Freud: la histeria también es cosa de hombres

Los síntomas de los histéricos eran para Freud una prueba de la complejidad de ese psiquismo escondido que existía en todas las personas.

05 DE OCTUBRE DE 2013 · 22:00

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Cuando Freud regresó a Viena, después de su estancia en París con el profesor Charcot, empezó a hablar acerca de los casos de histeria en hombres que había conocido y de cómo ésta podía provocarse mediante sugestión hipnótica. Nadie quiso creerlo pero él continuó sus estudios hasta lograr un método sistemático de investigación. “A mi regreso de París y Berlín me hallaba obligado a dar cuenta en la Sociedad de Médicos de lo que había visto y aprendido en la clínica de Charcot. Peromis comunicaciones a esta Sociedad fueron muy mal acogidas. [...] un viejo cirujano, exclamó al oírme: “Pero ¿cómo puede usted sostener tales disparates? Hysteron (sic) quiere decir útero. ¿Cómo, pues, puede un hombre ser histérico?” [...] Por fin encontré, fuera del hospital, un caso clásico de hemianestesia histérica en un sujeto masculino y pude presentarlo y desmostrarlo ante la Sociedad de Médicos. Esta veztuvieron que rendirse a la evidencia, pero se desinteresaron en seguida de lacuestión.” (Freud, 1970: 19). Los síntomas de los histéricos eran para Freud una prueba de la complejidad de ese psiquismo escondido que existía en todas las personas y que podía ser descubierto por medio de la hipnosis. Detrás de las acciones humanas había unos procesos mentales inconscientes que las provocaban o condicionaban. El origen de la histeria no era de carácter orgánico, como hasta entonces se pensaba, sino que se debía a conflictos psíquicos desconocidos por el propio enfermo y que podían ser manipulados por el médico mediante la hipnosis. El hecho de recordar tales conflictos y de verbalizarlos en estado hipnótico parecía aliviar a los pacientes. Freud llamó a esta terapia “limpieza de la chimenea” o “curación por la palabra” ya que constituía una auténtica “catarsis” en la que el enfermo revivía ciertos acontecimientos desagradables y traumáticos de su vida que eran, en realidad, los causantes de su enfermedad. Más tarde, Freud abandonó la técnica de la hipnosis debido a su irregularidad y la sustituyó por otra llamada de las “libres asociaciones de ideas” que consistía en dejar al paciente en libertad para que fuera desenredando sus problemas y complejos, a partir de ideas simples o poco relevantes que lo irían llevando hasta su verdadero conflicto reprimido. Esta técnica terapéutica que se denominó psicoanálisis consistía en dejar hablar a los pacientes acerca de sus vidas y sobre lo que recordaban de su infancia.

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