Esteban Figueirido: La familia tradicional ha evolucionado

Debemos defender el modelo bíblico sin complejos, pues asegura el funcionamiento familiar más saludable.

20 DE DICIEMBRE DE 2013 · 23:00

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Esteban Figueirido.

Hablamos con Esteban Figueirido, psicólogo con especialización en terapia familiar, quien durante el reciente encuentro de los Grupos Bíblicos de Graduados (GBG), se decantó por un tema de actualidad que atañe a la sociedad, “Nuevos modelos de relación en torno a la familia”, pero también, sin lugar a dudas, a la iglesia como parte de la misma. Es relevante ya que vemos cómo la familia tradicional va siendo cada vez menos común, para dar paso a nuevos modelos como las familias monoparentales, biparentales, reconstituidas, familias compuestas de amigos, de hermanos, familias simultáneas, de padres separados, etc. Es evidente que esta diversidad nos lleva a preguntarnos: ¿perdurará la familia? Alrededor de este eje central se orienta la presente entrevista, incidiendo en la respuesta de la iglesia a las nuevas necesidades que van surgiendo a raíz de los cambios permanentes. Figueirido también colabora con los centros de Servicios Sociales de A Guarda y de O Rosal (Pontevedra). Actualmente es presidente de la sección profesional de psicólogos de los GBU, del GPE (Grupo de Psicólogos Evangélicos). Es profesor de la Escuela Bíblica de Formación Proyecto Éfeso y del INFA (Instituto de Formación Familiar). Pregunta.- Vamos a hablar de la familia, pero antes le pediría que nos aclare el concepto de familia tradicional, esa que nos parece tan común, conocida, parte de nuestro día a día. Respuesta.-Hasta ahora el concepto de familia tradicional quedaba reflejado por la convivencia de un padre y una madre, con su/-s hijo/-s. Esto en cuanto a estructura de la familia, pero es cierto que la propia familia llamada tradicional ha evolucionado en términos de roles, sobre todo desde que la mujer se incorporó al mundo laboral, dejando el rol exclusivo de ama de casa, y además dándose paralelamente una mayor integración del hombre en las tareas domésticas y en el cuidado de los hijos. P.- En nuestra sociedad las familias están cambiando, han ido evolucionando…. Pregunto: ¿Pasa lo mismo con las familias cristianas? ¿Debe la familia cristiana identificarse con un modelo determinado? R.-Justo antes mencionaba algunos de los cambios en términos de roles, y creo que en ese sentido es muy interesante el modelo de “mujer virtuosa” que aparece en el libro de Proverbios, ya que dista mucho de la mujer “tradicional” de hace muchos años, y se asemeja mas a la mujer o algunas mujeres de hoy en día. Ahora cuando hablamos de relaciones familiares, encontramos que algo que ha cambiado es el respeto hacia los padres, por ejemplo, y eso es algo totalmente antibíblico, ya que la familia descrita en el Nuevo Testamento es una familia con una estructura bien definida y con unas reglas de interacción establecidas. En cuanto a esto último, se nos da indicaciones sobre las relaciones entre marido y mujer, y también en cuanto a las relaciones padres-hijos. Con respecto a la estructura, sí que encontramos un modelo que choca con algunos actuales, ya que no se describe la posibilidad de un matrimonio homosexual, o de un hombre casado con muchas mujeres o viceversa, o de madres o padres solteros, etc., sino que se enfatiza el llamado modelo tradicional, es decir, la familia formada por un padre y una madre, con uno o varios hijos, como antes decía. P.- ¿Cuáles las consecuencias de este fenómeno diversificador? ¿Es bueno o es malo a la luz de la Biblia? R.-Es la realidad que toca vivir. Hay muchas situaciones familiares no buscadas, familias monoparentales, porque uno de los padres abandonaron el hogar o han fallecido; familias reconstruidas, que pueden ser de mucha bendición o una gran fuente de conflicto… Es decir, puede ser bueno o puede ser malo, pero todo ello dependerá del proceso que ha llevado y de las actitudes en el presente de cada miembro de la familia. Si es una familia que sea por lo que fuere ha pasado por una serie de cambios, pero busca hacer la voluntad de Dios y regirse por la Palabra, será bueno o todo se encaminará para bien, pero si no es así, será malo, tan malo como una familia de corte tradicional, pero que decide vivir a espaldas de Dios. P.- ¿Cómo pueden las iglesias hacer frente a las necesidades de las personas que no forman parte de una familia tradicional? ¿Es este uno de los grandes retos a los que se enfrentan las mismas? R.-Como debe ser siempre, lo primero es mostrar el amor de Dios, no juzgar. Llevar a las personas a Cristo y enseñarles la Palabra les ayudará a sanar alguna herida o a tomar decisiones para cambiar situaciones de pecado. P.- En Marcos 3.31-35 Jesús coloca a la familia de la fe en primer lugar. ¿Nos estaba diciendo que debemos renunciar a los lazos de la familia tradicional o que, en todo caso, debe quedar en segundo plano? R.-Bueno, creo que hay que analizarlo de una manera equilibrada. Por un lado parece como que Jesús prioriza los lazos de la fe o espirituales sobre los carnales o humanos, y eso tiene que ver con que lo que trasciende a este mundo, a la vivencia en esta tierra, es la vida eterna, es decir, aquella vida que sólo adquieren los que pasan a formar parte de la familia de Dios, de la familia espiritual. Pero es justo ver cómo Jesús también valoró los lazos familiares “terrenales”, fue un niño sujeto a sus padres. No tenemos datos sobre las escapadas que imagino que hacía para ver a su madre y contarle cómo iba todo, pero sí vemos que en la cruz, acordándose de ella, en un momento crucial, llevando a cabo la obra mas importante de la humanidad, piensa en su madre y se preocupa que quede bien cuidada. Creo que el equilibrio está en entender que mientras estamos aquí, hay una responsabilidad hacia nuestra familia natural, pero tiene gran valor la familia espiritual, y es la que perdurará por la eternidad. P.- ¿Necesitan las familias a la comunidad de fe para resistir a las presiones, adaptarse a los cambios de la realidad social…? R.-Sin duda, la iglesia debe seguir siendo el lugar de comunión y de formación para todos. P.- Hay un crecimiento considerable de los divorcios en nuestro país. ¿Cuál debe ser la actitud y el mensaje de las iglesias frente a esta problemática? R.-La realidad es compleja, como se suele decir, “cada caso es cada caso”, y no es bueno generalizar. Creo que la actitud ha de ser la de respeto y manifestación del amor de Dios en primer lugar. En segundo lugar seguir enseñando la Palabra, la cual nos da las claves para prevenir los divorcios. Atender al concepto de amor que refleja la Biblia, a las pautas que nos da en cuanto a las relaciones de pareja. Enseñar con prioridad el tema de la fidelidad y del perdón. P.- ¿Debe haber excepciones, como en el caso de la violencia de género? R.-La violencia en general es algo que es totalmente contrario a la nueva vida en Cristo. Con la violencia, tolerancia cero. Creo que aunque bíblicamente encontramos que, literalmente solo se podría pensar en un divorcio por causa de adulterio, hay otros temas que han surgido a lo largo de los años que antes no se daban y que implican algún tipo de infidelidad que justifica, como mínimo, una separación. Casos de adicciones cuando la persona no quiere tratarse y que llevan a la ruina de la familia y al total abandono de las responsabilidades parentales, o casos de abuso o maltrato, requieren de una separación para protección del cónyuge y de los menores, aunque se dé la posibilidad de restaurar las relaciones si la persona accede a un tratamiento, manifiesta arrepentimiento y cambio radical de la conducta. P.- Una vez que se ha dado luz verde al divorcio, ¿cómo disminuir el impacto negativo generado por esta situación? R.-Pues hay muchas cosas que tener en cuenta; por un lado está todo el proceso de recuperación de la pareja que está experimentando un duelo. Los efectos dependerán de cómo haya sido esa ruptura. Por otro lado tenemos la consecuencia sobre los hijos, quienes son los que más sufren, y muchas veces en silencio, con diversas manifestaciones. El resultado de la pérdida de la vida familiar que seguirán añorando por mucho tiempo. Habrá cambios no solo de la falta de uno de los progenitores en casa, sino todo el trastorno de andar de aquí para allá, de situación económica, etc. La iglesia debe estar cercana para apoyar ante todo esos cambios, y como dije antes, evitar los juicios y las críticas que no edifican. P.- ¿Son utilizados los niños en momentos de conflicto entre la pareja? R.-Sí, muchas veces, unas de manera deliberada y otras sin querer, de manera inconsciente. Los niños son usados como moneda de cambio. Se pasan recados a través de ellos, muchas veces tienen que aguantar como un progenitor culpa o habla mal del otro, etc. P.- ¿Son necesarios los mediadores para suavizar la dureza de este proceso? R.-Puede ser bastante útil. El mediador ha de ser alguien neutral, aceptado por ambas partes y que no tenga interés especial en el proceso. Puede ser un mediador profesional, un psicólogo, o una persona que tenga amistad con la familia y que ambos estén conformes; también puede ser un pastor o consejero bíblico, o quizás un trabajo en equipo ya que cada uno de los mencionados puede aportar en aspectos diferentes. P.- También hoy es normal encontrarnos con familias monoparentales. ¿Diría que son resultado del proceso de crecimiento del número de divorcios y separaciones en el país o existen otras causas? R.-Supongo que la principal razón es esa, aunque también proliferan las madres que deciden tener hijos sin padre, convirtiéndose así en familias monoparentales. P.- La mayoría de los hogares monoparentales en España están bajo la responsabilidad de mujeres. ¿Entraña esto algún problema para la estabilidad y formación de los hijos? R.-Bueno, hay muchas mujeres que no han tenido otra opción y lo están haciendo muy bien, a pesar de que esos niños crezcan sin padre. Creo que la figura paterna, que actúa como un buen padre, aporta mucho en el crecimiento sano de los hijos. P.- ¿Qué es una familia reconstituida? ¿Qué problemas entraña? R.-Hace referencia a aquellas familias donde después de un tiempo, tras la ruptura o pérdida, el padre o la madre rehacen su vida con otra persona que se incorpora a la familia. A veces la cosa se vuelve más compleja cuando la persona que se incorpora a su vez trae hijos de otra relación anterior. Lo que a veces ocurre es que los hijos entran en conflicto de lealtades y tienen confusión con lo de padre y padre biológico. Se hace difícil definir las competencias de la pareja de la madre/padre, y del padre/madre biológica. Hay duelos que elaborar, que convienen que estén hechos antes de la formación de la nueva familia. También pueden darse los conflictos por desacuerdos del divorcio, o luchas por los menores. Todo ello dependerá de cuál haya sido la causa de la ruptura del matrimonio anterior y cómo se mantienen las relaciones. P.- Es amplio el abanico de nuevos modelos de familia que trascienden la familia tradicional. Ahora pregunto: ¿A día de hoy tienen las iglesias la infraestructura material y humana para acompañar el proceso por el que pasa cada una de las familias que encajan en esta nueva tipología? R.-Me temo que no, aunque algunas se han esforzado más que otras. Es necesario tener personas preparadas en las iglesias para apoyar en estos casos, hermanos y hermanas con conocimientos bíblicos, pero también con dones que puedan empatizar y acompañar a las familias en esos dolorosos procesos. P.- ¿Qué modelo estamos los cristianos en condiciones de exportar a la sociedad que nos circunda? R.-Hace poco tuve la oportunidad de dar una conferencia sobre este tema, y estas son algunas de las conclusiones que compartía en cuanto a la actitud que el cristiano debería tener ante la sociedad. 1. Volver a los orígenes es la respuesta, a los previos al pecado, aquellos descritos en el Edén, con los principios con los que Dios creó a la pareja; y a los instaurados en la Nueva Creación con Cristo. 2. Defender el modelo bíblico sin complejos, dado que un ajuste completo al mismo nos asegura el funcionamiento familiar más saludable. Pero ¿cómo? Pues invirtiendo y esforzándonos por cultivar familias ajustadas a los principios bíblicos, es decir, demostrar con nuestras vidas y experiencias que ello funciona. No gastar tanta energía en desautorizar o tirar por tierra otros modelos como no funcionales o insanos, sino mostrar como el modelo bíblico sí funciona. 3. Bajar la tensión personal sobre esta cuestión entendiendo dos cosas: la primera es que ya no nos debe coger por sorpresa el devenir de la sociedad en la que estamos, que no es nada halagüeño, las cosas aquí no van a ir a mejor. La segunda cuestión es recordar la caducidad del concepto y vivencia de “familia” tal y como lo hemos experimentado en este mundo, que estamos de paso, y el mismo Señor nos dio una visión mucho más amplia de la familia que perdurará por la eternidad. Finaliza la entrevista. Gracias, Esteban, por llevarnos a reflexionar sobre un tema de gran relevancia como lo es el de la familia, y ser conscientes de los continuos cambios a los que está sometida; así como a esforzarnos en comprender lo que quieren decir esos cambios, de modo que se puedan contar con respuestas lo más certeras posibles a la luz de la Palabra.

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