Amable Morales: El éxito lleva a prescindir de Dios

Cuando hablamos del derecho a la vida caemos fácilmente en el reduccionismo de centrarnos sólo en el aborto, olvidando que para el Autor de la vida hay muchísimas otras implicaciones.

06 DE OCTUBRE DE 2013 · 22:00

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Continuamos hablando sobre los cristianos y la realidad social. Hoy entrevistamos a Amable Morales, presidente de la Alianza Evangélica Española, para intercambiar pareceres sobre este tema. Pregunta.- La inmediatez es una característica de la sociedad actual. Lo queremos conseguir todo ya. ¿Sucede así también en la vida eclesial? Respuesta.-Tristemente es así en no pocas ocasiones, cuando miramos el ministerio cristiano bajo ese mismo prisma de la inmediatez y de los resultados medibles. Creo que necesitamos recordar constantemente el ejemplo del profeta Zacarías, al que Dios mismo le anticipó, en su llamamiento como profeta, que no vería NINGUNA respuesta (?)… Y a pesar de ello mantuvo fielmente su proclamación del mensaje durante 20 años. O podemos también recordar al propio Señor Jesucristo, cuyo inigualable mensaje de autoridad, acompañado de manifestaciones de poder sobrenatural, solo cosechó como “resultado” un grupo de apenas 120 personas. P.- Cuando Jesús inicia su ministerio público, da a conocer su líneas de trabajo, y éstas se enfocaban directamente a beneficiar a los pobres. ¿Esa hoja de ruta dejada por él, tiene algo que decir a la iglesia que hoy en día está inmersa en estructuras sociales y políticas injustas? ¿Hasta dónde se está implicando la Iglesia con la realidad social? El Evangelio es la manifestación de la misericordia de Dios hacia el hombre, y por ello somos llamados a ser misericordiosos, reflejando así el carácter del Dios al que confesamos. Como pueblo de Dios, la Iglesia -a través de cada iglesia local- debería ser una voz profética en su entorno, denunciando todo tipo de injusticia y abuso, señalando que todo eso son manifestaciones y consecuencias de nuestra rebelión contra el Creador. Y al mismo tiempo deberíamos ser instrumentos para llevar consuelo y ayuda a todos los que sufren. La presentación del mensaje de Salvación es el objetivo final de la Iglesia, pero debemos proclamarlo mostrando que el amor de Dios realmente transforma nuestros enfoques y prioridades de vida. P.- Existe una opinión generalizada en la sociedad española sobre los privilegios y prácticas abusivas practicadas, hasta hace poco tiempo, por las entidades financieras. ¿Cree que falta una ética bancaria o leyes más estrictas para contralar su funcionamiento? R.-Sin duda los recientes casos de quiebra y engaños nos hacen tener una especial sensibilidad al respecto, pero la falta de ética se extiende a todas las áreas de nuestra sociedad, no solo a las entidades financieras. Hemos basado nuestra sociedad occidental en estimular la codicia, y necesitamos incrementar el consumo para asegurar el sostenimiento de nuestro modelo. Hemos entregado toda la confianza social a la nueva divinidad del “mercado”, olvidando así nuestra inclinación natural al engaño y al fraude. Hemos desmantelado o inutilizado casi todos los mecanismos de control (político, social y económico), dejando así campo libre a nuestra propia perversión. Desde nuestra riqueza de “primer mundo” deberíamos aplicarnos las palabras de Santiago en su capítulo 5: ‘¡Oíd ahora, ricos! Llorad y aullad por las miserias que vienen sobre vosotros.Vuestras riquezas están podridas y vuestras ropas están comidas de polilla...Habéis vivido lujosamente sobre la tierra, y habéis llevado un placer desenfrenado; habéis engordado vuestros corazones como para el día de la matanza.Habéis condenado y dado muerte al justo’. Y esas palabras no son solo aplicables a los banqueros, grandes empresarios o políticos, sino que hablan de la realidad de nuestro modelo social, en el que todos estamos participando de una u otra forma. P.- ¿Se predica desde los púlpitos, seminarios, encuentros y clases bíblicas sobre la explotación sexual de mujeres y niños, la discriminación en el trabajo, la corrupción, la pobreza? ¿O es que somos una casta aparte? R.-El gran valor de La Biblia es lo pertinente de su mensaje en todo tiempo, cultura o circunstancia, porque no habla de modelos sociales, ni de programas políticos ni de estructuras económicas. La Biblia apunta a la corrupción del ser humano como consecuencia de nuestra rebelión contra Dios. Y eso nos permite ver que todas las injusticias, abusos y atropellos nacen de un mismo drama espiritual. De ahí la importancia de “anunciar todo el consejo de Dios”, porque una iglesia que facilita una exposición bíblica completa nos estará llevando a la confrontación de todos los aspectos de la vida humana. P.- Si es que somos conscientes de la realidad que bulle a nuestro alrededor, ¿debemos conformarnos a ella? ¿O debemos tener una mayor participación en la arena pública? R.-Como hombres y mujeres, sería irresponsable y cobarde entregarnos a una resignación pasiva ante la realidad que nos rodea. Y como cristianos sería además negarnos a cumplir el propósito para el que nuestro Señor nos ha colocado en medio de nuestra sociedad. Porque ser luz significa alumbrar con criterios bíblicos las tinieblas del corazón humano, poner en evidencia las razones últimas de nuestros despropósitos, y mostrar el único camino para la auténtica y perdurable regeneración. P.- ¿Cómo se puede ver la crisis desde una óptica pastoral? R.-Creo que es una oportunidad para recapacitar sobre la realidad de nuestra condición humana, y posiblemente también de acercarnos al corazón de muchas personas. La mayoría ha descubierto en sus propias carnes la inutilidad de confiar en nosotros mismos como humanos. Quizá desde esa perspectiva del fracaso, algunos puedan oír con más receptividad el mensaje central de la Biblia: ‘Mejor es confiar en Dios que confiar en el hombre’ (Sal 118:8). P.- Doscientos millones de niños son explotados laboralmente para poder comer. ¿Nos acordamos de ellos cuando hablamos del derecho a la vida? R.-Es cierto que cuando hablamos del derecho a la vida caemos fácilmente en el reduccionismo de centrarnos únicamente en el aborto, olvidando que para el Autor de la vida hay muchísimas otras implicaciones al respecto. Miles de millones de personas sufren en nuestro mundo las consecuencias de un modelo economicista, que desprecia para ellos ese derecho a la vida. Abandono, falta de atención sanitaria, escasez de alimentos o encarecimiento especulador de las materias primas, tráfico de personas para prostituirlas, condiciones laborales de explotación… Una larga lista de horrores de las que Dios pedirá cuentas en su momento. P.- ¿Aparte de sus beneficios, tiene efectos secundarios la globalización? R.-Es evidente que hay algunas consecuencias devastadoras, por la primacía que le estamos dando a la rentabilidad y el beneficio económico. Un claro ejemplo es la deslocalización de los procesos productivos, persiguiendo un ahorro de costes que favorece muchas veces condiciones de trabajo inhumanas y esclavistas. P.- ¿Nos muestra la Biblia el compromiso de Dios a favor de la justicia social? ¿Le interesa la acumulación de capitales en manos de unos pocos, la explotación de los trabajadores, la xenofobia, los jueces prevaricadores, por ejemplo…? O todo es metáfora… R.-A quien no lo conozca le recomiendo la lectura del libro de Deuteronomio, que contiene precisamente un excelente resumen de las normas que Dios estableció como el modelo para la organización social de su pueblo. Aunque contiene muchas instrucciones sobre los aspectos rituales del templo, es muy interesante ver las demandas sobre la organización económica, la justicia, la inmigración, la justicia social, etc. Dios condena abierta y claramente la especulación, la usura, la prevaricación, la xenofobia… Y promueve mecanismos que aseguren el cuidado de los desfavorecidos, la justa retribución del trabajo, la protección de la propiedad privada… No hay nada más comprometido con la justicia social que el mensaje de la Biblia, porque la auténtica justicia social nace precisamente de entender e imitar el corazón de Dios en su trato hacia la humanidad. P.-¿Cuáles piensa son las causas de la secularización de la sociedad europea? R.- Como en cualquier otra sociedad, el progresivo desprecio de Dios y sus valores. Aunque lo más llamativo es ver la “osadía” de una Europa que vio nacer su fortaleza moral y social, precisamente por los valores del Evangelio restaurados por la Reforma. Pero parece que nuestros “éxitos” nos llevan ahora a poder prescindir de Aquel que inspiró la construcción de un modelo social en el que durante décadas querían mirarse el resto de las naciones. Demostrando una vez más el valor atemporal de la Biblia, podríamos usar hoy las palabras del apóstol Pablo para contestar a esta pregunta: ‘Habiendo conocido a Dios, no le glorificamos como a Dios, ni le damos gracias, sino que nos hemos envanecido en nuestros razonamientos, y nuestro necio corazón se ha entenebrecido. Profesando ser sabios nos hemos hecho necios, y hemos cambiado la gloria de Dios por nuestra propia sabiduría, la verdad de Dios por nuestra mentira. Por todo eso, estamos entregados a la corrupción de nuestra sociedad y a los deseos desordenados de nuestros corazones’. P.- ¿Cómo conoció a Jesús? R.-Nací en una familia de convicciones cristianas, y por tanto fui educado en sus valores. Pero en mi adolescencia decidí que el Dios del que me habían hablado era solamente el Dios de mis padres, y quise encontrar mi identidad y el propósito de mi vida alejado de toda idea de Dios. En medio de la frustración y el vacío que me acompañaron en todas mis experiencias, alguien me invitó a asistir a un campamento, a lo que accedí por puro compromiso. Pero allí descubrí con envidia la relación de amistad, respeto y dignidad con la que se trataban ese numeroso grupo de jóvenes cristianos. Ese fue el punto de partida para librar mi personal batalla contra Dios, hasta reconocerle como MI Dios, que entregó a su Hijo a morir por mis pecados, y resucitarle para darme esperanza eterna. Finaliza la entrevista. Gracias, Amable, por hacernos reflexionar sobre nuestra realidad y lo que podemos hacer para mejorarla.

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