S. Park abre el ‘Jardín cerrado’ del Cantar de los Cantares

Stuart Park nos sorprende con una incursión en las más recónditas profundidades del Cantar de los cantares, a través de su ‘Jardín Cerrado’ (Ediciones Camino Viejo).

22 DE NOVIEMBRE DE 2013 · 23:00

,
Creo que el Cantar ilustra como ningún otro libro aquello que escribió S. Pablo: “Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús” (Gá. 3:28). Después de una serie de libros que culminaron con el que lleva por título “El cordón de grana”, Stuart Park nos sorprende con una incursión en las más recónditas profundidades del Cantar de los cantares, a través de su Jardín Cerrado (Ediciones Camino Viejo, Valladolid, 2013, pp. 159, con prólogo de A. P. Alencart). Es como si leyera este libro por primera vez, que es como una isla entre los otros que componen el Libro de los libros. Y quieres y deseas impregnarte más de ese amor, a perfeccionarlo edénicamente, y que nunca deje de ser de modo que ni las muchas aguas puedan apagarlo ni los ríos ahogarlo. Lees y lees y tomas conciencia que a Dios le interesa cada célula de nuestro cuerpo, de nuestra mente, de nuestro corazón. Todo tiene un sustento divino. Por eso dice el autor que no debemos olvidar el marco canónico del Cantar; no para diluir la alegría exuberante de los amantes, sino para exaltar el amor humano como dádiva de Dios. Profundizas y te sientes impulsado a perfeccionar más ese amor que ya tienes, siguiendo ese paradigma que Dios te ha puesto delante. Y anhelas los tiempos del génesis, el huerto cerrado, magnífico, pacífico, pero sin huir de la realidad. Quieres este amor para poder reconstruir esa realidad. Vivir tu amor pero sin abstraerte. El Cantar te incita a reivindicar la unidad perfecta entre el hombre y la mujer, el cuidado mutuo, la negación del yo a favor del tú, cubriendo soledades ya que no son buenas. Reivindicar la no violencia, la no marginación por procedencia o condición social… Desde Cristo y su amor. Sólo así puedes esperar ese eterno día de comunión. Pregunta.- El lenguaje poético está muy presente en la Biblia, y el Cantar es uno de los libros que lo usa. ¿Qué opinión tiene sobre la importancia de la poesía en el mundo hebreo veterotestamentario? Respuesta.-¡Empiezas con una pregunta que requeriría como respuesta todo un libro! Afortunadamente, un creciente número de escritores y críticos están prestando atención al arte literario de la Biblia, ya que su mensaje no puede disociarse del lenguaje que lo transmite. Tengamos en cuenta que la Biblia es primeramente texto, y su belleza formal contribuye a hacer memorable su contenido. Pensamos enseguida en los Salmos con su hondo poder de evocación, el poder expresivo de Job, o la belleza del Cantar. Pero los grandes profetas de Israel, Isaías, Jeremías entre otros muchos, emplean un lenguaje poético impresionante sin el cual su mensaje perdería gran parte de su eficacia. P.- Sobre el Cantar existen varias interpretaciones exegéticas. ¿Por cuál se decanta usted en su libro? R.-Tradicionalmente el Cantar ha sido interpretado como una alegoría, bien del amor de Yahvé por Israel, o bien del amor de Cristo por la iglesia. Algunos comentaristas modernos lo leen como un manual de relaciones matrimoniales, con una fuerte carga de moralización. Aun otros han destapado las esencias eróticas del Cantar con un lenguaje excesivamente explícito, a mi juicio, ya que los amores de Salomón y la Sulamita se expresan mediante metáfora y símil (como es propio de la poesía). He procurado leer el Cantar desde Cristo, como parte integral del canon de la Escritura, atento a otras escenas bíblicas que evoca, sin alejarme del fuerte ambiente erótico del amor humano como dádiva de Dios. P.- Me sorprende que el autor eleve lo erótico a la categoría de lo sagrado. ¿Quiere con esto transmitirnos que la sexualidad del hombre también es importante para Dios? R.-El impulso erótico, uno de los más poderosos que podemos experimentar, es un aspecto importante del amor humano. El Cantar celebra este amor como “llama de Yahvé” (8:6, traducido en RV60 como “fuerte llama”). C.S. Lewis, en su ya clásico libro Los cuatro amores, lo incluye, como es natural, junto con el cariño, la amistad, y la caridad. Dios creó al hombre a su imagen y semejanza, varón y hembra, y por lo tanto lo erótico sí tiene categoría de lo sagrado, ya que “el amor es de Dios”. P.- ¿Es el Cantar una isla en medio de la totalidad de la Palabra de Dios? ¿Cuál piensa es la razón para que este libro forme parte de la Biblia? R.-Si el Cantar es una isla, es una isla paradisíaca, de ensueño, que recrea la perfección del Edén. Fray Luis de León, San Juan de la Cruz y Erasmo de Rotterdam, entre otros grandes autores, fueron cautivados por la belleza de un poema que nos permite ver lo que pudo ser y no fue por causa de la entrada del mal. Por ello, como todo texto bíblico, dirige nuestra mirada hacia Cristo, y Pablo interpretó el amor conyugal como un misterio que habla en último término de Cristo y la Iglesia. Escribió el Rabí Akiba: “En todo el mundo nada puede igualarse al día en el que el Cantar de los Cantares fue dado a Israel, pues todas las Escrituras son santas, pero el Cantar de los Cantares es el Lugar Santísimo”. Hipérbole aparte, el Rabí tiene razón. El Cantar ocupa un lugar de honor en el canon bíblico, y doy gracias a Dios por ello. P.- ¿Cómo podemos los cristianos transmitir a la sociedad unas pautas que le permitan alcanzar su propio “Jardín cerrado” semejante al paraíso? R.-ElCantar no evoca el paraíso terrenal para recuperar un mundo perdido, ni plantea la unión entre el hombre y la mujer como solución para los males del mundo. No se concede el disfrute pleno del amor a todos: fugaz, a veces, o truncado por las vicisitudes de la vida, el amor se convierte a menudo en odio, dejando una estela de tristeza y amargor. El huerto de Dios simboliza un ideal que solo podrá realizarse en plenitud en Cristo. Este es su mensaje último para nosotros y para la sociedad. P.- ¿Qué reivindica Salomón en la figura de la Sulamita? R.-Uno de los aspectos menos valorados del Cantar es la pequeña “historia” que cuenta, en la que la Sulamita adquiere un protagonismo estelar. Es de raza negra (tal vez mestiza, no “morena” o “bronceada”, como insisten algunos), fruto de una seducción (tal vez de una violación), y rechazada por su entorno familiar. Ella misma confiesa que “mi viña, que era mía, no guardé”, y en el Cantar la viña es sinónimo de la intimidad de la mujer. Salomón, sin embargo, la describe así: “Toda tú eres hermosa, amiga mía /Y en ti no hay mancha” (4:7). Este bello encomio recuerda la esencia del Evangelio: el amor de Cristo que nos hace dignos a los ojos de Dios, y se me antoja pensar que Pablo lo cita para hablar de cómo Cristo “amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella… a fin de presentársela a sí misma, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha” (Ef.5:25-27). P.- Sin embargo, nos queda todavía un largo camino para llegar a las Bodas del cordero… R.-No tan largo, tal vez. La vida es breve, y aunque muy dura a veces, “pronto veremos al Deseado”. P.- ¿Genera evocaciones de otros textos? Si es así, ¿cuál sería su fin? R.-Se dice que el Cantar no es citado en ningún otro libro de la Biblia, pero su presencia impregna toda la Escritura, como “una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio” (Jn. 12:3), y esta misma evocación da una indicación de lo que queremos decir. ¿Cuál es su fin? Dirigir nuestra mirada a Cristo, como Él mismo explicó en el camino a Emaús. P.- ¿Qué nos enseña el Cantar respecto al trato hacia el extranjero, la diferencia de razas, la condición social…? R.-El abismo social que separaba a la Sulamita y Salomón se disolvió en aras del amor puro que les unió. Creo que el Cantar ilustra como ningún otro libro aquello que escribió S. Pablo: “Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús” (Gá. 3:28). También constantemente se habla de disfrute, de elogios al aspecto físico… Algunos piensan que como cristianos no debemos preocuparnos por estos temas. El cristiano se preocupa por estos temas tanto como cualquier otro ser humano, y con razón. Dijo el “pesimista” Qohélet: “Por tanto, alabé yo la alegría; que no tiene el hombre bien debajo del sol, sino que coma y beba y se alegre; y que esto le quede de su trabajo los días de su vida que Dios le concede debajo del sol” (Ecl. 8:15). Pero cada cosa en su sitio, ¿no te parece? P.- ¿Por qué cree que se compara a la Sulamita con Tirsa y Jerusalén, a pesar de que ambos lugares se relacionan con la escisión del reino del Norte? Llama la atención… R.-Sí llama la atención, y no se sabe a ciencia cierta por qué razón. “Hermosa eres tú, oh amiga mía, como Tirsa; / De desear, como Jerusalén” (6:4). Salomón significa “el que da paz”; Sulamita significa “la que encuentra (o infunde) paz”; y Jerusalén es “la ciudad de paz”. Tal vez la Sulamita unifica simbólicamente en su persona a estas dos ciudades en conflicto, ya que en poesía ¡todo es posible! P.- Me encanta el sentido de pertenencia entre Salomón y la Sulamita, de lealtad, de confianza, siendo uno el aval del otro; reflejando la complementariedad, el funcionamiento al unísono... Hoy en día se está perdiendo todo esto… De ahí el surgimiento de la violencia machista, la necesidad de detentar el poder. ¿Cómo podríamos generar una epidemia de amor como este para contrarrestar estos aspectos negativos? R.-“Mi amado es mío y yo suya”, dice la Sulamita. “Una es la perfecta mía”, dice Salomón. Este es el ideal. La tragedia de la violencia machista nos muestra el otro polo, satánico, demasiado frecuente en un mundo donde la mujer ha sido víctima tantas veces de vejaciones y humillación. Ya es hora de que la iglesia del Señor muestre el amor de Cristo en esta como en todas las áreas de la vida. P.- ¿Por qué dice que conviene leer el Cantar desde Cristo y no como una alegoría? R.-La cuestión es compleja. La he tratado parcialmente en un pequeño libro titulado El camino de Emaús. Parábola y símbolo en la narrativa bíblica. En relación con el Cantar, depende de lo que queremos decir con “alegoría”. Normalmente se refiere a la presentación en forma literaria de personajes o eventos que simbolizan ideas o conceptos, como en El progreso del peregrino de John Bunyan, pongamos por ejemplo. El lenguaje del Cantar es intenso y pasional, y su erotismo demasiado detallado como para permitir equivalencias espirituales exactas, desde luego, y la lectura alegórica resta al Cantar la carga de erotismo que lo caracteriza, y que le ha dado fama universal. Al mismo tiempo, la palabra “alegoría” viene del griego a través del latín y significa “lenguaje velado o figurativo”, y este es el legítimo sentido que Pablo da a la historia de Sara y Agar en Gálatas 4:24.Prefiero hablar de “evocaciones” en este caso, ya que todo el Cantar nos habla de Cristo, pero no en el sentido tradicional, donde los besos de la boca de Salomón han sido interpretados como la entrega de la Ley por Moisés, o el don del Espíritu Santo, etc. P.- ¿Estaría el hombre dispuesto a dar todo lo que tiene a cambio de un amor como el que se refleja en el Cantar? ¿Qué piensa? R.-Al citar el precioso cierre del Cantar, evocas con naturalidad el amor de Cristo (Fil. 2:5-8) y de Pablo (Fil. 3:7). En la parábola del tesoro escondido en el campo, el hombre que lo halló, vendió todo lo que tenía para adquirirlo. ¿Podemos conformarnos con menos? Finaliza la entrevista. Gracias, Stuart Park, por mostrarnos y argumentar que el Cantar va más allá de exhortaciones moralizantes, y necesarias sin duda, pero que trasciende nuestras percepciones humanas haciéndonos rozar otras posibilidades ajenas a las diferencias raciales, los trasfondos, la sexualidad, los géneros. Y ver que es posible un amor en toda su plenitud, sin tabúes que nos estorben. Puedo elogiar, admirar, tocar sin tabúes, pues esos tabúes los pone el hombre.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Muy Personal - S. Park abre el ‘Jardín cerrado’ del Cantar de los Cantares