Felices son los que Dios Prospera

Leer las bienaventuranzas casi dos mil años después es semejante a mirar una foto. Las modas y técnicas han cambiado, pero la verdad sigue siendo inmutable.

14 DE DICIEMBRE DE 2013 · 23:00

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Venimos diciendo desde el comienzo queen su conjunto las Bienaventuranzas nos presentan un retrato del cristiano, puesto que Jesús las empleó para definir cómo son los genuinos hijos e hijas de Dios.Cada una de ellas revela la naturaleza de los cristianos; es como ver una fotografía desde distintos puntos de vista. Hubo una época que posar para la foto del álbum de familia era una ocasión tan especial como deseada. Todos hablaban con indisimulada expectativa del día en que vendría el fotógrafo con su novedoso equipo compuesto de trípode y cajón de madera con su extraño paño negro detrás. Ya en escena, posando para la foto, no faltaban los últimos toques del fotógrafo: acomodar el telón de fondo, pedir una sonrisa a cambio de la cara de susto de algunos, y otros detalles. Entonces, escondiéndose dentro del paño negro que lo conectaba al mágico cajón, lanzaba su abracadabra (1): ‘¡no moverse que ya sale el pajarito…!’ y entonces disparaba el flash que producía la explosión de la mezcla de magnesio y clorato potásico. La foto en papel imprimía para la posteridad ese programado instante. Al mirarla se revivían momentos felices, y se hallaban los más ínfimos detalles al hacer comparaciones. Todo, gracias al gran invento de la fotografía. Las redes sociales con su tecnología logran hoy en pocos minutos mostrar aquellas imágenes, atesoradas en tono sepia en los álbumes de familia que se abrían solo en ocasiones especiales. Leer las bienaventuranzas casi dos mil años después es semejante a mirar una foto. Las modas y técnicas han cambiado, pero la verdad sigue siendo inmutable. Como antaño, en el presente y en lo que reste de nuestro futuro mensurable las bienaventuranzas son la fotografía de los que se parecen a Jesucristo; porque Él “es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos”(2). Mirarnos en esa foto debiera movilizar en nosotros amor, fe y esperanza (3). 4. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados(4) ¿A qué ‘justicia’ se refiere aquí Jesús? No tener la respuesta correcta es suficiente prueba de que tampoco se han comprendido las tres características que vimos antes; porque esta cuarta es consecuencia de aquellas. Tener hambre y sed de justicia es ir a fondo en todas las cuestiones de fe y práctica cristianas; tanto hacia dentro de la familia de fe como hacia fuera, en el mundo secular. En lo profundo se hace necesario tener más luz que en la superficie. La inerrante Palabra de Dios leída y obedecida con ayuda del Espíritu Santo es la luz. El pobre en espíritu es humilde de corazón; llora por los que toman en vano el nombre de su Señor; perdona ofensas y se afirma obedeciendo a la Palabra revelada. En ella descubre que las mentiras mundanas enquistadas en las iglesias secularizadas son enseñadas por líderes impiadosos; hombres y mujeres codiciosos de ganancias deshonestas que prometen felicidad y abundancia. Algunas de esas mentiras son estas: 1. Diezmar de manera obligatoria. 2. Pactar con Dios con sumas de dinero. 3. Obedecer a los líderes sin dudar de ellos. 1. El diezmo. El AT lo menciona por primera vez en el acto por el cual el patriarca Abram, en señal de gratitud por haber sido bendecido por Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo le entrega el diez por ciento de todo (5). Esto fue mucho antes de que el diezmo fuese instituido para sostener a la tribu de Levi, cuyos integrantes servían a Jehová en el tabernáculo, pero no tenían su parte en el reparto de la tierra prometida. Ese diezmo no consistía en dinero sino en alimentos y ganado. Los integrantes de las once tribus aportaban el 10% de sus cosechas y ganado, los ministros se encargaban de recolectarlo, guardarlo en el alfolí (granero, depósito) y administrarlo, de modo que su objetivo se cumpliese plenamente: alimentar a todos los sacerdotes y sus familias, al extranjero, al huérfano y a la viuda (6). En el NT no encontramos ninguna enseñanza respecto de que los cristianos guardar este mandamiento hebreo.En dos ocasiones Jesús lo menciona: la primera, cuando acusa a los fariseos de hipócritas por diezmar minuciosamente pero sin hacer justicia, olvidarse de la misericordia y no tener fe (7); la segunda, cuando compara las oraciones del fariseo y el publicano en el templo. Aquél se ufanaba de ayunar, diezmar y cumplir con la Ley; pero, no se fue justificado a su casa; contrariamente a lo que ocurrió con el publicano arrepentido de sus pecados; que ejemplifica lo que es ser pobre en espíritu (8). El apóstol Pablo enseñó con total precisión respecto de las ofrendas (no diezmos) de los santos a los romanos, corintios y efesios. El diezmo era obligatorio para los israelitas y judíos (9). La ofrenda era voluntaria para los primeros cristianos; no era un porcentaje fijo de dinero, sino ‘algo’ apartado por cada uno con alegría según fuese prosperado. Nótese que tanto el diezmo (AT) como la ofrenda (NT) eran entregados en un acto de gratitud por haber sido prosperados por Dios. Ni el diezmo, ni la ofrenda se daban para recibir una bendición, sino por haberla recibido. Por eso, llama poderosamente la atención que, mientras la iglesia judía no diezma hoy haya cristianos que se obstinen en diezmar. Los romanos adoptaron el principio del diezmo para recaudar los tributos en todos los territorios anexados a su imperio. El cobrador de impuestos, o publicano, era el encargado de esa tarea; por tal motivo era odiado por sus connacionales que veían en él a un traidor a su nacionalidad (10). El Señor Jesucristo cumplió con la Ley en este punto (11) y los apóstoles no cometieron el error de incorporar en las iglesias el sistema del diezmo (sea el judío o el romano). Por otra parte,la iglesia de Cristo no está construida sobre una clase sacerdotal; tampoco en sus orígenes construía lugares de culto que debiesen mantener. No obstante, los creyentes fueron enseñados que todos son constituidos sacerdotes de Jesucristo, el Sumo Sacerdote que está en el Santuario del cielo (12). También fueron instruidos a pagar los impuestos al César y a no deber nada a nadie (13). Tanto el Señor como sus apóstoles enseñaron que el obrero es digno de su salario y que quienes viven para el evangelio pueden vivir del evangelio. Por esta razón, Pablo explicó una manera práctica de ofrendar de manera voluntaria para sostener a los que ministraban, a los huérfanos, a las viudas y a quienes pasaran por necesidad. La enseñanza apostólica afirma que Dios bendice al dador alegre, pues los que de gracia reciben, de gracia deben dar (14). Del análisis de todo el NT entendemos que las iglesias no funcionaban sobre la base del diezmo y de pactos. 2. Los pactos. El rey de Sodoma había sido derrotado por Quedorlaomer; vió cuando Abram entregó a Melquisedec el diezmo de todo; esto lo animó a ofrecerle un pacto a Abram: canjear bienes por personas. Abram se niega a pactar pues ya había sido bendecido por Dios y le dice a su vencido: “He alzado mi mano a Jehová Dios Altísimo, creador de los cielos y de la tierra, que desde un hilo hasta una correa de calzado, nada tomaré de todo lo que es tuyo, para que no digas: Yo enriquecí a Abram;” (15) Abram fue bendecido mucho antes de que Dios le prometiese ser padre de todos los creyentes y cambiarle su nombre por el de Abraham. Por eso, no aceptó hacer pactos; y mucho menos consistentes en bienes materiales y personas. Pues, si Abraham a quien se pone como ejemplo de prosperidad no aceptó pactar para ser bendecido, ¿con qué base se enseña a pactar para ser prosperado en la vida temporal: recibiendo mayores ingresos de dinero, sanando enfermedades, resolviendo problemas sentimentales, recomponiendo votos matrimoniales rotos por infidelidad, encontrando trabajo, ganando una demanda judicial, entre otras cuestiones de la vida diaria? 3. La obediencia.En el AT la obediencia esta resumida en el texto: Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros.”(16) Jehová, Dios de Israel, requería y esperaba esa obediencia del pueblo escogido en señal de aceptación de Su voluntad. Era un pueblo escogido para ser testigo de Dios a las demás naciones del mundo, lo que requería obediencia absoluta para cumplir con su misión. Esa obediencia incluía mantenerse puros sin contaminarse con la idolatría ni costumbres de los pueblos vecinos. En repetidas ocasiones los israelitas se comprometieron a obedecer a Jehová y no cumplieron. Por medio de sus profetas, jueces y algunos reyes Jehová les reconvino y castigó a causa de su rebeldía; pero, ellos preferían vez tras vez abusar de la misericordia divina, ir tras sus propios deseos de prosperidad e ignorar Su consejo. La paciencia de Dios se colmó; Él determinó la caída de los dos reinos: Israel, primero y luego Judá. Siguieron los siglos de la dura esclavitud en Babilonia, la destrucción del segundo templo, la caída de Jerusalén y la diáspora. El velo que Dios puso en ellos no les permite conocer a Jesucristo, ni las bienaventuranzas de la Gracia eterna (17). En el NT la obediencia está centrada en la persona de Jesucristo. Porque el Hijo de Dios fue obediente hasta morir en la cruz, muchos han sido, son y serán constituidos justos (18). Esta obediencia a Cristo es para justicia, en oposición a la obediencia al pecado que es para muerte (19). Es la que se manifiesta tanto en palabras como en obras; por eso, requiere ser sabios para el bien e ingenuos para el mal (20). El que tiene hambre y sed de justicia lleva ‘cautivo todo pensamiento en obediencia a Cristo.’ (21) Los corintios – que eran tan problemáticos como iglesia - fueron destacados por Pablo debido a su obediencia al evangelio y a su generosidad en el ofrendar para los santos (22). La desobediencia a la Palabra de Dios generó siempre la existencia de falsos maestros y de fanáticos seguidores. Pablo advirtió de este error a los que preferían a Apolos, Cefas, o a él mismo, dividiendo a las iglesias (23). Esta tendencia humana y carnal desemboca en doctrinas impuestas por los que se adueñan del púlpito y exigen se les obedezca. Algunos construyen denominaciones sobre la base de doctrinas y ordenanzas que imponen una jerarquía eclesial. Abusan de la enseñanza apostólica de hacerlo todo en orden y en paz (24), interpretándola como que es igual a ciega obediencia verticalista y total sumisión a ‘los de arriba’, sin cuestionamientos. Son iglesias y denominaciones que emplean términos de estructuras piramidales como ‘líder principal’, ‘líderes de grupo’, ‘encargados’, ‘supervisores’, ‘directores’, ‘instructores’, ‘consejeros’, ‘intercesores’, ‘ujieres’, etc. También se toman de las Escrituras nombres como ‘Apóstol’, ‘Profeta’, ‘Pastor’, ‘Maestro’, ‘Obispo’, ‘Anciano’, ‘Diácono’, ‘Siervo’, ‘Evangelista’, ‘Ungido’, y otros como ‘Reverendo’, ‘Sobreveedor’, ‘Misionero’, ‘Co-Pastor’, etc., montando jerarquías estructurales muy alejadas del concepto novotestamentario de ‘iglesia’. Los predicadores de la prosperidad recitan todo lo que el AT dice al respecto, sacándolo de su contexto. No pueden citar un solo versículo del NT en el que Jesús, o los apóstoles enseñaran las prácticas que solo ellos usan en sus prédicas. Frente a ellos, el cristiano genuino se muestra como entregado a Jesucristo; sabe que todo lo que es y tiene le pertenecen solo a Él; que como Cristo se dio por él, él se da y da todo incondicionalmente a Cristo. La Biblia enseña que ‘justicia’ es lo que debemos buscar para ser felices y quedar saciados; lo inverso es falso. Este texto habla de la Sola Gracia de Dios que nos envió en Su hijo Jesucristo. En Él fuimos justificados por la fe. Dios eliminó toda posible alternativa, para que nadie pueda ufanarse de lograrlo por sí mismo. El propósito de Dios revelado a nosotros en las Escrituras es que encontremos la felicidad por buscar Su justicia, único camino a la plenitud. Ser saciados y vivir para hacer justicia, amar misericordia y humillarnos ante Él (25). Reflexiones finales No fuimos creados para tener hambre de bienaventuranzas o prosperidad. Dios nos hizo para tener hambre y sed de justicia. Nadie puede burlar el diseño divino y salirse con la suya sin consecuencias indeseadas. ¡Qué tristeza da ver a los jóvenes buscar la felicidad en el botellón, la juerga ilimitada y la evasión de la realidad! ¡Cuánto dolor causa ver a hombres y mujeres destrozados por cuestiones de dinero e infidelidad! ¿Quién no desearía tener una segunda oportunidad para reunir a su familia dividida, y sacar a sus hijos de la droga, los malos hábitos y el desorden emocional? Todos ellos buscan la felicidad a su manera; y terminan perdiendo. Si se hubieran propuesto buscar la justicia de Dios hubiesen encontrado la felicidad que tanto buscan. Nadie mejor que los hermanos y hermanas que cumplen su ministerio en el temor de Dios, para saber del gran número de miembros de iglesias que enfrentan terribles vicisitudes por buscar la felicidad y no la justicia. El espíritu del mundo también viene a las reuniones de la iglesia. Y es muy contagioso. Tanto, que cada vez son más los que predican sobre la prosperidad y el bienestar temporal, sin importarles la justicia eterna. Esos falsos cristos han dado vuelta la verdad: predican la búsqueda de la bienaventuranza y los ingenuos que les creen vienen a ellos hambrientos y sedientos de felicidad y prosperidad. A la inmoralidad de los falsos ‘apóstoles’, ‘profetas’ y ‘ungidos’ que se enriquecen con las multitudes, se le suma una falsa moralidad globalizada. Es la que moviliza a miles de personas de buenas intenciones con objetivos tales como el desarme nuclear, la paz entre las naciones, la sostenibilidad y la armonía entre el hombre y el medio ambiente. Algunos se dedican a tiempo-completo y viven de ello. Luchan por ese mundo mejor, menos contradictorio y más solidario; pero sus vidas personales permanecen vacías de las bendiciones que Dios les quiere dar. No se abren al evangelio, se conforman con vivir pecando como cualquier mortal; son infieles en sus matrimonios, lucran con la ONG, usan donativos para beneficio propio, viajan por placer usando franquicias para voluntarios en servicio, y cosas parecidas. Esa dualidad no proviene de la justicia de Jesucristo. La justicia divina no sólo significa justificación por la fe; también incluye a la obra de santificación del creyente. Un cristiano no se conforma con el perdón de sus pecados; ahora que la separación de Dios ha desaparecido no se aprovecha de su nueva condición para seguir pecando. Todo lo contrario: tiene hambre y sed de justicia; desea ser transformado por el Espíritu Santo; no comer más de las migajas que el pecado le hace ver como manjar y prepararse para las Bodas del Cordero. Desear Su justicia es estar convencidos de que el Padre nos ve justos. ¿Por qué no vivir como justos delante de Dios? ¿Cómo deshacerse de la vieja naturaleza de pecado? Este es el punto donde muchos fracasan en su vida de fe, una o más veces. Por conformarse con el nivel alcanzado no saben pelear la buena batalla de la fe; consideran que sus pastores y consejeros – por el hecho de ser líderes - necesariamente son más santos que ellos, y que a ellos solo les toca cumplir con el programa de la iglesia para elevar su nivel de santidad. Nada más distante del Evangelio. El pecador que sigue buscando la justicia verá que el Espíritu le hará odiar el pecado en todas sus formas; lo ayudará a verse libre del sistema de pecado imperante en el mundo y que se filtra como legalismo en la congregación. Sólo la Gracia de Dios puede liberar al creyente de su yo en todas sus formas: orgullo, vanidad, codicia y deseos de auto realización. Es una tarea de cada día. Quien busca justicia es liberado de las utópicas metas de una ‘sociedad justa y solidaria’ y del egotismo del ‘yo’ bueno. Porque ama a Jesucristo, al mismo tiempo es feliz brindándose a los demás toda vez que se enfrenta a una necesidad; comprometiéndose en todas las áreas del diario vivir, hasta que Cristo regrese. Para él y ella esto de Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados, es real cada día. Hasta la próxima nota, si Dios lo permite, deseándoles a todos los lectores la paz de nuestro Señor Jesucristo. Notas Ilustración: www.habitarenarmonía.wordpress.com 1. Existen tres hipótesis estrechamente relacionadas acerca de su origen: Una posible fuente es Arameo: אברא כדבראavrah kahdabra que significa: "Yo creo como hablo". Otra posible fuente es del Hebreo: Aberah KeDabar: iré creando conforme hable. 2. Hebreos 13:8 3. 1ª Corintios 13:13 4. Mateo 5:6 5. Génesis 14:20.Lo hizo como señal visible de su gratitud por haberle permitido rescatar a su sobrino Lot de manos de Quedorlaomer 6. Deuteronomio 26:12,13. Este precepto antiguo ha causado distintas interpretaciones dentro del mundo cristiano. Algunos creen que se vive por la gracia y no por la ley, lo que hace que el viejo precepto quede caduco; otros creen que se debe continuar con su observancia; varias ramas de las iglesias protestantes siguen con esta tradición. Es importante notar que la iglesia judía no diezma en la actualidad 7. Mateo 23:23; Lucas 11:42 8. Lucas 18:12 9. Leer en Hebreos 7 la enseñanza del diezmo al pueblo de Israel y comparar con el concepto de ofrenda en todo el NT 10. Mateo 10:3; Marcos 2:16; Lucas 5:30 11. Mateo 17:24-27 12. 1ª Pedro 2:9; Apocalipsis 1:6; 5:10; 20:6 13. Romanos 13:7 14. 1ª Timoteo 5:18; 1ª Corintios 9:14,18; Filipenses 4:15; aunque Pablo también trabajó con sus manos para no ser gravoso a las iglesias 1ª Corintios 9; Tesalonicenses 2:9; 1ª Corintios 16:2; Mateo 10:8b 15. Leer Génesis 14:21-24 16. 1ª Samuel 15:22b 17. 2ª Corintios 3:13-16 18. Romanos 5:19 19. Ibíd.6:16 20. Ibíd. 15:18; 16:19 21. 2ª Corintios 10:5 22. Ibíd. 9:13 23. 1ª Corintios 1:10-13 24. Ibíd. 14:40; Colosenses 2:5 25. Miqueas 6:8 Esta serie sobre la Prosperidad de las Bienaventuranzas comenzó en: Magacín, Agentes de Cambio, Prosperidad y Evangelio VIII, 01/12/13 y IX, 08/12/13, P+D, y finalizará D.M. en este mes. Tras la serie ‘Prosperidad y Evangelio’ publicaré DM unas escritos del Dr. Osvaldo Juan Maccio sobre ‘El Cristiano y el dinero’ y el ‘Matrimonio y el dinero’. El experimentado profesional evangélico nos privilegiará con su bíblico y práctico enfoque de tan actuales temas.

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