existencia del Purgatorio. Damos el pésame a nuestra vecinita [la Iglesia católica romana], que defiende la existencia de uno y otro achicharradero”.29 Por su parte El Siglo Diez y Nueve recordaba a sus lectores “que mañana a las diez y media del día tendrá lugar la apertura del templo evangélico metodista en la calle de Gante, a cuya inauguración están invitados el presidente de la República [Sebastián Lerdo de Tejada], la Cámara de la Unión, la prensa y multitud de personas de las más caracterizadas de nuestra sociedad”. Agregaba que “infatigables han sido los trabajos del Sr. Bwtter [sic, Butler] para llevar a cabo su religioso pensamiento, no excusándose ni aún de empuñar la pala personalmente para estimular a los obreros a la pronta terminación del edificio”. Concluía la nota diciendo: “No dudamos, pues, que el local sea mañana corto para la numerosa concurrencia que acudirá a solemnizar la apertura del templo evangélico metodista que llevará el nombre de la Santísima Trinidad”.30 El presidente Lerdo de Tejada no asistió a la ceremonia inaugural, tampoco algún integrante de su gabinete. El Monitor Republicano hizo un recordatorio a su público lector sobre la ya mencionada apertura de Gante 5. Notificaba que la Santísima Trinidad recién había sido fundada por “el reverendo obispo de la Iglesia de Jesús, monseñor Bwtler”. Ya sabemos que el apellido del misionero era Butler, y no como lo consignó el diario. También de manera incorrecta le atribuyó el título de obispo de la Iglesia de Jesús. Ésta, como quedó establecido antes, remontaba sus antecedentes más tempranos a los Padres Constitucionalistas. La Iglesia de Jesús eligió como su primer obispo a Manuel Aguas a fines de 1871.31 Aguas, después de hacer pública su adhesión al protestantismo en carta enviada a quien fuera su superior en la orden de los dominicos, Nicolás Arias,32 llegó a ser la figura más visible del movimiento. Él predicó cuando el templo de San José de Gracia fue abierto como centro de la Iglesia de Jesús, lo que aconteció el 23 de abril de abril de 1871, hecho referido por Ignacio Manuel Altamirano.33 Meses después alternaría sus labores pastorales y de predicación entre San José de Gracia y el templo de San Francisco, cuando éste último inició servicios evangélicos (3 de diciembre de 1871).34 La Iglesia de San Francisco, en la que ofició Manuel Aguas hasta semanas antes de su muerte (18 de octubre de 1872), estaba a la vuelta de la que sería Iglesia metodista episcopal a partir de diciembre de 1873. El misionero William Butler no tuvo lazos orgánicos con la Iglesia de Jesús, aunque sí se benefició del trabajo de ella al integrarse con él varios congregantes de aquélla. La Iglesia de San Francisco regresó al poder de la Iglesia católica años después. No así el Claustro Mayor, que sigue como Iglesia Metodista La Santísima Trinidad. El 25 de diciembre de 1873, día de Navidad, el cristianismo evangélico mexicano dio un paso significativo al comenzar actividades la Iglesia metodista de Gante núm. 5. Rememorar traer a la memoria; recordar, traer al corazón, esa fecha y, sobre todo, su significado histórico y actual es una buena manera de afirmar y reafirmar lo expresado en el Evangelio de Mateo. Hay que hacer nuestra las palabras y actitud de los sabios que llegaron de muy lejanas tierras: “Vimos su estrella mientras salía y hemos venido a adorarlo […] cuando vieron la estrella, ¡se llenaron de alegría! Entraron en la casa y vieron al niño con su madre, María, y se inclinaron y lo adoraron” (2:2 y 10-11). *********
1 Gerónimo de Mendieta, Historia eclesiástica indiana, Editorial Chávez Hayhoe, México, 1945, t. II, p. 65, citado por Gonzalo Báez-Camargo, Biografía de un templo, Iglesia Metodista de la Santísima Trinidad ex Claustro Mayor de San Francisco, Sociedad de Estudios Históricos del Metodismo en México, México, 1973, p. 14.
2 Gonzalo Báez-Camargo, op. cit., p. 15.
3 Ibíd., pp. 31-32.
4 Ibíd., p. 56.
5 Gustavo A. Velasco, Metodismo mexicano, periodos iniciales, Sociedad de Estudios del Metodismo en México, México, 1974, p. 28.
6 Vicente Quirarte, Elogio de la calle. Biografía literaria de la Ciudad de México, 1850-1922, Ediciones Cal y Arena, México, 2010.
7 Daniel Kirk Crane, La formación de una Iglesia mexicana, 1859-1872, tesis de maestría en Estudios Latinoamericanos, UNAM, México, 1999, p. 47.
8 Arcadio Morales, “Asunto histórico”, El Faro, 1/VI/1906, p. 97.
9 Daniel Kirk Crane, op. cit., p. 91.
10 La Buena Lid, X/1896, p. 4. El lugar mencionado se encontraba cerca del templo popularmente conocido como La Profesa, que se localiza en las actuales calles de Madero e Isabel la Católica en el Centro Histórico de la ciudad de México.
11 Ibíd.
13 Abraham Téllez, op. cit., p. 169.
14 Texto completo de la carta reproducido por el misionero Henry C. Riley, El Abogado Cristiano Ilustrado, 20/VI/1901, pp. 198-199.
15 Pascual Vilchis Espinosa, “Principios del protestantismo en México (III)”, El Abogado Cristiano Ilustrado, 15/XI/1906, p. 379.
16 Pascual Vilchis Espinosa, “Principios del protestantismo en México (III)”, El Abogado Cristiano Ilustrado, 15/XI/1906, p. 379.
17 Ibíd.
18 El Monitor Republicano, 9/X/1869, p. 2.
19 Gonzalo Baéz-Camargo, op. cit., p. 112.
20 Ibíd., y J. W. Butler, “Los primeros años de la Iglesia metodista episcopal en México”, El Abogado Cristiano Ilustrado, 25/VII/1918, p. 480.
21 Arcadio Morales, Autobiografía, mecano escrito, mayo de 1906, p. 3; y “La Escuela Dominical en México, antecedentes”, El Faro, 15/VIII/1905, p. 122.
22 Gustavo A. Velasco, op. cit., p. 29.
23 Gonzalo Báez-Camargo, op. cit., p. 117.
24 Gustavo A. Velasco, op. cit., p. 54.
25 Ibíd., p. 53.
26 El Siglo Diez y Nueve, 22/XII/1873, p. 4 y El Monitor Republicano, 23/XII/1873, p. 4.
27 Ibíd.
28 Vicente Quirate, op. cit., p. 231.
29 Citado por Gonzalo Baéz-Camargo, op. cit., p. 121.
30 El Siglo Diez y Nueve, 24/XII/1873, p. 3.
31 “El Pbro. Dn. Manuel Aguas, datos biográficos”, La Buena Lid, s/f, p. 10.
32 Manuel Aguas, “Contestación que el presbítero Manuel Aguas da a la carta en que le pregunta sobre su religión el presbítero Nicolás Arias”, El Monitor Republicano, 26/IV/1871, pp. 2-3.
33 El Federalista, 24/ IV/1871, p. 3.
34 El Ferrocarril, 5/XII/1871, p. 3.

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