El mundo desbocado de la sociedad red

¿Será capaz el ser humano en el futuro de tomar las riendas de este actual mundo desbocado y dirigirlo sabiamente por los senderos más justos y solidarios?

20 DE DICIEMBRE DE 2013 · 23:00

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El sociólogo inglés Anthony Giddens afirma que el mundo en que nos encontramos hoy, se parece muy poco al que pronosticaron los pensadores de la modernidad, como Karl Marx o Max Weber.Ellos creyeron que cuanto más capaz fuera el ser humano de comprender racionalmente el ambiente que habitaba, mejor podría manejar la historia para realizar sus propósitos. Cuanto más se olvidara de las costumbres y prejuicios del pasado, mejor dotado estaría para dominar su propio futuro. Sin embargo, hoy vemos que esto no ha sido así. Los sociólogos modernos se equivocaron por completo. El mundo actual, en vez de estar cada vez más sometido al control del hombre, se nos muestra como un “mundo desbocado”. La ciencia y la tecnología que en principio estaban destinadas a hacer la vida humana más segura y predecible, han generado contratiempos tan desastrosos como el cambio climático global. Se han evitado muchos riesgos, es verdad, pero se ha contribuido también a crear otros nuevos. La economía electrónica globalizada ha permitido el desarrollo de ciertas empresas pero ha aumentado a la vez la incertidumbre, el riesgo económico o empresarial y la crisis. La nueva estructura social de la era de la globalización, llamada la “sociedad red” (Castells, M. La era de la información (3), Alianza Editorial, Madrid, 1999) por estar formada por redes de producción, poder y experiencia, tiene aspectos positivos para el ser humano pero no está exenta de conflictos sociales y contradicciones internas. La familia tradicional está amenazada por los continuos cambios que la incorporación de la mujer al mundo laboral está provocando. En casi todas las religiones del mundo están proliferando los movimientos integristas o fundamentalistas que se oponen abiertamente a la tolerancia cosmopolita y a la complejidad cultural propia de la globalización. La violencia germina en el seno de los nacionalismos y de las identidades étnicas buscando el regreso a las tradiciones del pasado. En vez de olvidarse de ellas como predicaban los sociólogos decimonónicos se las rebusca con fervor. Al mismo tiempo, parece que la globalización contribuye decisivamente a la implantación de la democracia por todo el mundo y a la tolerancia de la diversidad cultural. Frente a todo esto persiste la duda acerca de si el ser humano será capaz en el futuro de tomar las riendas de este actual mundo desbocado y dirigirlo sabiamente por los senderos más justos y solidarios. ¿Podemos confiar en ello?

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