Sara País: Para que la juventud viva con Cristo

Escritoras evangélicas españolas en la Cuba republicana (1): Sara País de Molina

10 DE NOVIEMBRE DE 2013 · 23:00

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Ninguna emigrante llegada a Cuba dejó un registro más perdurable de sus ideas que la escritora gallega Sara País Rodríguez —Sara País de Molina—, nacida en Marín, Pontevedra, el 15 de febrero de 1890, y fallecida en Miami en 1981.[1] Durante su adolescencia, a inicios del siglo xx, cursó estudios de bachillerato en el Instituto Internacional de Madrid, y se expatrió en 1908, estableciéndose en el oriente de Cuba. Un año antes, lo habían hecho sus padres María Dolores Rodríguez y Francisco País, misionero este de la Iglesia Evangélica Española, quien por dos décadas ejerció el pastorado en la Primera Iglesia Bautista de Santiago de Cuba.[2] En esta labor, el reverendo País sería acompañado por Sara, quien en 1911 contrajo matrimonio con el joven bautista Enrique J. Molina.[3] Sobre ambos, expresaría más tarde el escritor evangélico Alejandro Pereira Alves: “Tanto el doctor Enrique J. Molina, como su esposa, una distinguida y culta dama cubana, la doctora Sara País de Molina, son dos intelectuales evangélicos, de grandes méritos, quienes han hecho mucho por la extensión del Reino de Dios en Cuba”.[4] En febrero de 1919, Sara obtuvo una plaza de profesora de Inglés en el Instituto de Segunda Enseñanza de Santiago de Cuba. Posteriormente, pasó a ser catedrática en la Escuela Normal para Maestros. A mediados de los años treinta, la escritora gallega se asentó en La Habana, donde se doctoró en Filosofía y Letrasen la universidad nacional, e incursionó en el mundo literario. Más tarde, ejerció como profesora de Inglés del Instituto de Segunda Enseñanza de La Víbora.[5] Por ser una experta educadora y líder cristiana, interesada en el cambio de las personas y de la realidad, gran parte de su extensa obra está relacionada con el entorno social y eclesial cubano. Entre sus títulos, sobresalen: Ese divino tesoro… Reflexiones sobre la juventud y su relación con la Iglesia de Cristo (1949), Hoy es mañana (Cartas a una madre) (1952), Santificando el Día del Señor (1952) e Instrumento escogido (1959). Ese divino tesoro…, que publica tras una temporada de estudios en el Biblical Seminary of New York, está dedicado “a los que aman a los jóvenes y se inquietan por sus problemas”. Según la autora en sus “Dos palabras al benévolo lector”, el móvil de la obra fue su percepción del éxodo acelerado de jóvenes y adolescentes de las iglesias cubanas, hecho que cataloga como “uno de los grandes problemas que en nuestras iglesias evangélicas se presenta”.[6] Su prologuista, el doctor Joaquín González Molina —evangélico español y secretario de la Agencia de las Antillas de la Sociedad Bíblica Americana—, define el volumen como “un libro de los que se quedan sobre la mesa para consulta y estudio de los problemas que confronta nuestra Iglesia en sus relaciones con la niñez y la juventud”.[7]El volumen, que se publica en colaboración por impresoras de Buenos Aires y México,contiene catorce acápites y abarca temas como la iglesia y los jóvenes, la adoración, el cultivo de la personalidad religiosa, el servicio y la enseñanza sexual. Su difundida obra Hoy es mañana (Cartas a una madre), impresa en México por la Casa Unida de Publicaciones, fue el primer fruto del programa de ediciones del Departamento de Educación Cristiana y Publicaciones del Concilio Cubano de Iglesias Evangélicas. En su prólogo, el doctor Martín Rodríguez Vivanco, catedrático y exdecano de la Facultad de Educación de la Universidad de La Habana, resalta la pertinencia de un libro como este, dedicado a las madres jóvenes, dada la nueva posición alcanzada por la mujer en la complicada estructura social moderna [que] reclama de su capacidad la ejecución de una magna tarea: el desempeño de las responsabilidades asumidas al frente de nuevas obligaciones, sin abandonar sus antiguas funciones y deberes para con la sociedad.[8] Según Rodríguez Vivanco, son hechos de los cuales, a su vez, derivan otras consecuencias, como “los numerosos problemas que caracterizan la honda crisis de la familia contemporánea y afectan la crianza y educación de los hijos”.[9] Tal como asevera el prologuista, el libro no es un tratado de psicología pedagógica, ni una filosofía de la educación, aunque contenga contribuciones valiosas para esos campos del conocimiento. Más que todo eso, es un interesante aporte a la educación de las madres, a la moderna pedagogía maternal o paternal, donde para cerrar con broche de oro, se estudia también el aspecto espiritual y religioso con un acierto extraordinario.[10] En el mismo año en se dio a conocer Hoy es mañana, vio la luz Santificando el Día del Señor, publicado en El Paso, Texas. Surgió de estudios que impartiera en un retiro de estudiantes bautistas sobre la observancia del Día del Señor. Allí refundió ideas de W. O. Carver —tomadas de su libro La observancia del Día de Reposo— con reflexiones “surgidas en el calor de la disertación y aportando datos de la propia experiencia”,[11]como ella misma asegurara. No se trata de una obra traducida fielmente ni de una obra completamente original, si tal cosa existe, sino que este tratado participa de las dos cosas, y su finalidad es la de contribuir con sus pronunciamientos a robustecer y fijar, poniéndolo en el lugar cimero que le corresponde, el concepto de la santidad del día de descanso.[12] El estudio —cuyos contenidos exponen el significado de la palabra “sábado”, un recorrido histórico por el precepto sabático, y lo que representa ese día dentro de los Evangelios y la vida cristiana— concluye con una relación de aforismos de renombrados pensadores y filósofos respecto al Día del Señor, tales como Agustín de Hipona, François René de Chateaubriand, Henry Wadsworth Longfellow y John Broadus Watson. Otra publicación de País es Id y predicad, destinada al uso de jóvenes que desearan aplicar la metodología por ella propuesta. Cuenta con una introducción en la cual su autora explica que constituye el resultado de una serie de temas presentados a estudiantes bautistas universitarios. El libro, según País, “aplica el principio pedagógico que dice que sin expresión no hay asimilación”.[13] El estudio toma como fuente el volumen Christian Witnessing, de Frank H. Leavell, cuya temática es el testimonio cristiano. A su vez, expone temas como la integralidad del testigo, los factores del testimonio, el “ganar almas” como un objetivo del testimonio cristiano, entre otros. “Cada uno de los cristianos —concluye la autora— es indefectiblemente un testigo, bueno, malo, o indiferente”.[14] A inicios del capítulo IV, y en consonancia con el tema de la obra, País realiza una curiosa comparación entre José Martí y el “testigo cristiano”, justo en el centenario del nacimiento del Apóstol de la Independencia de Cuba: Comparando la trayectoria de su vida con la misión del cristiano, mucho tenemos que aprender. […] Él “amó menos” que su ideal un porvenir prometedor, el amor de su familia y la estabilidad de su hogar, sacrificándolo todo, hasta el final de la vida misma, para que se abriesen los ojos de muchos para contemplar la visión que ni de día ni de noche se apartaba de sus ojos y para que un pueblo entero y oprimido pudiese oír la música que sus oídos oían, la sinfonía de la libertad. Podríamos decir, expresando la idea de san Pablo: “Sí y él a la verdad hizo todo eso por recibir una corona corruptible”, el agradecimiento a veces más exterior que sincero, de un pueblo que evoca su memoria, pero no imita sus sacrificios ni su entera consagración al ideal, ni sigue el derrotero de virtudes que él señaló; pero nosotros, si servimos a nuestro Maestro con parecido celo, fervor, constancia, nuestra corona será incorruptible, imperecedera, nuestra cosecha será de valores eternos.[15] Este texto tiene un lenguaje sencillo y directo, que evoca, quizás, la manera en que su autora se dirigía usualmente a los auditorios juveniles. Al final de cada capítulo, se incluyen preguntas para motivar el debate en lectores y oyentes, acompañadas por comentarios a sus ponencias, por parte de estudiantes bautistas de la Universidad de La Habana. Otra obra suya utilizada como material didáctico entre jóvenes universitarios de su denominación, fue Historia y principios bautistas.[16] En 1954, se publica —con análoga estructura, aunque carece de nota introductoria—Oración y meditación.[17]Este volumen se divide en cuatro capítulos que exponen con claridad los temas: 1) ¿Qué es la oración?, 2) El gran valor de la oración, 3) La realidad de la oración y 4) La vida de oración y su efecto sobre el individuo. En 1959, tras el triunfo de la revolución encabezada por Fidel Castro, aparece el libro de Sara País Instrumento escogido, impreso en La Habana, que recoge la vida y la obra de su padre, el reverendo Francisco País. En el mismo, la autora quiso escribir “la historia de un hombre grande, pensando solo en el bien que esta vida puede hacer a muchos más y como valiosa contribución a la influencia religiosa del evangelio en España y Cuba”.[18] Entre los hechos más importantes tratados en el libro se halla la muerte de Frank País —su medio hermano—, líder bautista y mártir revolucionario, quien luchó contra la dictadura de Fulgencio Batista. En el último capítulo, “Mi hermano Frank y yo”, se aborda, entre otros aspectos, el siguiente: “El entierro de Frank le demostró a Fidel y al mundo que los revolucionarios no estaban solos, que no eran grupitos aislados, que tenían pueblo despertado en su conciencia cívica por Frank. Aquel entierro fue el elemento catalizador que aglutinó muchas voluntades y aspiraciones […] Aquel entierro, como me dijo un diplomático, hizo tambalear al gobierno y si el Movimiento hubiera estado un poco más organizado en ese momento lo hubiese echado abajo. Y no lo echaron abajo porque muchos de los que hoy dan los vivas más estentóreos a la Revolución negaron su cooperación a la huelga que siguió al entierro de Frank. Era preciso que la Revolución se acrisolase más por medio del sufrimiento. Pero aquella sangre generosa fue como la sangre de Abel, cuyo clamor llegó hasta el cielo, y “la mano derecha de Fidel”, como este le llamaba, la mano de “nuestro inolvidable Frank”, como tantas veces lo han denominado sus compañeros de luchas y de sacrificios, con su muerte encendió un fanal para el destino de Cuba que nunca se extinguirá y abrió una puerta grande para la revolución redentora de la patria que tanto amó. “¡Cómo han caído los valientes en la batalla!”[19] Debe anotarse que los trabajos de País en revistas evangélicas son diversos, y figuran, principalmente, en La Voz BautistayEl Mensajero, donde publicó hasta que tomó el camino del exilio, cerca de 1961. En los Estados Unidos continuó escribiendo, dictó conferencias públicas y tradujo libros como La Epístolade Santiago: bases para una ética cristiana, de Clayton Harrop,[20]e Isaías: heme aquí, envíame a mí, de G. L. Guffin.[21] De acuerdo con el doctor González Molina, sus libros son todos ellos buenos, útiles, constructivos. Se leen con fruición y siempre invitan a la reflexión y al estudio. Su aguda inteligencia parece gozarse, y lo consigue, en conducir al lector hacia la búsqueda de la verdad, de la idea que está dentro, cubierta por los delicados pétalos de su estilo literario castizo, ameno y elegante.[22] En su época, Sara País simbolizó la inteligencia y poseyó un atractivo que no era el de quien abre nuevos rumbos, sino el de la intérprete de todas las cosas, desde la sociedad y la experiencia de fe, hasta la Biblia y la condición humana.


[1]Véase Juan Antonio Monroy: Frank País: un líder evangélico en la Revolución cubana, Editorial CLIE, Barcelona, 2003, pp. 20, 27.
[2]Ibidem, p. 25.
[3]Ibidem, p. 26.
[4]A. Pereira Alves: Prominentes evangélicos de Cuba, Casa Bautista de Publicaciones, El Paso, Texas, 1936, p. 75.
[5]Leoncio Veguilla Cené: Entrevista concedida a la autora, La Habana, 12 de abril de 2007. Cinta grabada.
[6]Sara País de Molina: Ese divino tesoro… Reflexiones sobre la juventud y su relación con la Iglesia de Cristo, Editorial La Aurora / Casa Unida de Publicaciones, Buenos Aires / México DF, 1949, p. 13.
[7]Ibidem, p. 12.
[8]Sara País de Molina:Hoy es mañana (Cartas a una madre), Casa Unida de Publicaciones, México, DF, 1952, p. 9.
[9]Idem.
[10]Ibidem, pp. 12-13.
[11]Sara País de Molina y O. W. Carver: Santificando el Día del Señor, Casa Bautista de Publicaciones, El Paso, Texas, 1952, p. 5.
[12]Idem.
[13]Sara País de Molina y Frank H. Leavel: Id y predicad, Casa Bautista de Publicaciones, El Paso, Texas, 1953, p. 7.
[14]Ibidem, p. 98.
[15]Ibidem, pp. 115-116.
[16]Leoncio Veguilla Cené, op. cit.
[17]Sara País de Molina y E. F. Hallock: Oración y meditación, Casa Bautista de Publicaciones, El Paso, Texas, 1954.
[18]Sara País de Molina: Instrumento escogido, Roger A. Queralt, Artes Gráficas, La Habana, 1959, pp. 7-8.
[19]Ibidem, pp. 118-119. [El subrayado es de Sara País.]
[20]Clayton Harrop: La Epístolade Santiago: bases para una ética cristiana, Casa Bautista de Publicaciones, El Paso, Texas, 1969.
[21]G. L. Guffin: Isaías: heme aquí, envíame a mí, 4ta ed., Casa Bautista de Publicaciones, El Paso, Texas, 1987.
[22]Ibidem, p. 7.

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